http://www.yorokobu.es/socionomia/
Internet ha amplificado de forma radical la capacidad en que las
personas pueden comunicarse y colaborar entre ellas. “Somos mejores
gracias a lo vivido y aprendido en internet”, dice Dolors Reig.
“Las sociedades híbridas ya reflejan e irán reflejando cada vez más los
valores de esa nueva especie de individuos conectados que las habitan”.
La psicóloga social desarrolla esta teoría en su libro Socionomía. Reig
asegura que dar nombres distintos a lo que se hace dentro y fuera de
internet no encaja en esta nueva sociedad, la “sociedad postdigital”,
apunta. “Una sociedad híbrida entre lo real y la capa aumentada a la
realidad que supone la red, la nube o como queramos llamarla. El término
destaca que ya no tiene sentido hablar de lo digital y lo real como
cosas separadas, que para los nacidos después de los 90 la distinción es
innecesaria”.
Hablas de que desarrollaremos un potencial hacia
sociabilidades e inteligencias que irán aumentando entre lo natural y lo
tecnológico. ¿Cuál es ese potencial?
Es mucha la potencia de la reunión de seres humanos, incluso hasta el
punto de que algunos consideran lo social como una de las fuerzas de la
evolución, junto a la selección natural. Somos animales
extraordinariamente sociales, con cerebros ya preparados para serlo. La
abundancia de entornos y posibilidades de colaboración actuales en el
campo abonado de nuestra naturaleza puede llevarnos a extremos nunca
antes vistos.
En cuanto a la inteligencia resulta obvio observar el potencial de la
inteligencia colectiva en el contexto de redes: Wikipedia o Linux
serían ilustres ejemplos. En cuanto a sociabilidad creo que tenemos una
oportunidad única para basar el mundo en principios nuevos, como la
colaboración, la solidaridad o compartir desde la vivencia constante de
un espacio común y, por tanto, un aumento de la empatía. Quizás, como
diría [Zygmunt] Bauman y también explico en el libro, el sistema actual
que prioriza el consumo se fraguó desde la desintegración de lo social,
de lo comunitario. Es importante ver cómo gracias a las redes sociales,
gracias a que volvemos a estar juntos, podemos refundarlo.
¿Qué hábitos y habilidades tiene que tener cualquier persona,
cualquier profesional, en este nuevo entorno? ¿Qué características y
competencias debe tener una empresa o un trabajador que quiera tener
éxito en este mundo conectado?
Varias. Debe tener las capacidades de organizar la inteligencia
colectiva, dinamizar grupos, analizar datos y entender cómo se comporta
el individuo cuando vive conectado de forma permanente a su círculo
social. Debe filtrar de forma crítica la información existente, mostrar
que se es experto en un producto o servicio determinado a partir de esas
competencias de “curación de contenidos”. Pero, sobre todo, mostrar una
actitud permanente y positiva hacia el aprendizaje. Si hay algo cada
vez más importante, es aprender a aprender como individuos y
organizaciones lo que es más relevante en cada momento.
Dices en tu libro que “ser más sociables nos hace más solidarios”.
Ser sociables y poder ponerlo en práctica de forma abundante, gracias
a las TIC, nos hace más fuertes cuando volvemos a estar juntos, en los
nuevos espacios públicos de internet. Diversos estudios demuestran cómo
la conexión virtual se vivencia, física (neuroquímica, neurobiológica) y
psíquicamente como real. Estar conectados a un “nosotros” más amplio,
más global, más diverso, aumenta el alcance y la calidad de nuestra
empatía, como así lo demuestran muchas investigaciones.
¿Cuáles son los elementos básicos de la cibercultura?
Dicen que están destinados a cambiar la realidad. ¿Cómo la están
cambiando ya? Pacifismo, diálogo, participación, transparencia,
autenticidad (es más necesario que nunca ser auténtico y transparente,
en ausencia de los criterios de confianza tradicional), diversidad,
muchos de ellos tiñen ya, creo, las movilizaciones sociales, desde el
15M al Occupy, pasando por las denominadas revoluciones en los países
árabes. Como rasgo evidente, el de la resolución de conflictos de forma
dialogante y pacífica por parte de unos ciudadanos a veces más
evolucionados que sus gobiernos se dejó ver en aquellos casos.
Comento a menudo que lo que está cambiando con la experiencia de
internet es la persona… Somos distintos, como observa Castells, desde
que estamos en redes sociales y eso no tiene vuelta atrás a la hora de
ir cambiando la realidad. En el libro amplío el tema desde el concepto
de disonancia cognitiva como detonante de la insatisfacción individual y
por lo tanto como elemento esencial de las movilizaciones colectivas.
Hablas de prosumidores en vez de consumidores. ¿En qué han
cambiado? ¿No es hora ya de dejar de definir a alguien por lo que compra
y por sus pertenencias?
Totalmente de acuerdo. Solamente me gusta del término prosumidor que
de alguna forma corrige el de consumidor, neutraliza en cierto modo el
servilismo que el último inspira. Prefiero, como aparece en el libro,
hablar de cómo el individuo conectado se ha convertido no solo en
interactivo, sino que ha ido evolucionando desde ese punto hasta el de
demandas de verdadera participación en lo que consume, en lo que le
rige, en todas las esferas de su vida pública.
Reflexionas sobre los filtros para la creciente infoxicación
(sobreabundancia de información). Hablas también de una nueva figura
profesional: el intermediario crítico del conocimiento, capaz de
discriminar la calidad de los contenidos mediante una variedad de nuevas
y viejas herramientas técnicas. ¿Es una figura distinta al periodista?
¿El periodista tendrá que hacer esta labor también?
Es, creo, una de las nuevas funciones del periodista (junto a la
comunicación, la síntesis), pero también de cualquiera que pretenda
comunicar en las redes de intereses actuales en los social media.
Profesores, community managers, productores culturales y marcas podrán
ofrecer como valor añadido el filtraje y la crítica en cada sector en un
contexto de sobreabundancia informativa generalizada. Siempre digo que
con la del psicólogo social y el pedagogo, la del periodista es una de
las profesiones más prometedoras hoy precisamente porque es ya un
profesional experto, probablemente como los anteriores, en captar la
atención. Buena información y buena dinamización de las motivaciones
humanas serían las claves.
Dices que sí hay salida a la crisis, que hay muchos ejemplos
de innovación social ligada al cambio. ¿Qué posibilidades de modelos de
negocio ves y qué oportunidades en sectores agotados?
Cada sector tendrá que resolverlo pero sí hay algunas de las
denominadas “actitudes 2.0” que son transversales y pueden ayudar. El
modelo ‘Spotify’ de venta asequible de servicio y no de venta cara de
productos funciona bien en un escenario de música abundante y creo que
irá generalizándose en el ámbito de la cultura y tal vez en otros.
También se trata, en muchos ámbitos, de abrirnos a la comunidad, de
dejar que la comunidad se apropie, participe de nuestra marca, producto,
servicio…
También en Socionomía amplío muchísimo este aspecto pero para
finalizar recuerdo cómo entre las claves para ir adelante en entornos
complejos está la flexibilidad. Las mejores aproximaciones serán la
observación permanente (análisis de datos, la hemos llamado antes) y la
capacidad de cambiar de forma rápida y eficiente en escenarios
básicamente imprevisibles. Siempre cito Twitter como ejemplo. En
principio era una red destinada a sustituir los sms pero supo dejarse
apropiar, cambiar sus objetivos de forma rápida a tenor de lo que su
comunidad iba pidiendo.
La evolución y la salida de la crisis parece estar ligada
incuestionablemente a la tecnología pero la inversión en I+D ha sido
reducida de forma notable. ¿Tienen que asumir los ciudadanos y las
empresas ese papel?
Shirky habló en su momento del poder de la organización sin
organizaciones. Sí creo que, con mayor poder, más empoderados, siendo
micropoderes en sí mismos y haciendo uso de las redes sociales, las
responsabilidades también aumentan. Es un error para los gobiernos dar
la espalda a un movimiento que como intento demostrar en todo el libro,
no tiene vuelta atrás. Leía hace poco cómo la delincuencia lleva la
delantera a los movimientos democráticos a la hora de aprovechar las
tecnologías… Que los gobiernos democráticos no las apoyen es, desde esa
perspectiva, doblemente grave.
Desde la ciudadanía, desde las empresas, debemos pensar en aplicar la
palabra mágica, “social”, gracias en gran medida a las TIC, a la
innovación que irá reinventando el sistema. Redes energéticas más
eficientes si compartimos excedentes, como planteaba recientemente
Rifkin, comunidades de conocimiento, comunidades en las que se comparten
datos para consumo o investigación son algunos de los elementos que
aparecen en el libro como llamada a ciudadanos y empresas.
Hablas de “sociedad aumentada”. ¿Qué quieres definir con este concepto?
Significa poner el énfasis en que en la sociedad postdigital el
aspecto social el más disruptivo. Significa que lo esencial de internet y
las redes sociales es que hace a los individuos más fuertes. El término
“aumentado” aquí significa también que no estamos anulando ningún tipo
de relación entre seres humanos, sino ampliando enormemente su variedad,
sus posibilidades.
Imagen de Kodomut reproducida bajo licencia CC.
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