Aquellas actividades que son vitales para nuestra supervivencia o la de nuestra especie nos proporcionan un intenso placer: comer, beber, dormir o las relaciones sexuales. La selección natural ha favorecido una asociación placentera para asegurarnos de que las persigamos en nuestra vida día tras día.
Crear nos produce placer (Imagen: “Grupo Punset Producciones”).
Lo que pocos caen en la cuenta es que hay otros comportamientos agradables que siguen la misma lógica. Crear, innovar y jugar son también divertidos y poseen una motivación intrínseca al margen de recompensas externas. Gracias a ellos podemos inventar nuevas maneras de obtener recursos, viajar, aprender a relacionarnos con los otros o conseguir más y mejores alimentos. De hecho, en experimentos en los que se recompensa a niños por jugar, tras hacerlo, su motivación desciende. Otros primates también son seres muy juguetones y son felices cuando desarrollan su lado más lúdico.
Orangután divirtiéndose en Nyaru Menteng.
El mismo fenómeno ha sido descrito para actividades que implicaban altruismo y cooperación. Cuando se les premiaba por ayudar, dejaban de hacerlo. Esto quiere decir que los humanos nacemos con una predisposición a la colaboración con aquellos que nos rodean. La cooperación y el altruismo nos hace felices porque han sido y son fundamentales para nuestra supervivencia. Por esta razón, relacionarnos, establecer alianzas y vínculoscooperativos con otros miembros del grupo es algo que nos hace muy felices, tanto a primates humanos como no humanos.
Altruismo en primates humanos y no-humanos.
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