Cuando mantenemos en la mente un número de teléfono que acabamos de leer y que nos disponemos a marcar, estamos empleando un sistema cerebral esencial conocido como memoria de trabajo.
Durante las últimas décadas, los neurocientíficos han creído que mientras la información es mantenida en la memoria de trabajo, las células cerebrales asociadas con ella disparan continuamente sus señales. Sin embargo, un nuevo estudio, realizado por el equipo de Earl Miller y Mikael Lundqvist, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos, ha conducido a un hallazgo que contradice esa teoría. Lo descubierto indica que mientras la información se mantenga en la memoria de trabajo, las neuronas disparan sus impulsos en forma de ráfagas esporádicas y coordinadas.
En experimentos previos, realizados desde principios de los años 70 del pasado siglo, se llegó a la conclusión de que cuando un dato se mantiene en la memoria de trabajo, un subgrupo de neuronas dispara sus señales de manera continua. No obstante, en estos y otros estudios posteriores sobre la memoria de trabajo lo que se hacía era calcular el promedio de la actividad del cerebro a lo largo de los segundos o incluso de los minutos en los que los sujetos de estudio realizaban la tarea para la cual se observaba dicha actividad cerebral.
El problema con ello es que ese promedio no refleja el verdadero modo de funcionar del cerebro, a juzgar por los resultados que el equipo de Miller ha obtenido. Él y sus colegas examinaron más de cerca esta actividad, sin basarse en promedios a lo largo del tiempo sino observándola instante a instante. Eso reveló que algo mucho más complejo ocurre: las neuronas disparan sus impulsos en forma de ráfagas esporádicas y coordinadas.
Estas ráfagas cíclicas podrían ayudar al cerebro a retener varias cosas distintas en la memoria de trabajo al mismo tiempo, según los investigadores.
El patrón de las ráfagas concuerda con el que cabe esperar si la base neural del funcionamiento de la memoria de trabajo no es la contemplada por el modelo tradicional de la actividad sostenida sino la propuesta por un modelo alternativo desarrollado por Lundqvist.
La ilustración muestra neuronas disparando sus impulsos en forma de ráfagas coordinadas y esporádicas. (Foto: Jose-Luis Olivares/MIT)
Según este nuevo modelo, corroborado por las observaciones recientes, la información se almacena en cambios rápidos en el grado de robustez sináptica de las neuronas. Las ráfagas breves sirven para "grabar" la información en las sinapsis de esas neuronas, y tales ráfagas se repiten periódicamente para reforzar la retención de la información durante tanto tiempo como se necesite (mientras hagamos el esfuerzo de retener en la mente el dato o los datos).
Las ráfagas crean ondas de actividad coordinada en la frecuencia gamma (de 45 a 100 hercios). Estas ondas aparecen y desaparecen, en vez de mantenerse fijas, y cada conjunto de neuronas, que retiene un dato específico, produce una ráfaga diferente de ondas gamma, a modo de huella dactilar.
Si esta actividad, en vez de ser registrada como tal, se unifica en un promedio, el resultado es la engañosa curva suave de actividad constante que sugerían los modelos tradicionales de la memoria de trabajo.
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