viernes, 4 de diciembre de 2015

Volvía él para las casas cuando vimos su silueta recortada contra el cerro.

Lo seguían dos perros, compañeros. 
No es frecuente cruzarse con paisanos en ésa zona donde las pequeñas poblaciones parecen abandonadas en invierno a fuerza de frío y soledad.
Él volvía -pa' juntar loh' animale- nos dijo cuando paramos a cambiar unas palabras. 
Su edad... incierta. Eran evidentes sus ganas de comunicarse y fue dando rienda suelta a un monólogo ininteligible que tratamos de seguir para poder contestarle. Inútil fue.
No lo desviaron de sus pensamientos nuestras cámaras curiosas e impertinentes. Poco sabría de éstos adelantos.
Todo él se confundía con la tierra que lo había visto nacer quien sabe cuántas lunas atrás.
Algunas galletas que le dejamos serían celebradas acompañando un amargo ésa noche.
Nos fuimos yendo, adentrándonos en el paisaje donde él reina.
Nadie va a disputarle ése lugar sacralizado con su presencia sencilla y buena. No debe conocer el mal.
Bienaventurado hombre manso porque usted posee la tierra. 

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