Hacerse cargo significa tomar las riendas de nuestra vida, aceptar los errores y aprender de ellos, y también hacerse cargo de los éxitos y disfrutarlos.
De las decisiones, de los pensamientos, de los sentimientos, de las acciones, de las inacciones, de la propia vida.
Conozco muchas personas que culpan a quien tengan a mano de sus infortunios, a su familia, cultura, al gobierno de turno, al Universo, al jefe, a una adicción, lo que les surja; y muchas otras que les otorgan sus créditos a la suerte, a un favor que recibieron, a la casualidad o lo que sea.
La realidad me ha demostrado que cada uno de nosotros somos responsables de nosotros mismos y de las cosas que nos suceden.
Por supuesto que hay imponderables, situaciones que están totalmente fuera de nuestro control, y otras en las que tenemos una influencia muy relativa. Sin embargo siempre podemos elegir como reaccionar frente a estas situaciones y hacernos cargo de ello.
Cuando nos damos cuenta que esconder la cabeza como el avestruz es una opción lamentable y sumamente perjudicial, comenzamos lentamente a desear salir de ese agujero.
Hacerse cargo significa tomar las riendas de nuestra vida, aceptar los errores y aprender de ellos, y también hacerse cargo de los éxitos y disfrutarlos.
Cuando responsabilizamos a otros por nuestras acciones les estamos entregando el poder, actuamos como niños cuya primera respuesta es yo no fui.
Hacerse cargo y enfrentar las consecuencias de las decisiones tomadas significa madurar, y también implica algo sumamente importante, la posibilidad de cambiar.
La única forma de modificar aquello que no nos gusta, que nos está saliendo mal, que no se ajusta a nuestros deseos, es hacernos cargo de que estamos en ese lugar por nuestros propios actos. Desde aquí, podemos elegir otro camino.
Los pensamientos generan sentimientos y estos a su vez nos impulsan a actuar o no, de determinada manera. Hacernos cargo es ser libres para pensar, sentir y actuar en forma independiente escuchando nuestra voz interna.
Podemos equivocarnos mil y una vez y muchas más, podemos errar la ruta, podemos sufrir con los resultados, sin embargo si nos hacemos cargo de aquello que nos llevó hasta aquí, también sentiremos que tenemos la inmensa posibilidad de ajustar la brújula, tomar otro rumbo, salir de este lugar. Y actuaremos de acuerdo a ello.
Hacerse cargo es dar la cara, enfrentar y confrontar con quien sea necesario. Es asumir nuestro rol y nuestra responsabilidad, es cumplir con nuestra palabra y no darla sin pensar, en vano, solo porque es eso lo que suponemos que se espera.
Es también empezar a elegir desde nuestra dignidad, siendo fieles a nosotros mismos,es estar atentos a las oportunidades y tomarlas cuando se presentan, es darnos la chance de cambiar cuantas veces sea necesario.
Hacerse cargo es pedir ayuda en el momento que lo precisamos, es reconocer nuestras vulnerabilidades, es tender la mano y permitir que otro la sostenga.
Y por supuesto es reconocernos en nuestros logros, felicitarnos por ellos, darnos el crédito que nos merecemos. Es estar conscientes de nuestras fortalezas, es acompañar a quien nos necesita
Cuando nos hacemos cargo, nos estamos dando un lugar y no permitimos que otro nos desplace. Nuestra estima se robustece y salimos al mundo con vigor y determinación.
Y el mundo responde en consecuencia.
AUTOR DESCONOCIDO
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