lunes, 14 de marzo de 2016

‘El libro de las pequeñas revoluciones’

http://www.lavanguardia.com/vida/20160314/40422783498/elsa-punset-entrevista-pequenas-revoluciones.html
  • La divulgadora presenta 250 rutinas para cambiar hábitos y costumbres que ya no sirven en ‘El libro de las pequeñas revoluciones’
Elsa Punset: “El miedo a la insignificancia es una de las epidemias modernas”
Elsa Punset imparte conferencias y es directora de contenidos en el Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional de la UCJC (Carlota Lobo - Otras Fuentes)
Elsa Punset ha elaborado en su particular laboratorio personal una tabla de gimnasio emocional con 250 rutinas o ejercicios para aplicar en el día a día a la hora de cambiar hábitos que ya no sirven o que nos pesan en exceso. La divulgadora presenta El libro de las pequeñas revoluciones , una obra editorial que actúa como guía práctica para saber enfrentarse a las emociones más básicas y que tiene el objetivo de entrenar a nuestro cerebro. Punset nos invita a experimentar la gratitud, saber enfrentarse a nuestros miedos de forma racional o a protegernos de los entornos tóxicos, entre otros muchos retos que tienen como denominador común tomar las riendas de nuestra vida. “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”. Una especie de silogismo atribuido aGhandi que resume uno de los retos del siglo XXI: domar nuestros pensamientos y emociones.
Da protagonismo a las “pequeñas revoluciones”. ¿No cree que son dos términos opuestos?
Con un cambio pequeño puedes hacer un paso muy grande. Lo que pretendía era sugerir a las personas cambios que no asustasen, que fueran divertidos. Se trata de hacer consciente aquellos hábitos con los que hemos crecido para sugerir pequeñas rutinas nuevas que se pueden aprender en el día a día y que, al final, tienen un efecto bastante más grande que el esfuerzo que ha costado ese pequeño cambio.
¿Si no hacemos gimnasia mental diariamente el esfuerzo no sirve de nada?
Es como la gimnasia de toda la vida. Quizás a diario no, porque no tenemos mucho tiempo y somos personas muy ocupadas, pero no sirve de nada hacer gimnasia una vez al mes. Con el cambio físico, todos tenemos aceptado de que hay que hacer un mínimo de esfuerzo, hasta el punto de que ha sido la gran aportación del siglo XX a nuestro bienestar.
¿Hemos dejado las emociones para este siglo?
Solemos pensar “yo soy así”, “he nacido así”, o cosas como que el cerebro no era entrenable, cuando hemos visto que no es cierto. Hace años alguien nos dijo que las emociones son igual de entrenables que un músculo, y eso lo cambió todo. Para que podamos hacer un hábito de algo positivo, que es lo que queremos, tenemos que repetir. La práctica, también para la mente, es fundamental. Y debemos tener claro que los pensamientos siempre nos dejan una huella física. Siempre.
Tengo la sensación de que la teoría nos la sabemos todos, pero es en la práctica donde flojeamos bastante. Dicho en plata, que lo sabemos, pero no nos da la gana hacerlo...
No lo creo. Creemos que nos sabemos la teoría, que es muy distinto. Todos tenemos un manual de instrucciones de cómo vivir, pero no necesariamente los hábitos que hemos aprendido son buenos. Desde pequeños, en la escuela, nos tendrían que explicar que tenemos un cerebro programado para sobrevivir, que es excelente detectando peligros, agrandándolos y fijándolos en la memoria. Recordamos mucho más aquello que nos asusta que las cosas buenas. Estas cosas nos las están contando los neurocientíficos, pero no lo hemos aprendido en casa.
A nuestro cerebro le importa más la supervivencia que tu felicidad
ELSA PUNSET
Divulgadora
¿Por qué nuestro cerebro se centra más en lo negativo?
Porque es lo que te permite sobrevivir. El cerebro mira por nuestra supervivencia, no por nuestra felicidad, que es algo que le da igual. Antes se pensaba que la felicidad era un lujo biológico. ¡No es así! Ahora sabemos que si tú estás bien y las emociones positivas tienen un impacto sobre tu salud física y tu creatividad, sube tu nivel de inteligencia, mejoran tus relaciones con los demás, y te vuelves una persona más social.
Las emociones siguen siendo las mismas que hace miles de años. ¿Qué ha cambiado?
Las circunstancias. Otro de los problemas que tenemos es que no hemos adaptado nuestro capital emocional al contexto actual. Por una parte, es fantástico porque es el mismo en cualquier país del mundo o cualquier cultura; todos sentimos lo mismo, aunque lo expresemos diferente. La parte mala es que sigue siendo un cerebro que cuando empezó a funcionar le importaban mucho emociones más defensivas, como el miedo y la ira, mientras que hoy en día vivimos más o menos en paz. No hemos aprendido a gestionar esas emociones para adaptarlas al nuevo entorno en el que vivimos.
Supongamos que nos invade una emoción negativa, ¿qué recomienda hacer?
Primero tenemos que recordar que esto deja una huella física en el cuerpo. Si tu tienes miedo o estás dolido por algo, inmediatamente tu cuerpo reacciona y, por ejemplo, empiezas a respirar más estrecho o se acelera el corazón. Entras en alerta y, con ese estado, agredes o huyes. Es el momento de supervivencia para tu cerebro. Tenemos que ser conscientes de que ese es el mecanismo y, además, pensar que hay muchas formas de distanciarte o de relativizar, por ejemplo, usando el sentido del humor.
Por suerte el cerebro nos regala unos segundos para invertir la situación...
El torbellino químico de la primera agresión que te viene de fuera dura, al menos, unos segundos, no se puede ignorar del todo. Los neurocientíficos recomiendan que vivas con ese cóctel químico negativo, pero que en cuanto sientas que empieza a bajar, ayudes a tu mente a pensar en otra cosa. Somos muy rumiativos y, si no hacemos esto, podemos entrar en un círculo en el que te empiezas a obsesionar y aquello cobra una dimensión que no merece. ¡Tienes que ser consciente de que tu cerebro exagera las cosas!
He tenido muchos problemas pero la mayoría nunca me han pasado
MARK TWAIN
Escritor y orador
¿Cuál diría que es la emoción que más nos invade en la actualidad?
Somos un cóctel de emociones muy diversas. Lo que sucede es que si nos fijamos en las emociones básicas, tristeza, miedo, ira, desprecio, asco y alegría, veremos que hay un desequilibrio muy grande entre las negativas y las positivas. Los que estudian nuestro día a día han visto que nos ocurren tres veces más cosas positivas que negativas, sin embargo, recordamos mucho más las negativas. Por tanto, se trata de cambiar la perspectiva, pero de manera muy deliberada y sistematizar la forma de interpretar la realidad.
Y ahí es donde entrarían nuestros hábitos.
Exactamente. Es mucho más fácil automatizarlos que no aprenderlos de nuevo constantemente. Además, tenemos que hacer frente a nuestros sesgos cognitivos, a nuestras limitaciones mentales. Por ejemplo, uno de los más claros es aquel por el que tendemos a pensar que tiene más razón o es más inteligente la gente antipática. Pensamos que si esas personas se protegen es porque deben saber cosas que nosotros no sabemos.
Póngame otro ejemplo.
Hacer lo que hacen los demás, o creer lo que cree todo el mundo. Nos cuesta mucho estar en desacuerdo con la mayoría y, es más, cuando eso pasa, y aunque sepas que tienes razón, se encienden en tu cerebro los mismos circuitos que se activan cuando sabes que te equivocas. Nos cuesta muchísimo funcionar de una forma consciente, por eso es tan importante sistematizar las rutinas y hacerlas tuyas.
Antes hacía referencia a que somos seres sociales. ¿Las redes sociales han potenciado ese aspecto, o tenemos relaciones menos intensas?
Las dos cosas. Por una parte, las redes sociales nos han dado la posibilidad de intercambiar información y opiniones como nunca antes, lo que hace que se dispare la capacidad creativa de las personas, aunque por otra parte no remedian necesariamente la soledad de las personas. Lo que pasa con las redes sociales es que rompes la capacidad de empatía y, en cierto modo, pierdes la conciencia y la posibilidad de sentir por el otro. Esa es la parte de las redes sociales que hay que vigilar, educando a las personas para que no se agredan a través de este medio. Además de eso, para los humanos el contacto visual y físico es fundamental. Sentir el afecto de los demás es lo que más dispara tu capacidad de superar obstáculos.
”Fracasa de nuevo, fracasa mejor”. Es una frase de Samuel Beckett. ¿Empezamos a tolerar y aprender de los fracasos?
Nos cuesta mucho. El fracaso es inevitable, es la forma de aprender que tenemos. Las vidas de los humanos, incluso las más exitosas, están llenas de fracasos. Las personas tienen dos formas de enfrentarse al fracaso que pueden ayudarles o perjudicarles mucho. La forma más perjudicial es el enfoque fijo que viene de la forma antigua de ver el cerebro, cuando pensábamos que no podíamos cambiar y que éramos como éramos. Con esta visión, concebimos cada fracaso como una limitación nuestra y evitamos los desafíos, además de ver el éxito de los demás como una amenaza propia.
Vamos al otro enfoque.
El enfoque incremental del fracaso. Son las personas que piensan que la inteligencia se entrena, y esta es una idea con la que no hemos convivido. Cuando ves tu cerebro como algo entrenable, relativizas mucho mejor el fracaso, y lo concibes como un peldaño necesario en tu camino para conseguir tus metas. Esto hace que arriesgues muchísimo más porque sabes que puedes mejorar.
No hay peor cárcel que la que construyes con tus miedos
ELSA PUNSET
Divulgadora
Si me lo permite, acabaré con una batería de conceptos “made in Elsa Punset” que me gustaría que me explicara mejor. El primero: “síndrome de la insignificancia”.
Los humanos somos completamente comparativos, de la misma forma que somos envidiosos por naturaleza. Necesitamos una referencia para saber si estamos en un lugar que nos permitirá sobrevivir o no. ¿Con quién te comparabas desde hace muy poco tiempo? Con tu familia o con la gente que había en tu pueblo, o en tu barrio, y que pensaban de manera similar a ti. Ahora nos comparamos con personajes inalcanzables, productos del marketing, y eso nos hace sentir miserables. Este miedo a la insignificancia es una de las epidemias modernas. Eso es penoso porque, en realidad, la mayoría de imágenes son falsas y muy elegidas, por lo que eso te hace sentir mal. Es muy importante que la gente aprenda a tener sus propios valores y sus propias metas. Como somos una sociedad que trabaja tan poco lo interno, ves que hay mucha gente que crece sin tener claro lo que es importante para ellos.
Vamos a por otro concepto. ¿Qué tenemos que entender por un “cambio tranquilo”?
Volvemos al cerebro que está hecho de rutinas, de costumbres, e interpreta cualquier cambio como una pérdida. Al cerebro también se le ilumina la pereza con el cambio, por lo que somos muy reacios a él, y más si son cambios muy grandes. Hay un concepto Kaizen que se aplicó en Japón, llamado “cambio tranquilo”, y que se trata de hacer pasos muy pequeños; de esta forma reeducas el cerebro prácticamente sin darte cuenta. Se trata de crear pequeñas metas para cada día, sin hacer las cosas de golpe. Con esta técnica, no estás asustando a tu cerebro, no estás poniendo el dedo en su mayor punto débil que es el terror al cambio. Quizás tardarás más, pero lograrás tu objetivo.
Y el último: el “pesimismo defensivo”.
Es otra forma de ayudarte a dar pasos hacia el cambio. Lo que significa es que muchas veces no hacemos las cosas porque tememos el cambio o porque nos da miedo que tenga unas consecuencias malas, aunque nunca nos paramos a pensar cuáles son. La simple amenaza de que algo tiene consecuencias, te frena. No hay peor cárcel que la que construyes con tus miedos. El pesimismo defensivo significa enfrentarte a ese miedo, y no dejarlo ahí como una bola de nieve que se va haciendo grande. Pregúntate qué es lo peor que te puede pasar y apúntalo. Lo que haces con ese ejercicio es desactivar la parte emocional del cerebro que recuerda el miedo, para activar la parte más racional.
Sin olvidarse de la meditación, una constante en todo su libro.
La meditación es ser más niño, vivir en el presente, limitar la tendencia que tenemos a preocuparnos y a recordar lo malo. Esto te permite ser menos presa de tus miedos y de las falsas amenazas. Consolidas los circuitos que tienen que ver con la serenidad y tomas mejores decisiones porque eres una persona mucho más objetiva y racional. No puedes convertirte en un monje budista para disfrutar de un cerebro más zebra y tranquilo. Lo malo es que en los países occidentales hemos perdido completamente las prácticas meditativas, ya que vivimos en un tiempo de distracciones y prisas. Una vez que tu cuerpo se acostumbra a lo que es desconectar de la preocupación puedes meditar en un minuto y en cualquier sitio. Eso es básico porque significa un reseteo en toda regla, y es algo que todos necesitamos.

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