Ponga a trabajar las neuronas
Avances en neurociencias muestranque el cerebro se recupera o deteriora según su uso, el ambiente o tratamientos como el psicoanálisis.
Después de los hallazgos pioneros de Eric Kandel, que le llevaron al Nobel de Medicina en el 2000, por el descubrimiento de diversas zonas del cerebro donde se localizan los dos grandes tipos de memoria (la implícita o emocional y la explícita o autobiográfica), las neurociencias han ido avanzando vertiginosamente en esta última década. Este avance se ha dirigido a encontrar las bases biológicas del funcionamiento mental, como lo vaticinó Freud hace más de 100 años.
Uno de los últimos descubrimientos se relaciona con la 'plasticidad cerebral' y las 'neuronas en espejo'. La investigación sobre la plasticidad cerebral ha conducido a la conclusión (hasta ahora desconocida) de que el cerebro remodela permanentemente las redes de neuronales de acuerdo con nuevas experiencias. En otras palabras, que toda nueva experiencia, tanto de tipo afectivo o intelectual, va a modificar cualitativa y cuantitativamente las neuronas del cerebro (aproximadamente 100 mil millones). Por ejemplo, el aprendizaje de una nueva palabra produce un influjo neuronal en los centros dedicados al lenguaje (reconocimiento de las letras y descifrar su significado). Mediante tal influjo, en algunos milisegundos esos centros se modifican, refuerzan y generan mayor eficacia en el funcionamiento interneuronal correspondiente (sinapsis) e inclusive pueden aparecer nuevas neuronas. Al contrario, si las neuronas no trabajan, es decir, no reciben nuevos estímulos, su funcionamiento tiende a decaer e involucionar para volverse menos eficaz, inclusive con pérdida neuronal progresiva. De ahí la importancia de mantener el cerebro en la productividad máxima posible durante toda la vida, no sólo para evitar su degeneramiento sino para que tenga cada vez más eficacia. Esto es válido, entre otras cosas, para retardar la evolución de ciertas enfermedades degenerativas como las demencias.
Las 'neuronas en espejo' constituyen un descubrimiento de dos neurocientíficos de la Universidad de Parma (Italia) al final de los 90, V. Gallese y G. Rizzolatti. Se trata del hallazgo de centros neuronales en el cerebro que tienen por objeto el aprehender en forma inconsciente las experiencias que se tiene con otro individuo(s), hacerlas propias y posibilitar repetirlas. No se trata de un proceso imitativo consciente sino de la respuesta inconsciente e inmediata frente a la experiencia, tanto motora como emocional que se tiene con otra persona.
Es decir, toda persona capta permanentemente en forma inconsciente las actitudes de quienes le rodean y tiende a repetirlas, siendo este proceso tanto más intenso cuanto mayor sea la ligazón emocional (positiva o negativa) con el individuo observado. Como se podrá concluir, este fenómeno viene a constituirse en la base del funcionamiento de toda relación interpersonal. ¿Qué relación tienen estos dos fenómenos del funcionamiento del cerebro con el psicoanálisis? La plasticidad cerebral viene a confirmar que un proceso psicoterapéutico puede modificar no sólo la mente sino el cerebro mismo. La experiencia emocional y cognitiva de una psicoterapia, enfrentar la conflictiva de un ser humano a través de la vía psicológica, puede producir un mejor funcionamiento neuronal, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo. Ya han comenzado a encontrarse a través de exámenes neurológicos cerebrales, como los de resonancia magnética, cambios estructurales en el cerebro después de una psicoterapia. Por otra parte, el descubrimiento de las 'neuronas en espejo' y su funcionamiento constituye un primer paso para explicar desde el punto de vista neurofisiológico dos conceptos capitales del psicoanálisis, la 'transferencia' y la 'contratransferencia', es decir, la respuesta emocional inconsciente que existe en toda relación interpersonal.
Otro hallazgo de las neurociencias, publicado por el profesor D. Fields, en Scientific American (marzo 2008), corrobora la importancia de las experiencias tempranas, tanto intelectuales como emocionales, al comprobar que la llamada 'substancia blanca' (interconexiones neuronales) también sufre una transformación positiva o negativa en su desarrollo de acuerdo con el tipo de experiencias con el medio ambiente. En otras palabras, el fenómeno de la plasticidad cerebral no sólo se verifica en el cuerpo neuronal sino también en su sistema de interconexión, gracias a la influencia de las experiencias, como por ejemplo un ambiente satisfactorio o traumático de un niño que influirá necesariamente en forma positiva o negativa en el desarrollo de su tejido neuronal. Menciono a los infantes porque son los más susceptibles a la influencia ambiental debido a que su proceso de maduración cerebral es más sensible, porque su sistema neuronal no ha completado el desarrollo. Antes se pensaba que lo determinante era únicamente lo genético, que el ser humano nacía con una cierta cantidad de neuronas que irían desapareciendo, pero que nunca se regenerarían, lo que se constituyó en un postulado del célebre investigador Ramón y Cajal, que a la postre se ha venido a tierra cuando se ha comprobado que las experiencias favorecen el enriquecimiento o empobrecimiento del sistema neuronal y por tanto el funcionamiento psíquico del individuo. En otras palabras, un medio ambiente favorable o una psicoterapia idónea pueden generar nuevas neuronas y por lo tanto mejor funcionamiento mental, y viceversa.
Por Alfonso Sánchez Medina, MD.
Lecturas El Tiempo. Colombia. Septiembre/2008
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