"Los emprendedores no tienen fines de semana, o cumpleaños, o días festivos. Todos los días son mi fin de semana, mi cumpleaños o mis vacaciones. O, todos los días son día de trabajo. Todo es cuestión de decidir" —Richie Norton
Durante los primeros meses del verano logré llegar al que quizá ha sido mi peso más bajo durante los últimos 20 años. Incluso las ariscas abdominales, aunque tímidas, ya empezaban a asomar.
No es que me hubiera embarcado en una estricta operación bikini (bueno, quizá un poquito si). Simplemente los meses anteriores había estado entrenando para correr mi primer maratón y, dada la exigencia del desafío, había estado cuidando mucho mi peso.
Quería correr tan ligero como me fuera posible. El exceso de equipaje se paga más caro en un maratón que en un vuelo low cost.
Cumplido el desafío afloje un poco las riendas, me tomé un respiro en la exigente rutina de ejercicio y también alegré mi dieta. Luego vino el verano y las riendas se aflojaron aún más. No digo que el caballo iba desbocado, pero si al galope jubiloso.
Obvio, los kilos llegaron. Los primeros entraron sigilosos sin que apenas se notara su presencia. Luego llegaron más. Y siguieron llegando. Hasta que se hicieron inocultables.
Hacia el final del verano decidí que ya era suficiente. No había más tiempo que perder. Era hora de ponerme manos a la obra. Así que empecé a vigilar más mi alimentación y a ejercitarme con mayor rigor.
Sin embargo los resultados no han sido los esperados. Con tristeza me doy cuenta de que la capa polar se está derritiendo a un paso mas acelerado que la grasa de mi tripa. Según mis cálculos, mes arriba o mes abajo, a este ritmo me tomará unos setenta años volver a donde estaba.
Por fortuna el problema está identificado: son los fines de semana.
De lunes a viernes soy riguroso con mi alimentación, pero el fin de semana me lo tomo con más calma y entonces reverso una gran parte del terreno ganado.
De esta manera, si pretendo ponerme en forma de nuevo con rapidez, debo dejar de considerar a los fines de semana como pequeñas vacaciones.
Los fines de semana, como cualquier otro día, son también oportunidades para seguir avanzando hacia nuestras metas. Para cambiar, para crecer, y para seguir evolucionando. ¡Para perder peso!
No obstante, con las prisas y el cansancio que acumulamos durante la semana, es normal que al final de ella deseemos salirnos un poco de la rutina, ser un poco más indulgentes con nosotros mismo.
Sin embargo, si usamos los fines de semana con inteligencia, estos se convierten en un recurso estratégico muy valioso que nos puede ayudar a avanzar en nuestras metas de largo plazo.
Por ejemplo, si te sientes atrapado en un trabajo que hallas poco satisfactorio, puedes utilizarlos para cavar el túnel hacia tu libertad. Puedes dedicarte a adquirir nuevas habilidades que te permitan salir de la prisión con forma de cubículo.
También los puedes utilizar para darle impulso a tu capacidad innovadora, cargando tu cerebro con información que te permita conectar ideas de forma novedosa.
Esto es lo que hace Andrew Ng, el cofundador de Coursera, también creador del proyecto de inteligencia artificial Google Brain y ahora director de I. A. en el gigante tecnológico chinoBaidu.
Ng dedica las tardes de los sábados a llenar su cabeza con nuevos conocimientos que le permitan mantener su vena innovadora fresca.
No es que me hubiera embarcado en una estricta operación bikini (bueno, quizá un poquito si). Simplemente los meses anteriores había estado entrenando para correr mi primer maratón y, dada la exigencia del desafío, había estado cuidando mucho mi peso.
Quería correr tan ligero como me fuera posible. El exceso de equipaje se paga más caro en un maratón que en un vuelo low cost.
Cumplido el desafío afloje un poco las riendas, me tomé un respiro en la exigente rutina de ejercicio y también alegré mi dieta. Luego vino el verano y las riendas se aflojaron aún más. No digo que el caballo iba desbocado, pero si al galope jubiloso.
Obvio, los kilos llegaron. Los primeros entraron sigilosos sin que apenas se notara su presencia. Luego llegaron más. Y siguieron llegando. Hasta que se hicieron inocultables.
Hacia el final del verano decidí que ya era suficiente. No había más tiempo que perder. Era hora de ponerme manos a la obra. Así que empecé a vigilar más mi alimentación y a ejercitarme con mayor rigor.
Sin embargo los resultados no han sido los esperados. Con tristeza me doy cuenta de que la capa polar se está derritiendo a un paso mas acelerado que la grasa de mi tripa. Según mis cálculos, mes arriba o mes abajo, a este ritmo me tomará unos setenta años volver a donde estaba.
Por fortuna el problema está identificado: son los fines de semana.
De lunes a viernes soy riguroso con mi alimentación, pero el fin de semana me lo tomo con más calma y entonces reverso una gran parte del terreno ganado.
De esta manera, si pretendo ponerme en forma de nuevo con rapidez, debo dejar de considerar a los fines de semana como pequeñas vacaciones.
Los fines de semana, como cualquier otro día, son también oportunidades para seguir avanzando hacia nuestras metas. Para cambiar, para crecer, y para seguir evolucionando. ¡Para perder peso!
No obstante, con las prisas y el cansancio que acumulamos durante la semana, es normal que al final de ella deseemos salirnos un poco de la rutina, ser un poco más indulgentes con nosotros mismo.
Sin embargo, si usamos los fines de semana con inteligencia, estos se convierten en un recurso estratégico muy valioso que nos puede ayudar a avanzar en nuestras metas de largo plazo.
Por ejemplo, si te sientes atrapado en un trabajo que hallas poco satisfactorio, puedes utilizarlos para cavar el túnel hacia tu libertad. Puedes dedicarte a adquirir nuevas habilidades que te permitan salir de la prisión con forma de cubículo.
También los puedes utilizar para darle impulso a tu capacidad innovadora, cargando tu cerebro con información que te permita conectar ideas de forma novedosa.
Esto es lo que hace Andrew Ng, el cofundador de Coursera, también creador del proyecto de inteligencia artificial Google Brain y ahora director de I. A. en el gigante tecnológico chinoBaidu.
Ng dedica las tardes de los sábados a llenar su cabeza con nuevos conocimientos que le permitan mantener su vena innovadora fresca.
Mi actividad favorita del sábado por la tarde es estar sentado solo en casa leyendo.
Leo mucho y también paso una buena cantidad tiempo hablando con gente. Yo creo que dos de las maneras más eficientes de aprender, de obtener información, son leyendo y hablando con expertos. Así que paso bastante tiempo haciendo ambas. Me avergüenza un poco los más de mil libros en mi Kindle. Y probablemente he leído cerca de dos tercios de ellos.
Cuando hablo con investigadores, cuando hablo con personas que quieren ser emprendedores, les digo que si uno lee reportes de investigación de manera consistente, si estudia seriamente media docena de artículos a la semana, y lo hace durante dos años, después de esos dos años habrás aprendido mucho. Esa es una inversión fantástica en su propio desarrollo a largo plazo.
Esta es una forma de inversión, aunque si pasas un sábado entero estudiando en lugar de viendo la televisión, no hay nadie allí para darte una palmadita en la espalda o para decirte que hiciste un buen trabajo. Lo más probable es que lo que aprendiste estudiando todo el sábado no te hará mucho mejor en tu trabajo el lunes siguiente. Hay muy pocos, casi ningún premio a corto plazo para estas cosas. Pero es una fantástica inversión a largo plazo. Así es realmente cómo uno se convierte en un gran investigador, tienes que leer mucho.
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