Con solo 27 años ganó varios concursos de emprendedores y dirige dos empresas, una de ellas la más innovadora de la región para el BID. Soñaba con una carrera espacial y lo logró.
DÉBORAH FRIEDMANN
Victoria Alonsopérez recibe con una amplia sonrisa que regala a menudo y una chaqueta roja, color casi exclusivo en su guardarropa y uno de sus sellos distintivos. Se sienta dispuesta a narrar su historia. Habla rápido, muy rápido. Quizás porque con solo 27 años esta uruguaya tiene mucho para contar. Ganó varios concursos internacionales de emprendedurismo, está al frente de dos empresas, una de ellas seleccionada como la startup más innovadora de América Latina por el Banco Interamericano de Desarrollo, es directora mundial de una organización que apoya al programa espacial de Naciones Unidas e, incluso, llegó a participar en el lanzamiento de un cohete modelo en el Centro Espacial Kennedy.
La familia y un episodio de la infancia tienen mucho que ver con su vocación espacial y también con su perfil emprendedor. Con cuatro años se le ocurrió consultarle a Daniel, su padre, contador de profesión, para qué servían los números. Él le preguntó cuántos conocía, la llevó hasta la ventana, le mostró la Luna y le dijo que los hombres que habían llegado hasta allí lo habían hecho por la correcta combinación de esos números. "De ahí en más siempre quise desarrollar tecnologías para que los humanos pudieran ir al espacio".
Así que en su vida se hizo habitual ver en televisión documentales deDiscovery referidos al espacio y grabarlos, y hacer cursos sobre astronomía. A los 14 años presentó un proyecto en una Feria de Ciencias sobre cómo se podía hacer posible la vida en Marte. Lo hizo con su padre como tutor porque entre sus compañeros del liceo no había quienes compartieran sus intereses.
—¿Te sentías rara?
— Nunca fui rara pero distinta seguro, porque yo era la única que quería tener una carrera espacial. Obviamente en el colegio me decían que no iba a poder, que estaba soñando.
—¿Y a vos no te importaba?
—Para nada, al contrario. A mí no me importaba, y si me tenía que quedar en la biblioteca leyendo libros lo hacía. Me interesaba tanto el espacio y tenía tanta pasión que lo que dijeran los demás no me importaba demasiado.
Cuando terminó el liceo, Victoria se decidió por estudiar ingeniería eléctrica, que era lo más parecido a lo que en realidad le interesaba, la ingeniería aeroespacial. En el medio de la carrera, presentó el proyecto sobre Marte mejorado y obtuvo una beca a Corea de la Federación Internacional de Astronáutica, estudió en la Universidad Internacional del Espacio y se involucró con Space Generation Advice for Council (SGAC), una organización para jóvenes de 18 a 35 años que apoya al programa espacial de la ONU, de la que ahora es directora. Allí pudo concretar su sueño de trabajar en cuestiones relacionadas con la carrera espacial. Estuvo involucrada en varios proyectos, entre ellos de diseño de pequeños satélites, y se codea con los jefes de las principales agencias espaciales en paneles de congresos internacionales.
Fue justamente a raíz de ese trabajo sobre satélites que la faceta emprendedora de Victoria se hizo presente. Había hecho una investigación sobre su regulación y estaba buscando una conferencia donde presentarla. Ingresó a la página web de la Unión Internacional de Telecomunicaciones buscando eso, pero lo que encontró fue una competencia para jóvenes innovadores que pudieran resolver un problema en la región. Enseguida vino a su mente el brote de fiebre aftosa de 2001 y la inexistencia de un modo de monitorear a tiempo las enfermedades de los animales. Bajó a tierra la idea de un collar que transmita información del animal, hizo un plan de negocios y se presentó. "Cuando me dijeron que era finalista, vi y eran todas empresas o equipos con gente de las principales universidades de Estados Unidos. Yo me había presentado sola. Gané la competencia y obtuve los 5.000 dólares que te daban para iniciar la empresa".
Poco después, en 2013, nació IEETech (junto a un socio, Sebastián Berchesi, del que después se separó) y obtuvieron fondos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANNI) para desarrollar el prototipo de chipsafer, un collar que se coloca al animal y transmite información sobre posición y movimiento. Con esta herramienta el productor rural puede saber dónde están los animales, cuánto caminaron, hacia dónde y si alguno se alejó de determinado perímetro. A tener listo el collar le dedicaron todo el año pasado. En este punto, las cosas no salieron tan bien como esperaban. La fábrica de China a la que le encargaron los primeros dispositivos no alcanzó la calidad mínima necesaria, así que el pedido fue cancelado. "La fábrica no daba ni cerca. Nos pasó todo lo que le pasa a cualquier persona que no tiene experiencia en esto. Ahora definimos totalmente el producto y estamos viendo opciones entre China y Estados Unidos".
Mientras, Victoria estuvo lejos de quedarse con los brazos cruzados. El año pasado nació su segundo emprendimiento, Cloud-Stat, una empresa que desarrolla drones para distintos usos —dependiendo del sensor que pida el cliente y que le coloquen—, fabricados con impresoras 3D, por lo que tienen un costo bajo y, a su vez, también son más estables. Además, se dedican a reparar drones y a la Internet de las cosas: hacen distintos tipos de sensores que se pueden conectar en la casa, el campo o cualquier lugar y luego transmiten información.
Además se presentó a The Venture, un concurso de emprendedores organizado por Chivas Regal. El resultado fue, otra vez, positivo:chipsafer consiguió el segundo lugar y 165.000 dólares, dinero que destina a la producción de 500 dispositivos que realizan en Uruguay, que son los primeros que estarán en el mercado. De hecho, algunos ya ingresaron. Por lo demás, reciben pedidos de buena parte de la región a los que están dando fecha de entrega para el año próximo.
—¿Sos de tenerte mucha confianza?
— Más que mucha confianza estoy segura de lo que estoy haciendo yo.
—¿Qué pensás que tenés como diferencial para que se haya dado esta carrera exitosa siendo tan joven?
—Perseverancia, muchísima y siempre seguir lo que me apasionaba. Mi padre siempre nos decía que la única forma para que nos destacáramos era que hiciéramos lo que nos encantaba. Siempre tuvimos bien fijo eso y nos definió bastante.
—¿Y algo más?
—No tomar un no como respuesta y levantarte ante el fracaso también, porque uno ve los premios pero también están las otras cosas, como lo que nos pasó con China. Las gráficas sobre los emprendedores son altos y bajos todo el tiempo, hasta que te vas nivelando.
Cuando llegan los contratiempos, Victoria piensa que "son cosas que pasan" y trata de aprender de ellos. Lo que también la ha ayudado en este camino es hablar con otros emprendedores y saber que dificultades como las que enfrentó son habituales. "Te dicen que es normal, que les pasó mil veces, entonces te das cuenta de que es muy raro que a alguien le vaya todo bien de primera. Yo en este tiempo aprendí muchísimo. Si hubiera empezado la empresa hoy y no hace dos años hubiera hecho muchas cosas diferentes pero no hubiera aprendido todo lo que aprendí".
En ese aprender Victoria es ahora una persona que se toma sus tiempos. Así, una decisión puede llevarle una semana o un mes, pero va a esperar a estar segura antes de definirse. En el camino, se apoya en firmas como Agora Partnership, que se dedican a potenciar empresas, o en sus mentoras, entre las que cuenta con dos de las mujeres más poderosas del mundo según la revista Fortune.
—Para ser tan joven ya has llegado bastante lejos. ¿Qué le aconsejás a alguien que se proponga emprender?
—Que no se desanimen, que van a tener altos y bajos pero que al final vale la pena.
—¿Y tú, en diez años, qué te imaginás haciendo?
— Un sueño a largo plazo es un emprendimiento de naves espaciales. Lo veo como algo más a futuro; para eso se necesito mucho capital. Así que dentro de diez años espero poder tener una empresa de tecnología espacial.
SUS COSAS.
Su música.
Cuando a Victoria le preguntan qué tipo de música escucha no duda un instante: U2, Bon Jovi, Guns N Roses son los artistas que más le gustan. Si tiene que seguir nombrando se inclina por todo lo que sea de fines de los 80 y principios de los 90. En español, le gusta "muy poca cosa", comenta.
Un lugar.
Si bien se pasa buena parte del año viajando, cuando tiene que elegir un lugar Victoria se inclina por Punta del Este. Es habitué del principal balneario uruguayo desde siempre, ya que cuando era chica sus padres trabajaban allí y solían ir a menudo. "Es un lugar súper tranquilo, me gusta mucho".
Los "debes".
En estos momentos Victoria cree que tiene dos cosas en la columna del "debe": practicar ejercicio físico, algo que solía hacer regularmente y tiene casi abandonado, y estar un poco menos pendiente del celular, dispositivo que no deja en ningún momento del día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario