lunes, 4 de junio de 2012

BASES PARA UN OPTIMISMO RACIONAL

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Me rondan frecuentemente por la cabeza las palabras “optimismo racional”, la opción consciente deconstruir una narrativa de confianza en un futuro mejor.  Somos, como veíamos en el post anterior y en muchos otros, en gran medida lo que construimos, las historias que inventamos sobre lo que queremos ser.  Es por ello que quería dejar una nota sobre el libro The Self Illusion: How the Social Brain Creates Identity (La ilusión del yo, cómo nuestro cerebro social crea la identidad) que nos habla de un tema interesante al respecto.
El libro desmonta el mito de la personalidad estable, de un carácter que resulta ser mucho más situacional que temperamental. En el caso de la ansiedad, lo digo a menudo sobre las entrevistas de trabajo: los nervios que pueden generar en sí mismas en personas no especialmente ansiosas podrían provocar impresiones equivocadas en el entrevistador.
Pues bien, volviendo a nuestro tema, el libro nos habla de qué es la conciencia, de cómo funciona, de cómo resulta ser una ilusión:  el self emerge en la infancia y a pesar de que esté fuertemente arraigada nuestra creencia contra ello, la neurociencia parece apoyar que somos algo mucho más cercano a la idea de Hume que a los actuales conceptos rígidos sobre el ego. No somos, como decía el filósofo,una única entidad sino un conjunto de percepciones y pensamientos que crean una falsa sensación de unicidad. “La ilusión del self”, el libro, explica la historia de cómo se forma ese conjunto, de cómo son las realidades que otros nos muestran las que acaban construyendo quiénes somos.
Nuestros cerebros son máquinas de crear sentido sobre el mundo que perciben, creando un carácter integrado, cohesivo que nos parece un “yo” sólido pero que solamente es un constructo social.  La tendencia de nuestro cerebro a crear historias es la fuerza centrípeta de la identidad.
¿Porqué no construirnos socialmente también desde el optimismo? Seamos reflejos de lo social o tengamos algún tipo de poder en nuestra construcción, independientemente de que el self decida o no por sí mismo lo que quiere ser y transmitir, está claro que los que vemos el vaso medio lleno podemos contribuir a la construcción mental (y por tanto real) de un futuro mejor.
Vale la pena, sin duda, en tiempos de escepticismo,  propagar el optimismo que habrá de construirnos mañana.


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