Dolors Reig (dreig) |
Me preocupaban hace unos meses, pensando en los 12 cambios en el cerebro conectado, los posibles problemas de creatividad que algunos expertos predecían. Piensan, más concretamente, que si la memorización es necesaria para la creatividad, que si cualquier brainstorming acude a conocimientos previamente almacenados en nuestras memorias, el tema puede verse perjudicado si almacenamos las cosas online.
Memoria que almacena, memoria que trabaja
Leyendo hace unos días me daba cuenta del sesgo cognitivo que desvelan esas dudas: la capacidad de nuestros cerebros de almacenamiento de la información es y será siempre limitada. De hecho, de alguna forma solamente mediante tecnología podemos ampliar de forma significativa esos límites. Dicho de otro modo Internet se convierte en nuestro disco duro externo, el lugar en el que almacenamos muchas de las cosas que antes solamente podíamos memorizar. Son varios los estudios que confirman la idea. En algunos casos se demuestra que se trata de un proceso casi consciente y derivado de la pereza cognitiva que nos caracteriza: si sabemos que van a guardarse los datos solemos tomarnos muchas menos molestias en memorizar las cosas. Números de teléfono, direcciones postales o de email, así como los conocimientos enciclopédicos que veíamos hace poco cómo también resultaban hoy más difíciles de recordar son ejemplos claros de ello.
Creatividad
La creatividad no depende de lo que almacenamos sino de la denominada memoria de trabajo, transactiva, procesual, etc. que supone que a la hora de trabajar con los conceptos los alojamos de forma temporal en otro espacio. La memoria de trabajo se refiere a la cantidad de información que somos capaces de mantener en nuestra mente en un momento determinado.
Y lo pensaba recientemente pero me lo confirmaba un estudio que encontraba anoche: la capacidad en cuanto a memoria de trabajo correlaciona positivamente con la creatividad.
El estudio consistía en tocar música, según un tema determinado. Antes se medía la memoria de trabajo de los participantes. Si bien no aparecían diferencias en un primer momento, conforme avanzaba, la gente con mayor capacidad de memoria de trabajo tocaba mejores improvisaciones. Al final del estudio, la gente con mayor capacidad era la que improvisaba, según los jueces, mejor. Las nuevas ideas son las que aparecen con mayor frecuencia según este enfoque, con importantes implicaciones, creo, en cosas que hasta ahora hemos considerado características “de personalidad”.
Sobreinformación y prejuicio podrían depender de una memoria de trabajo limitada
Cuando ponemos a la gente en actitud de crear, empiezan generando las ideas más familiares. La gente con poca memoria de trabajo se queda en este punto, mientras que los que puntúan más alto en esta empiezan a buscar fuera de lo que ya saben. Me pregunto si no tendrá esto que ver algo con los razonamientos tecnófobos, conservadores, contrarios al cambio de algunos. Hemos dicho a veces que el tema puede depender de la sobrecarga cognitiva y el prejuicio que termina generando pero podríamos añadir también este proceso al fenómeno. Más que nada porque puede / debe, cuando conduce a la inactividad en un momento de necesidad de cambio, educarse …
Trabajo en una nueva idea, libro, sin definir todavía, acerca de cómo desarrollar la creatividad, entre las nuevas competencias para el individuo conectado y añadiré sin duda la memoria de trabajo como elemento importante en el caso de la creatividad.
Comprensión lectora, una actitud activa hacia el recordatorio, aunque temporal, de las ideas que vamos leyendo, cuando la práctica parece que puede ser importante, pueden ser algunos de los elementos. Otros, me los guardo para una próxima entrada
Nota: acaba de salir al mercado editado por Deusto, Socionomía, mi libro. Aunque escribiremos en breve más extensamente sobre él, quería dejar enlace a su microsite, con enlaces para su compra y descarga tanto en versión papel como en versión ebook.
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