Veamos: Principio de Peter, Principio de Dilbert y Principio de Shirky. Parafraseando a Groucho Marx, empezaré diciendo que estos no son mis principios. Si le gustan, tengo otros.
Mis amigos de El Laboratorio de las TI me han retado a escribir esta post, inevitablemente socarrón. Todo partió del excelente artículo Qué puede hacer tu Empresa para que seas un Mejor Jefe de Proyecto (Project Manager) del citado blog. Y, sí, fui yo el que les retó a ellos, pero me salió el tiro por la culata y aquí estamos :).
Vamos allá.
El Principio de Peter
Hace ya mucho que leí el excelente libro El Principio de Peter, de Laurence J. Peter, en el que el autor introdujo el archifamoso principio que lleva su nombre.
En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia.
Dicho de otra forma, las personas que hacen bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia.
En lo que nos ocupa, sucede en muchas empresas, sobre todo tecnológicas. Se empieza desde abajo, haciendo trabajo técnico. Uno lo va haciendo bien y asciende: adquiere mayores responsabilidades técnicas, dirige pequeños equipos, luego proyectos, programas y, así, si se descuida, termina de director general de la empresa. Claro que no todo el mundo llega a a recorrer toda la pirámide alimentaria. Cada cual se queda en un sitio diferente. ¿Por qué? Porque alcanza ese estado de incompetencia en el puesto para el que no está preparado y, por tanto no puede prosperar.
El corolario de este principio tampoco tienen desperdicio:
- Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones.
- El trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia.
No soy un experto, hace mucho que leí el libro, y nada más. Pero sí hay un hecho, en mi humilde opinión, impepinable, y es la evolución en sí misma que uno tiene en su carrera profesional, al menos en la empresa española (y me atrevería a decir que en la europea). Dicha evolución, ¿es compatible, no ya con nuestras capacitaciones personales y/o profesionales, sino también con los intereses de uno mismo?
Desde el punto de vista del trabajador, progresión suele ir acompañada de poder de decisión, autonomía, reconocimiento y aumento salarial, por citar unos cuantos. Demasiadogoloso como para decir que no (aunque, claro, no siempre se ven los contras). ¿Realmente merece la pena? Asumiendo que uno pueda optar por el sí o el no, la base de todo está en elautoconocimiento. Te remito a una entrada previa del blog, en la que trataba la cuestión de gestionarse a uno mismo.
Desde el punto de vista de la empresa, huelga decir que tampoco es bueno tener Peters en plantilla. Para empezar, tendrá que contratar a gente con la esperanza de que promocionen y hagan el trabajo que no hacen los Peters. La solución es clara: fomentar y promover la variedad de carreras profesionales en la empresa. Esto exige valorar el trabajo a todos los niveles: una persona debería poder desarrollar una carrera puramente técnica, convirtiéndose en referente en una determinada área del conocimiento o tecnología. O desarrollar su carrera como jefe de proyecto, sin estar abocado necesariamente a tareas comerciales. Y así sucesivamente.
El Principio de Dilbert
El Principio de Dilbert es más radical. Si por el principio de Peter ascendemos por competencia, en el de Dilbert se hace por incompetencia, a aquellos puestos en los que se haga menos daño. Textualmente:
Las compañías tienden a ascender sistemáticamente a sus empleados menos competentes a cargos directivos, para limitar así la cantidad de daño que son capaces de provocar.
Quiero pensar que a un empleado que no hace bien su trabajo, que no cumple con los cometidos de su puesto, se le pone en otro puesto, en el que se espera aporte valor. Pero no que se le promocione para quitárselo de encima. En el mundo de la empresa, cada cual tendrá su propia experiencia. Yo, afortunadamente, no lo he llegado a ver/sufrir. Pero en política, en educación y en otras muchas cosas, ahí la cosa cambia.
Dilbert es una tira cómica/satírica muy popular entre los que nos dedicamos a esto de la ingeniería. Muchas veces no sabes si reír o llorar. El libro en el que se habla de este principio no tiene desperdicio (reír y llorar). Por ejemplo, tira de ironía fina para decir cómo puedes prosperar en la empresa, si eres un incompetente:
- Coge un proyecto grande que nadie quiera, porque es muy probable que fracase
- Como eres un incompetente, fracasará pero …
- A partir de entonces tu nombre quedará ligado a proyectos grandes y, ¿qué pasará la próxima vez que surja uno? …
¡Bingo! Todo el mundo se acordará de ti y te lo asignarán. Ironía fina, salvo que pensemos en, por ejemplo, banca, política. Ahí dejo el dato.
El Principio de Shirky
Recientemente se ha publicado un artículo que ha traído este famoso principio a mi memoria. El Principio de Shirky (del gurú de Internet y las redes sociales Clay Shirky) establece que:
Las instituciones tratarán de preservar el problema para el que ellas son las solución1
O dicho de otra manera: las instituciones tratarán de perseverar en el problema que conocen y entienden porque es el único para el que imaginan soluciones. Todo menos cambios radicales, innovaciones disruptivas, que rompan un determinado modelo con el que las mismas se sientan cómodas porque han prosperado y han sido entrenadas en él.
¿Cuáles son tus “no principios”?
Ya te he dicho algunos de los míos pero, ¿y los tuyos? Como siempre en esta humilde pecera, ¡se agradecen y aceptan comentarios!
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