El Popular
Por Diego Fariña
Por Diego Fariña
ENTREVISTA. En exclusiva, el famoso neurólogo clínico y neurocientífico Dr. Facundo Manes habló para EL POPULAR ayer en Azul.
Habíamos acordado que eran 15 minutos de charla y lo cumplimos a rajatabla. El doctor Facundo Manes, uno de los neurólogos clínicos y neurocientíficos más famosos de la Argentina, visitó la vecina ciudad de Azul ayer por la tarde y le dio una entrevista exclusiva a EL POPULAR en la que habló sin problemas, con una gran amabilidad, totalmente distendido -pese a que en un rato más debía brindar una conferencia-, capaz de estar hablando de temas relacionados con lo cognitivo y parar para preguntarle al mozo de dónde era ese salame tan rico que tenía ese sándiwch que estaba comiendo.
Recién había llegado de viaje este quilmeño de 47 años (cumplirá 48 el 11 de enero), que se crió en un pueblito cercano a Salto, hincha de River y de Quilmes, que si bien tiene cierto halo mediático, es máxima palabra autorizada para hablar de temas relacionados con las incógnitas que encierra el cerebro. Y así charlamos en el hall del hotel azuleño:
-¿Los recovecos que tiene la mente están todos conocidos o es imposible investigarlos?
-Es una buena pregunta. ¿Podrá el ser humano entender su propio cerebro?, me pregunto. Se ha avanzado bastante bien y hoy sabemos sobre cómo tomamos decisiones, los aspectos de la memoria, de cómo percibimos el mundo, sobre cómo las emociones regulan la conducta, pero todavía no conocemos las preguntas más fundamentales sobre el cerebro: cómo se produce la conciencia, por ejemplo, aún no lo sabemos; cómo el cerebro genera el sentimiento privado, personal e íntimo que cada uno está teniendo; y todavía no tenemos una teoría general sobre el cerebro. Se avanzó muchísimo no sólo en conocer cómo funciona el cerebro, sino en detectar enfermedades neurológicas y psiquiátricas así como mejorar la calidad de vida del paciente y de la familia. Pero todavía las preguntas más importantes acerca del cerebro están sin responder.
-¿A veces uno reconoce que hizo algo inexplicable, o es que avanza “el otro yo” y actúa, y de paso le echamos la culpa al otro yo?
-El cerebro humano es el único órgano que intenta entenderse a sí mismo. Ningún otro órgano es capaz de entenderse a sí mismo, ni el hígado ni el corazón. Y además es el órgano más complejo del universo. Hay más neuronas que estrellas en la galaxia y entender el cerebro es el desafío más difícil que tiene la ciencia. En las últimas décadas hubo avances en la tecnología, más apoyo económico para los investigadores y avances en la genética que han hecho que avancemos, pero los desafíos más importantes aún quedan sin resolver.
-Los órganos buscan autodefensas, pero el cerebro es el único que no genera defensas…
-Para eso el cerebro tiene unas cubiertas, está cubierto por las meninges, que lo aíslan en cierta manera del resto del cuerpo y la comunicación es un filtro muy sofisticado.
-¿Se hace difícil dar explicaciones ante los docentes o ante los mismos profesionales de la ciencia acerca de lo complejo del cerebro?
-Es un desafío. Cuando regresé a la Argentina en 2001, después de trabajar en Estados Unidos y en Inglaterra, en la Argentina había grandes neurólogos, grandes psiquiatras, había un desarrollo muy grande en el psicoanálisis, pero no existía un desarrollo de las neurociencias cognitivas humanas; básicamente, entender cómo funciona la mente humana. No había laboratorios que tuvieran dedicación a los estudios de la mente y nosotros tuvimos que desarrollar los laboratorios, conseguir financiación, formar a los jóvenes investigadores argentinos, conectarnos con el mundo, pero además tuvimos que contarle a la sociedad qué era esto. Ahí también tuvimos un gran desafío y para eso escribimos un libro sobre el cerebro en el que se intentó explicar de manera didáctica, de manera rigurosa científicamente sin perder el rigor científico, pero de manera atractiva, acerca de lo que sabemos y de lo que no sabemos de cómo funciona la mente. Y por suerte la sociedad está muy interesada en estos temas, pero es un desafío intentar explicar esto en forma didáctica y atractiva sin perder ese rigor científico.
-Hay algo que siempre llama la atención acerca de la investigación que se realiza sobre el autismo en los chicos. ¿Tiene una explicación?, ¿hay alguna forma de superar ese problema?
-Hoy la prevalencia del autismo está creciendo. Nadie sabe bien por qué los pacientes con autismo tienen dificultades en la comunicación, conductas repetitivas, una serie de características muy bien definidas. No se sabe la causa. Y al no saber la causa es difícil desarrollar un tratamiento específico, pero la importancia radica en detectar cuanto antes esta condición. Hoy se puede pronosticar el autismo muy temprano en la vida, a los 17 ó 18 meses, y cuanto antes lo diagnostiquemos, y cuanto antes estimulemos al paciente y hagamos un tratamiento interdisciplinario, esto va a impactar en la calidad de vida de los pacientes y de los familiares.
-Y son los familiares los que reciben directamente ese impacto…
-Es que a los familiares de personas con trastornos neurológicos y psiquiátricos los llamamos los otros enfermos. Porque convivir con una persona que tiene un problema neurológico o psiquiátrico genera más ansiedad, depresión, aumento de la toma de psicofármacos, ausencia laboral, o sea que los familiares requieren atención porque tienen el síndrome del cuidador, el estrés del cuidador.
-Siempre se hace un comentario general, popular, y se dice que “los chicos de ahora son más rápidos mentalmente”. ¿Es así?, ¿por qué?
-Hay un fenómeno que se llama efecto Flynn. Ese efecto muestra que las nuevas generaciones suelen ser un poco más inteligentes, en términos de capacidad intelectual obviamente, que las generaciones anteriores. Pero nadie sabe bien por qué. Seguramente es el estímulo, las posibilidades que tienen ahora. Pero lo importante es que la inteligencia que se mide en esta conciencia intelectual, no representa toda la complejidad de la inteligencia humana. Es sólo una parte de esa complejidad.
-Es que lo cognitivo es mucho más abundante, los chicos reciben información en forma permanente y de todos lados, y esa es una gran diferencia respecto de generaciones anteriores y crecen de otra manera…
-Es así. Además, hay una inteligencia emocional, una inteligencia social, que inclusive impacta en el éxito de ciertas actividades. Y eso no se mide con el coeficiente intelectual, la inteligencia social o emocional no puede medirse como el coeficiente intelectual, así que el mensaje que quiero dar es que el coeficiente intelectual es una de las inteligencias que tenemos y es la que se puede medir, pero no el resto.
-En cuanto a la formación de los chicos, hay un sistema educativo que es viejo, que no sirve. ¿Eso influye de alguna manera en el desarrollo mental de un chico?
-El cerebro aprende, básicamente, de tres maneras: cuando algo lo estimula, lo inspira o le parece un ejemplo. Y hay que reinventar la educación, pero el docente es clave. Siempre va a ser clave porque el factor humano es importantísimo. El docente en la época nuestra cuando éramos chicos, hace años, transmitía información: San Martín cruzó Los Andes. Hoy, los chicos tienen acceso a Internet y toda la información está disponible, así el rol del docente actualmente no es transmitir el conocimiento o la información porque eso ya está, disponible y gratis. El rol del docente en este momento es que los chicos con esa información generen más información, que trabajen en equipo, que comuniquen la información, que generen nuevos trabajos. Así que el rol del docente cambió: hoy no es tanto de transmitir la información, sino generar nueva con la información disponible, comunicarla y trabajar en equipo. Pero el factor humano es fundamental, porque impacta en la emoción, la emoción impacta en la atención y la atención impacta en el aprendizaje. Así que la educación a distancia es importante, pero nunca va a reemplazar al factor humano, al docente, porque su presencia es importante.
-¿Cambiar sistemas educativos quizá pueda hacerlo personalmente, con una participación en la política -ya que es conocido que colabora con la gobernadora María Eugenia Vidal-, y le gustaría entrar directamente en ese campo para renovar los sistemas educativos?
-Yo soy médico, investigador, docente (soy rector en la Universidad Favaloro). Todos los días de mi vida trabajo como médico, como investigador, como rector, como docente, pero como vivo en un país muy desigual con un 30 por ciento de pobreza, con chicos con mala nutrición, entonces eso no puede esperar. Además de mi tarea como docente, médico e investigador, estoy ayudando a mi país colaborando con la Gobernadora justamente en estos temas, en brindar datos desde la ciencia, en desarrollo cerebral, en los recursos cognitivos y sociales, emocionales de los jóvenes y de los adultos mayores, y estoy como asesor ad honórem de una unidad ejecutora que creó la Gobernadora para poner el desarrollo cognitivo, social y emocional de los bonaerenses como prioridad. Siento que estoy satisfecho con mi trabajo desde lo médico, desde la investigación y desde la docencia, pero también con mi compromiso con el país. Hoy no estoy pensando en una candidatura. La verdad es que me siento halagado que muchos lo piensen, porque leo los diarios, pero creo que la Argentina debería preguntarse no por qué no se mete Manes, sino por qué no nos metemos todos en un país que es tan desigual.
-La última pregunta: ¿por qué tenemos memoria selectiva, a qué se debe?
-Por suerte (Jorge Luis) Borges en su cuento “Funes, el memorioso” describe la importancia de olvidar. Funes era un empleado de campo de Fray Bentos que tenía la tragedia de recordar todo y vivía las 24 horas de mañana para recordar las 24 horas de hoy, y así no aprendía nada nuevo. Si recordaríamos todo, deberíamos vivir las 24 horas de mañana recordando las 24 horas del día de hoy. Por suerte, olvidamos. Es más, olvidamos todo en la vida. Si te pregunto que me cuentes todo sobre lo que hiciste en la escuela secundaria, cinco años de tu vida, seguramente en 40 minutos te sobra el tiempo. ¿Entonces, si olvidamos todo, qué recordamos o qué seleccionamos? Fundamentalmente, lo que nos emociona. Si te pregunto dónde estabas cuando cayeron las Torres Gemelas, seguramente te acordás. Qué hacías a las 10 de la mañana del día anterior o por la tarde del día posterior, seguramente no. Básicamente, olvidamos todo y tendemos a recordar lo que nos emociona.
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