miércoles, 16 de mayo de 2012

Del mono al Iphone

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Kevin Kelly, el hombre que fundó Wired y anticipó las reglas de la nueva economía de Internet, explica su teoría de la tecnología, a la que presenta como una extensión de la mismísima teoría de la evolución.
n su último libro, What Technology Wants, sostiene que la tecnología tiene su propia lógica interna y sus propios ritmos, que se parecen muy poco a los deseos de los humanos que la idearon. Es que, para Kevin Kelly, la tecnología se crea a sí misma y es ilusoria la visión de que es el resultado del ingenio de los inventores.En la entrevista que sigue, el cofundador de Wired y autor de trabajos antológicos sobre la evolución de la tecnología, se refiere, entre otras cosas, a su obra más ambiciosa: el borrador de una teoría de la tecnología.
 
¿Cuándo y cómo nació su relación con la tecnología?
Yo era un chico de los suburbios que me sentía inclinado a un estilo de vida simple, inspirado en la cultura hippie de los ’60. En lugar de ir a la universidad fui a Asia, que todavía estaba dormida y seguía siendo muy tradicional. De regreso a Estados Unidos recorrí el país en bicicleta. Conocí a los Amish en Pennsylvania y me identifiqué con su sencillez. Podría haber seguido ese camino, pero algo pasó. Una de las herramientas que descubrí fueron las nuevas redes electrónicas de computadoras, que sugerían una visión distinta de la tecnología. No eran esas plantas industriales que largan humo. Había en ellas algo orgánico y vital. Y cuando tuve la posibilidad de trabajar en redes y escribir sobre ellas, descubrí que se adaptaban muy bien a los seres humanos y que les infundían poder. Experimentar con las computadoras online me modificó profundamente. La tecnología era algo compatible con una manera de vivir que no requería cosas nuevas todo el tiempo. Empecé a juntarme con los que trabajaban en ese campo y a informar sobre lo que hacían.
 
¿Fue entonces cuando lanzaron la revista Wired?
Yo dirigía la revista Signal, concentrada en las herramientas de la tecnología digital emergente. Y tenía un amigo que creó una llamada Mondo 2000, donde se examinaban las personalidades y las ideas que surgían de la cultura digital. Otros querían ocuparse de la cultura que producía la tecnología, y con ellos fundamos Wired, que ya tiene 20 años. Yo fui el editor. Ya existía Internet, pero no la Web. Queríamos hacer una revista que hablara con la gente interesada en la tecnología sobre lo que hacían, que expresara sus sueños y sus esperanzas.
 
¿Qué oportunidades ve actualmente en la tecnología?
Hasta ahora conocemos más los costos que los beneficios, pero creo que finalmente, después de deducir todos los costos, lo que tendremos será una mayor cantidad de opciones y oportunidades, y una mayor capacidad para hacer cosas. Cada nueva tecnología traerá consigo un nuevo conjunto de posibilidades, así como la tecnología digital produjo los medios sociales.
Usted está en contacto con personas que trabajan en tecnologías de avanzada. ¿Cuáles de ellas considera que tendrán mayor impacto?
Éste es un gran período de innovación. A partir de cosas diminutas, gracias a la nanotecnología, se pueden construir materiales muy fuertes, hechos de carbono, que es barato, en vez de usar metales caros. Es una gran promesa. También hay nuevas tecnologías para producir energía: nuclear, solar, eólica, todas son grandes promesas. En las ciencias de la vida se necesitarán muchos años para secuenciar los resultados del genoma humano, pero será algo de gran importancia. Cada persona tendrá sus genes secuenciados más de una vez, y el conocimiento médico que proporcionará esa información será inmenso. A su vez, son obvios los beneficios de los dispositivos de localización, que muestran dónde estamos en cada momento y nos permiten compartir esos datos. Pero también hay desventajas. Debo ser honesto y decir que muchas de las consecuencias de la tecnología serán negativas. Por ejemplo, nuevas maneras de encarar la guerra mediante aviones a control remoto y robots. Y tenemos el lado malo de la Web: el crimen organizado, el terrorismo en red, los hackers cibernéticos. Son fenómenos que aumentarán más y más. Es el costo que tendremos que pagar por las nuevas tecnologías.
 
Al considerar las desventajas de ciertas tecnologías, ¿deberíamos dejarlas de lado?
No creo que podamos prohibir o excluir tecnologías. La tecnología es un tipo de pensamiento. Cada innovación lleva a otra idea. Y no por tener una idea mala o negativa se nos pedirá que pensemos menos. Si una tecnología causa daño, la respuesta correcta no es anularla sino mejorarla. En lugar de proscribir tecnologías, lo que debemos hacer es desalentar que se usen como armas peligrosas.
 
¿Qué cambiarán las nuevas tecnologías y hasta qué punto dependeremos de ellas?
Gran parte de las tecnologías de nuestra vida cotidiana son viejas: madera, metal, hormigón; los materiales de la revolución industrial. Las nuevas serán cosas que modificarán nuestras ideas, pero creo que no habrá muchos cambios en el mundo físico. La mayoría de las grandes ciudades, por ejemplo, no cambiarán demasiado. Sin embargo, las nuevas tecnologías generan cambios que marcan diferencias en nuestra identidad, en el conocimiento que tenemos sobre nosotros y en nuestras relaciones. La naturaleza de nuestra relación con la tecnología se sigue profundizando, pero esto ha sido así desde el comienzo de la humanidad. En cierto sentido somos humanos porque hacemos herramientas y tecnologías. Inventamos el fuego; el fuego nos ayudó a inventar la cocción, que es un estómago externo que nos permite consumir alimentos que de otro modo resultarían indigeribles. Esta nutrición adicional modificó nuestro cuerpo. Cuando domesticamos a los animales empezamos a tomar leche y cambiamos nuestros genes, para poder digerir la leche siendo adultos. A partir de las cosas que inventamos, hemos realizado tantos cambios en nuestra evolución humana que ya no podemos vivir como especie sin nuestras herramientas y tecnologías. Y como cultura dependemos completamente de ellas. Necesitamos el alfabeto, leer y escribir, educarnos, y ahora también Internet para sentir que realmente estamos haciendo algo. Y en el futuro dependeremos aún más de la tecnología porque es un ecosistema. Un ecosistema es más que una flor aquí, una rana allá y un hongo más allá. Todo es interdependiente y está relacionado, y forma algo nuevo que es mayor que la suma de sus partes. Así ocurre con la tecnología. Todas las tecnologías juntas y en interacción forman una unidad que denomino “technium”, que es como el ecosistema de las tecnologías y muestra un comportamiento similar a la vida.
 
¿Podría dar un ejemplo?
El technium exhibe una conducta adaptativa: responde a las cosas, evoluciona, se va moviendo hacia una mayor complejidad, se diversifica cada vez más y utiliza la energía de manera más eficiente. Son los mismos largos plazos que vemos en la evolución de la vida. En algún sentido, el techniumcomo un todo es muy parecido a la vida. El iPhone no se parece a la vida, pero es parte de ese technium, que como conjunto muestra el mismo tipo de tendencias a largo plazo que la evolución. Por eso lo vemos como una extensión de la vida.
En su libro, usted dice que la tecnología y la vida deben compartir algo más...
Hace algo más de medio siglo, cuando James Watson y Francis Crick descubrieron el código genético del ADN, demostraron que la esencia de la vida no era la energía ni algo material, como el carbono, sino la información. Entonces, si la información es la esencia de la vida y también es la esencia de la tecnología, las dos están relacionadas porque ambas son procesos de información.
 
 
¿Implica eso que la vida puede ser manipulada? Porque nos gusta pensar que la vida es mucho más que eso…
Sí, cuando entendimos que la esencia de la vida era información, ciertamente destronamos a la vida. Es lo que llamamos el cuarto destronamiento. El primero, con la revolución copernicana, fue el de nosotros como centro del universo. El segundo, cuando Darwin nos enseñó que los seres humanos éramos parte de un proceso evolutivo. Con las teorías de Freud llegó un tercer destronamiento: el de nuestro ego; de nuestra propia idea del centro. Ni siquiera estábamos en el centro de nuestro propio ser: teníamos un inconsciente. Y ahora es el momento del cuarto destronamiento: la vida misma tampoco es tan especial, es un proceso de información. No hay nada único en ella; podemos ponerla en sistemas mecánicos, y manipularla y modificarla con ingeniería genética.
 
¿Qué lo impulsó a escribir What Technology Wants?
Estamos rodeados de tecnología. Tenemos autos, rascacielos, aviones, tecnologías médicas que alargan nuestras vidas, medios sociales y cámaras por todas partes. Pero para todo esto no tenemos ninguna teoría. ¿Qué significa? ¿Cómo se relaciona? ¿Qué vendrá después? Es casi como la biología antes de Darwin. Los coleccionistas buscaban y encontraban un organismo tras otro, los ponían en fila y hacían un pequeño museo, y eso era la vida. No había ninguna teoría. Hasta que llegó Darwin y dijo que había un marco para entenderlo: la evolución. Tendemos a pensar en la tecnología de la misma manera: como una cosa que viene después de la otra, sin ninguna teoría para entender qué significa. Mi libro es un intento de crear una teoría de la tecnología. Después de hablar con tecnólogos y filósofos, presento este primer borrador de mi teoría de la tecnología como una extensión de la teoría de la evolución. Creo que hay allí suficiente material como para que otros sigan trabajando en ello.
 
¿Qué es lo próximo en esa evolución?
Si observamos el estadio actual de la tecnología en el mundo como una extensión de la evolución, podemos empezar a entender hacia dónde se dirige. Hay unas ocho o nueve tendencias de largo plazo. La tecnología se volverá más compleja, más diversa, más orientada a la reciprocidad, más especializada, más eficiente en el uso de energía. Cualquier pieza de tecnología que se nos ocurra, en el futuro se volverá más complicada y especializada. Hay una expectativa de que la tecnología sea más simple, pero eso no ocurrirá. Es posible que haya una interfaz más simple. Podemos desarrollar tecnologías de aspecto simple, como la del iPod, pero para usarlas se requerirán más conocimientos. Si queremos aprovechar los beneficios y evitar los daños, tenemos que adoptar esas tecnologías entendiéndolas.
 
¿Y cuáles son sus sugerencias al respecto?
Si se acepta la idea de que la tecnología es una fuerza vital, una extensión de la evolución, no podemos prohibirla. Uno puede probarla y decir que no es buena para algo, y permitir que se la use para otra cosa. Por eso, la primera sugerencia es que no tenemos que aceptar cada tecnología que aparece. Debemos darnos permiso para probar cosas y luego dejarlas, pero sólo después de comprobar que no funcionan. Una segunda cosa que podríamos intentar con un invento es incrementar la variedad, de modo tal de ayudar a que otras personas encuentren la tecnología que libere su talento. La tercera sugerencia es entender que cada nueva tecnología que aparece tiene un precio, y preguntarnos cuál es su costo en términos de lo que estamos perdiendo. Porque toda tecnología tiene un aspecto negativo, que aumenta cuanto más poderosa sea. Por lo tanto tenemos que preguntarnos por los costos, no para prohibirla sino para anticiparnos y “educar” a esa tecnología para que encuentre el uso adecuado. <
 
Noviembre/Diciembre 2011© Gestión

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