Alex Rovira es economista y profesor de ‘marketing’ algo atípico por sus planteamiento en cuanto al crecimiento y desarrollo empresarial; un desarrollo que plantea debe ir enfocado primero hacia la persona.
Ha escrito varios libros, entre ellos ‘Los 7 poderes’ y ‘La buena suerte’, junto a Fernando Trías de Bes. Ambos se convirtieron en auténticos ‘best sellers’ y han sido traducidos a varios idiomas.
Son tratados de economía «novelados» y, en muchos casos, se han convertido en «guías de cabecera» para emprendedores.
Para el desarrollo de sus teorías no sólo utiliza cifras y estadísticas, sino planteamientos de sus autores favoritos entre los que se encuentran Antonio Machado, Hermann Hesse, Homero o Pablo Neruda. Asegura no conocer a fondo la economía y el panorama empresarial de Granada –donde dice tener varios buenos amigos–, pero sin embargo habla de su potencial y de los sectores donde parece que el desarrollo está más que consolidado.
Asegura que hay que recuperar a los clásicos y que no está dispuesto a abandonar la utopía.
Creador de términos tan novedosos como «psiconomía», se le puede definir como un «economista filósofo». Rovira ha estado en Granada impartiendo una conferencia a empresarios y directivos sobre sus planteamientos dentro del ‘Program For Management Development’ que imparte la ESADE Business School y que organiza la Confederación Granadina de Empresarios.
–Sebastián Álvaro, director de ‘Al Filo de lo Imposible’, asegura que para llegar a la cima de cualquier aventura hay que arriesgar. ¿Ocurre igual en el mundo de la empresa?
–Sí, por supuesto, suscribo esa frase de mi gran amigo Sebastián. El diccionario de la Real Academia define «emprender» como acometer algo que encierra dificultad o peligro, así que está claro porque además se debe hacer no sólo buscando rentabilidad económica, sino social, un bien común. Pero previamente nos debemos plantear acometer o emprender algo por lo que merezca la pena arriesgar, jugártela. El emprendedor nace y se hace y en ese proceso de crecimiento empresarial no hay recetas, pero sí que puede existir algún decálogo en el que debe anteponerse la humildad, el emprendedor debe ser humilde porque la arrogancia es sinónimo muchas veces de fracaso. Otro aspecto es el respeto. Sin conciencia no hay decencia. Si hay respeto, la cadena sigue su cursos y va hacia responsabilidad, confianza, compromiso y calidad.
–Sí, por supuesto, suscribo esa frase de mi gran amigo Sebastián. El diccionario de la Real Academia define «emprender» como acometer algo que encierra dificultad o peligro, así que está claro porque además se debe hacer no sólo buscando rentabilidad económica, sino social, un bien común. Pero previamente nos debemos plantear acometer o emprender algo por lo que merezca la pena arriesgar, jugártela. El emprendedor nace y se hace y en ese proceso de crecimiento empresarial no hay recetas, pero sí que puede existir algún decálogo en el que debe anteponerse la humildad, el emprendedor debe ser humilde porque la arrogancia es sinónimo muchas veces de fracaso. Otro aspecto es el respeto. Sin conciencia no hay decencia. Si hay respeto, la cadena sigue su cursos y va hacia responsabilidad, confianza, compromiso y calidad.
–La imagen tradicional del empresario, el directivo, es la un luchador solitario y duro, un depredador. ¿Realidad o fachada?
–Afortunadamente no, las cosas están cambiando. En primer lugar habría que hablar del equipo. Si puedes crear un equipo puedes confiar, pero antes hay que plantearse qué nos une como equipo. Cuando tú llegas al trabajo debes saber que allí cada uno no va a lo suyo, que todos están en el mismo equipo y que cada uno es diferente, por supuesto, porque sin diferencia no hay sinergia. En lo que respecta al empresario, al directivo, hay que ver que no va a lo suyo.
–Afortunadamente no, las cosas están cambiando. En primer lugar habría que hablar del equipo. Si puedes crear un equipo puedes confiar, pero antes hay que plantearse qué nos une como equipo. Cuando tú llegas al trabajo debes saber que allí cada uno no va a lo suyo, que todos están en el mismo equipo y que cada uno es diferente, por supuesto, porque sin diferencia no hay sinergia. En lo que respecta al empresario, al directivo, hay que ver que no va a lo suyo.
–El empresario busca una parte emocional. ¿A qué responde este cambio?–Lo que ocurre es que hasta ahora se ha parado poco a mirarse a sí mismo y eso es fundamental, mirarse por dentro como persona, plantearse qué es lo que se quiere en realidad, que no es sólo hacer dinero –es cierto que ha sido un planteamiento generalizado hasta hace poco–, hacer dinero es fácil, pero el dinero además de aportar confort genera unos beneficios espirituales que es lo que el empresario actual está comenzando a valorar. Y eso se consigue sabiendo que hay beneficio social en generar riqueza y que con ella se puede construir el medio.
–Con esos planteamientos, ¿se puede ser poeta y filósofo al tiempo que empresario?
–Una cosa y otra son perfectamente compatibles. Para crear la economía hay un proceso psicológico previo. A mí me gusta hablar de ‘psiconomía’ como la gestión bien entendida de las almas de las personas, porque hay aún perfiles de empresarios depredadores, pero cada vez menos. Existe el ‘homo psiconómicus’, por eso Descartes se equivocaba porque hay una base emocional. A mis alumnos les recomiendo en clase que lean a los clásicos, que son una auténtica novedad, y a poetas como Machado; a partir de ahí se generan nuevas visiones de la economía y se prende, por ejemplo, a competir con uno mismo, que es lo importante.
–Una cosa y otra son perfectamente compatibles. Para crear la economía hay un proceso psicológico previo. A mí me gusta hablar de ‘psiconomía’ como la gestión bien entendida de las almas de las personas, porque hay aún perfiles de empresarios depredadores, pero cada vez menos. Existe el ‘homo psiconómicus’, por eso Descartes se equivocaba porque hay una base emocional. A mis alumnos les recomiendo en clase que lean a los clásicos, que son una auténtica novedad, y a poetas como Machado; a partir de ahí se generan nuevas visiones de la economía y se prende, por ejemplo, a competir con uno mismo, que es lo importante.
–¿Qué papel juega la mujer en este nuevo universo económico?
–En cuanto a la mujer, el futuro es ella, que es precisamente el título de próximo libro. La mujer busca más la palabra que la acción, el hombre es más cazador y la mujer más recolectora, por eso vendrá una nueva oleada en la que el papel de la mujer será más importante.
–En cuanto a la mujer, el futuro es ella, que es precisamente el título de próximo libro. La mujer busca más la palabra que la acción, el hombre es más cazador y la mujer más recolectora, por eso vendrá una nueva oleada en la que el papel de la mujer será más importante.
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