Hay
algo de gimnasia en la innovación. Entrenarse a pensar diferente. Habituarse a
otras lentes u otras preguntas. Saber buscar la inspiración en lo insólito o en
la analogía. Hacer crecer lateralidades con sentido. Detectar más fácilmente las oportunidades
entre centenares de ideas en bruto. Y desarrollar un enorme sentido práctico a
la hora de complementar la innovación.
No
todo sale bien el primer día. La calidad de la creatividad y la eficiencia en
la implementación de nuevas crece con el hábito. Lo he visto muchas veces en
personas y en equipos.
Algunas
empresas cuando abrazan la innovación como tabla final de salvación y quieren
innovar cuando ya no pueden fracasar, entonces se dan cuenta que les falta
agilidad, que les falta competencia innovadora.
Para
innovar, cómo en casi todo, mejor
entrenar.
(la imagen pertenece a Leonardo Da Vinci)
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