domingo, 15 de abril de 2012

Sobre el talento

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La palabra talento está de moda en las empresas, en la calle, en nuestras conversaciones. Todos tenemos nuestra particular visión del concepto, algo que nos viene a la cabeza cuando pensamos en esta palabra-trampa: parece que es algo que sólo incluye a “esos pocos privilegiados”.
En este blog, la palabra talento se refiere a cómo cualquier persona juega las cartas que le han tocado vivir. No hablamos de sus cartas (inteligencia, capacidades…), hablamos de la forma en que cada uno juega SU partida.
No obstante, vamos a revisar el término según la RAE:
1.- Persona inteligente o apta para una determinada ocupación. / 2.- Inteligencia (capacidad de entender). / 3.- Aptitud: capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación.
Según esta descripción, el talento es una cuestión de cerebro, de capacidad. Es una cuestión “hard”.
¿Y la cuestión “soft”?, ¿y las emociones?, ¿y las inquietudes?, ¿y las motivaciones?, son la esencia de la persona ¿y ni siquiera las tenemos en cuenta? Vamos, entonces, a matizar la cuestión del talento con permiso de la RAE.
El talento es el conjunto de aptitudes, actitudes y expectativas necesarias para alcanzar un objetivo.

Llamemos aptitud a los factores técnicos, es decir, los que están directamente relacionados con la tarea a realizar. Por ejemplo, un arquitecto con buena aptitud es al que, de forma natural, “se le dan bien” los números, “se le da bien” dibujar. 
La aptitud, por tanto, son aquellas variables que la persona trae “de serie”, aquellas características con las que nace. Son variables cognitivas, factores de inteligencia. Cuestión de suerte. ¿O no te acuerdas de aquel niño de tu clase que inexplicablemente dibujaba tan bien con sólo diez años?
La aptitud de una persona (la capacidad) se relaciona con el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el área racional.
La actitud, en cambio, se refiere a lo emocional. Es la forma en que una persona “juega las cartas” que le han tocado “de serie”. ¿No soy muy inteligente?, bueno, soy muy extrovertido y tenaz, y consigo así mis objetivos. ¿Tengo una constitución gruesa?, bueno, si entreno a diario y tengo disciplina, lograré mantenerme en forma.
Por ello, es vital el papel que juegan las expectativas que una persona tiene acerca de sí misma y de su vida: jugará sus cartas con mayor o menos determinación, se enfrentará a la adversidad con más o menos miedo, vivirá sus éxitos con mayor o menor ilusión, tendrá una actitud vital positiva o negativa.
La definición de talento que envuelve todo este blog, responde, por tanto, a la siguiente fórmula:
TALENTO = APTITUD x ACTITUD x EXPECTATIVAS
¿Por qué una fórmula “matemática”?, porque si uno de los factores es igual a cero… el talento es cero. Si una persona es muy inteligente pero tiene una actitud pésima ante la vida, espera poco de su trabajo y no se ilusiona con facilidad… ¿qué tipo de talento podemos esperar de ella?
En nuestra opinión, la distribución óptima de los tres factores es:

La buena noticia es que el talento no es algo encapsulado y mucho menos un factor de azar. No es algo de lo que sólo pueden disfrutar unos pocos privilegiados que “nacieron con suerte”. Es la audacia del poco inteligente, la constancia del lesionado, la ilusión del dolorido. El talento, tal como me gusta entenderlo, es algo elástico que podemos (y queremos, y debemos, y sabemos) desarrollar.

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