Sentimientos, pensamientos y decisiones dependen del cerebro, según el libro de los neurocientíficos Mateo Niro y Facundo Manes.“Somos cerebros con patas”, con estas palabras comenzó Facundo Manes una entrevista sobre el análisis del libro “Usar el cerebro: conocer nuestra mente para vivir mejor”, en el que ahonda en la necesidad de sacar el estudio del cerebro fuera del laboratorio y comprender que la felicidad depende del rol que este órgano cumple en la vida, y que presentó recientemente.
La base de esta afirmación se encuentra en que para comprender el cerebro, antes se debe entender que es un elemento social y emocional.
El doctor Manes sugirió que como seres emocionales, no se puede negar que los sentimientos determinan la conducta, de la memoria a la toma de decisiones, y como animales sociales se necesita de la capacidad de empatía para vivir en comunidad. Esta base de conocimiento sobre uno mismo, sobre el cerebro, permite al ser humano saber que su manera de pensar está condicionada por su manera de sentir, lo que le posibilita para actuar sobre las ideas tóxicas, y con ello, vivir mejor.
Decisiones, miedos y estrés
El bienestar es un objetivo que depende de comprender que el cerebro ha desarrollado, a lo largo de miles de años, un sistema de toma de decisiones que en ocasiones es racional, pero que la mayoría de las veces es automático. Ello permite enfocar, de una manera equilibrada, emoción y razón para tomar la mejor decisión posible en cada situación. Sin embargo, dentro de las emociones básicas del ser humano, el miedo puede condicionar la conducta al detectar peligro donde no lo hay, y crear así, un estado de ansiedad. Para combatir la depresión, que puede ser signo de estrés crónico, Facundo Manes recomendó: dormir bien, saber decir que no, fijar metas realizables, realizar ejercicio y tener vida social activa.
“Nuestra conducta también puede estar condicionada por la adicción, que secuestra el cerebro, perdiéndose incluso un poco el libre albedrío”, remarcó.
El rapto de la decisión libre reside en la incapacidad para no resistir la recompensa que el cerebro activa con el placer, por ejemplo ante un alimento, y la imposibilidad de cambiar la tentación inmediata por el beneficio a largo plazo.
La memoria de las emociones
Según el doctor Manes, los recuerdos del ser humano no están condicionados por el tiempo sino por las emociones, de tal manera que se olvida casi todo y se recuerda lo que emociona. Si bien la emoción permite llegar al recuerdo, el cerebro lo reconstruye a la hora de contarlo, por lo que cada vez que se describe un hecho del pasado, se reelabora, ya que “sabemos que las áreas cerebrales para recordar el pasado son claves para imaginar el futuro”.
Una vez se conoce cómo funciona la memoria es necesario trabajarla para que el deterioro cognitivo, fruto de los años o de enfermedades como el alzhéimer, no borren los recuerdos, mediante: el cuidado del sistema cardiovascular, la realización de ejercicio físico y el contacto social y el desafío intelectual.
El proceso de la memoria humana, según el doctor Manes, no se ve afectado por las nuevas tecnologías porque “no necesitamos recordar cuántos habitantes tiene una provincia de China, si lo tenemos en Google, y el buscador jamás va a reemplazar una caricia de nuestro hijo”.
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