Hoy dentro de la Sección “Entrevistas motivantes para nuestro desarollo personal y profesional” es un placer presentar a José Manuel Chapado.
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¿Pero qué hacemos entonces? ¿Crees que con miedo, conseguiremos cualquier cosa en la vida? Yo creo que NO. Con miedo no conseguiriamos esa cita con esa chica que tanto nos gusta, mandar tu cv al puesto que siempre has soñado o montar ese proyecto que siempre has visto en tus sueños. Yo por ejemplo, con miedo, no hubiera conseguido muchas cosas de las que he conseguido hasta entonces, y entre ellas esta entrevista.
José Manuel, con su libro “Vértigo” (Ed.Alienta), nos impulsa a cómo tomar decisiones valientes, que cambien el rumbo de nuestra vida.
Es socio director, de la consultora Isavia (http://www.isavia.com/). Durante su trayectoria profesional, ha diseñado entre otros, el método de gestión del vértigo profesional, así como otros relacionados con el diagnóstico de las emociones, de los valores en la empresa y la confianza.
GRACIAS José Manuel, por ofrecernos en tu libro, una guía esencial para estos momentos tan convulsos que vivimos. Una guía que nos ayuda a aceptar el vértigo que vivimos actualmente, a comprometernos con nuestros objetivos y sobre todo nos das ese impulso que necesitamos para entrar en acción e ir a por ellos. Podéis conocer más a José manuel, a través de Twitter(@jmchapado).
Estoy a vuestra disposición para acompañaros en la ascensión a cualquiera de la cima con la que soñéis.Si crees en ello, es posible, te lo aseguro. Puedes contactar conmigo a travéss de Twitter (@sherpapersonal), Facebook y el email del blog. Será un placer hacer el viaje junto a tí.
.- ¿Quién es José Manuel Chapado?
Soy una persona normal. Cacereño y padre de familia. Influyo desde mi posición, como todos, en el mundo que me rodea. Vulnerable, idealista, tímido, noble… Me preocupa desarrollar mis talentos y ponerlos al servicio de los demás, para así poder rendir cuentas con la conciencia tranquila.
.- ¿Qué es el vértigo? ¿Qué nos produce el vértigo? ¿Qué te da vértigo a ti?
Vértigo es lo que sentimos cuando no sabemos qué puede pasar, o si seremos capaces, o qué dirán otros. Pero lo que sí sabemos es que tenemos que tomar una decisión o afrontar una acción. Es entonces cuando nos sentimos vulnerables, tenemos miedo y percibimos que nos falta el equilibrio. Se abre un agujero a nuestros pies y sentimos que tenemos que lanzarnos al vacío.
Todos sentimos vértigo. Yo lo tuve cuando llegué a Madrid para estudiar la carrera, al casarme y al ser padre, en cada cambio de trabajo, al emprender ISAVIA, al encarar el primer párrafo de mi libro “vértigo”… Sentir vértigo es bueno, ¡es estar vivo!
.- Estamos en unos momentos cruciales en los que la toma de decisiones valientes, es esencial. ¿De verdad somos valientes a la hora de tomarlas? ¿Qué nos hace falta?
Podría decir que unos somos más valientes que otros. Pero no estaría de acuerdo con esa afirmación. Es más preciso señalar que hay decisiones más valientes que otras. Podemos comparar las de unas personas con las de otras, o también podemos valorar distintas decisiones de una misma persona a lo largo del tiempo. Cada cual debe fijarse en las suyas propias, y cuestionarse si fueron valientes o no.
Todos somos vulnerables y tenemos miedos. La personas que para mí son modélicas a la hora de tomar decisiones valientes, se consideran a sí mismas cobardes. Todas ellas perciben el vértigo, sienten el escalofrío de jugársela y… se lanzan. ¡Se atreven!
Los liderazgos más valientes son los que no tienen todas las respuestas pero aún así no eluden su responsabilidad. Afrontan. Deciden. Eso es lo que necesitamos. El eslogan del modelo del “vértigo” es ese precisamente: “atrévete y actúa”.
.- Si alguien lee, que el miedo y el vértigo es algo positivo en nuestra forma de ser, sé que dirían, que se preguntarían ¿qué tiene de positivo ambas cosas en mi vida?
¡Crecimiento! Sé que a veces lo pasamos mal. Pero cuando sentimos ese vértigo y lo superamos, es cuando accedemos a nuevas situaciones, a escenarios cualitativamente superiores.
Y si lo anterior no convence, piénsese en lo contrario. No hay alternativa válida. Si no quieressentir miedo ni vértigo, no abandones tu zona de confort. Debes luchar por permanecer en ella. O sea, procurar que nada cambie, renunciar oportunidades y retos, dar la espalda a lo nuevo, huir ante los problemas, esconder la cabeza bajo el ala… morir en vida.
Sé que no para todos es agradable. Pero la mala noticia no es sentir vértigo ni miedo, sino todo lo contrario. Como dice Gema Hassen-Bey, “yo a lo único que le tengo miedo es… a no tener miedo”.
.- ¿Qué reflexiones te vienen a la mente con esta frase: “Lo que el vértigo es para el cuerpo, eso es la embarazosa timidez para el alma”?
Uff! Es difícil ponerle palabras a algo tan profundo. Me parece muy acertada tu pregunta. El vértigo nos reta, y hemos de afrontarlo y superarlo. El alma es nuestra dimensión última y más íntima. Es lo más profundo de nuestro Ser. Mostrarla no es fácil. A veces sentimos culpa. A veces, vergüenza. Y entonces el alma se esconde. Se pliega detrás de un visillo llamado timidez que la entrevela hasta desconfigurarla. Hasta hacerla irreconocible.
Vencer el vértigo es poner el alma. Es despojarse de corazas, disipar miedos, apartar excusas, afrontar acción, mostrarse uno mismo… Eso exige poner el alma en lo que hacemos. Sacarla de su cálida cueva. Extraerla de la penumbra y ponerla a la luz. Mostrarla a los ojos de los demás… y también a los de nuestra conciencia.
.- ¿Tenemos que empezar a reaccionar, a despertar de este letargo que estamos viviendo?
Desde luego. Es necesario. Hasta que no lo hagamos, no saldremos adelante. Ni como individuos, ni como sociedad. Es el tiempo del coraje. Hemos vivido en una época de bienestar en el que todo o mucho nos venía dado. Ahora, no.
Ya no vale esperar de otros, ni reclamar a nadie. Es el momento de fijarse en uno. Nadie va a hacer aquello que a nosotros nos corresponde. Hasta que no lo entendamos y lo integremos, seguiremos jugando a víctimas. Gestionar vértigo es ejercer responsabilidad. Actúa tú.
.- “La culpa es de otro, me tiene manía, no sé qué le pasa conmigo, solamente soy una víctima…” ¿Con este tipo de comentarios nos irá bien la vida?
Es evidente que no. Pero algo muy bueno tienen este tipo de comentarios. Nos alertan ante nosotros mismos. El lenguaje no es inocente, y cuando nos descubrimos en expresiones como las que aludes, podemos tomar conciencia de que jugamos a ser víctimas y no a actuar con responsabilidad.
En la crisis todo el mundo echa la culpa a otros: los políticos, los bancos, naciones extranjeras, ideologías rivales, territorios que nunca son el propio… Así no vamos a ninguna parte. Hemos de empezar a ver qué es lo que está en nuestra mano, y no fijarnos recurrentemente en lo que no hicieron otros. Sólo cuando uno asume su cuota de responsabilidad y actúa en consonancia, está legitimado para poder exigir a los demás otro tanto.
.- ¿Qué les dirías a aquellas personas que tienen vértigo para dar ese primer paso hacia sus sueños?
Que no saben lo que se pierden. Cuando te atreves y te lanzas, te sientes nuevo. Pide a la vida lo que sueñas, lucha por ello, haz lo que tengas que hacer y la vida te lo concederá. Puede sonar romántico, pero es real. Lo sé por propia experiencia y me consta por las historias que muchas personas han compartido conmigo. Algunas de ellas están en el libro.
Y el mundo está repleto de relatos que así lo verifican. En el libro, una de las recetas que propongo es precisamente la de hablar con quien admiras en aquello que tú no eres capaz de hacer, y preguntarle cómo fue su primera vez. Entre él entonces, y tú hoy, sólo hay una diferencia: él se atrevió.
.- ¿Las cosas son como son, son como las vemos?
Son como las vemos. El optimista ve el vaso medio lleno. El pesimista, medio vacío. Mientras tanto, el emprendedor ya está en búsqueda de más agua para llenarlo. Lo importante es que según lo vemos, así actuamos, y por tanto así influimos en la realidad.
Si algo lo consideras imposible, no harás nada por lograrlo, y finalmente se cumplirá tu profecía. Y aún dirás que el tiempo te dio la razón. Mentira. La única causa del fracaso es la mirada rendida y la sensación de derrota con la que analizas la vida. Con la que te miras a ti mismo.í ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ñas, lucha y haz a lo e no lo lograrrecisamente la de preguntar a quien admiras en aquello que tñas, lucha y haz a lo
.- Comentas que ante la toma de una decisión de vértigo hay que tener en cuenta a todas las personas de tu entorno, pero solo tú tienes la última palabra. ¿No es una congruencia? ¿Si incluimos a todos quizá no tomemos la decisión por miedo a los demás? ¿Por qué nos da miedo los daños colaterales que pueden surgir por la toma de la decisión?
Son varios temas. Tal como dice Stefan Zweig en uno de sus libros, “el hombre, a pesar de estar solo, vive con sus hermanos”. Necesitamos a los otros para ser nosotros. Las decisiones egoístas que ignoran a los demás nos hacen fracasar. Igual que las tomadas con ignorancia de nosotros mismos.
En ocasiones, la mejor manera de ayudarse a uno es ayudando a los demás. Y ayudamos a los demás cuando cumplimos con nuestra responsabilidad, cuando ejercemos con lealtad la misión que tenemos encomendada como padres, como pareja, como hermano, amigo, jefe, colaborador, proveedor, socio, consumidor, ciudadano…
Cumplir esa misión supone tenerla muy claro antes. Cuando eso es así, no nos dejamos chantajear por otros, y procedemos con la rotundidad de quien sabe que hace lo correcto aunque no guste. A veces, quien más nos repele es el destinatario de nuestra acción y además alguien muy querido. Basta imaginarse lo que les ocurre a unos padres frente a un hijo que se mete en el mundo de la droga. La acción que deben afrontar nace del amor, pero requiere corazón de hierro.
Además, cuando se tiene muy clara la misión, los “daños colaterales” se asumen porque se sabe que son tales. Y cuando no se digieren es porque, seguramente, no sean tan colaterales. Un oncólogo no duda ante los efectos secundarios de la quimioterapia cuando sabe que está luchando contra un cáncer letal.
.- ¿De verdad podemos pedir a la vida lo que soñamos, que nos lo concederá?
¡Claro que sí! Aunque no es suficiente con soñarlo e imaginarlo. Además, hace falta hacer. Luchar. Todas las biografías de los grandes empresarios relatan cómo soñaron antes el imperio que luego levantaron. Esa es la parte más romántica. Ahora bien, tan cierto es eso como lo es en esas vidas que al sueño le sucedió una cantidad ingente de esfuerzo, empeño y acción.
Sueño y acción. La segunda necesita al primero. Se alimenta de él. Pero el primero sin la segunda no vale para nada. Castillos en el aire. Fantasía. Humo.
.- ¿Cómo nos solemos sentir cuando ya hemos tomado la decisión valiente en nuestra vida? ¿Solemos aprender de la nueva situación?
Fuertes y liberados. Cuando ejecutamos esa decisión somos una persona nueva. Es entonces cuando pensamos el porqué no lo hicimos antes. De nuestro cuerpo sale una bola llena de angustia, y respiramos con más libertad. Miramos y vemos un mundo nuevo. Lo disfrutamos al tiempo que lo exploramos y descubrimos. Claro que aprendemos. A marchas forzadas. A borbotones.
Desde que fue publicado “Vértigo” me dedico a enseñar cómo afrontarlo y vencerlo. Pero en verdad no enseño. Aprendo. Lo hago con cada nueva historia que me cuentan, y con cada reflexión que me aportan personas que ni conozco.
.- ¿Es posible encontrar el porqué y el para qué, que dan el sentido a nuestra vida? ¿Cómo?
Es posible, difícil y fantástico. Cuando entendemos cuál es el sentido de nuestra vida, caminamos por ella con la cabeza alta y el paso ligero.
No es fácil dar con ese sentido. Lo que puedo aconsejar es caminar con los ojos abiertos. Atentos. Muy atentos. Porque ese sentido de la vida frecuentemente está muy cerca de nosotros: en las personas que nos rodean, en la función que desempeñamos, en el entorno en el que vivimos…
Sí. Nos hemos convertido en una sociedad opulenta que sólo sabe pedir y a la que le cuesta entregar. Lo afirmo incluso en tiempo de plena crisis. Hace poco estuve en un poblado del interior de República Dominicana. Un adolescente local le confesaba a un turista europeo su deseo de poder viajar hasta España. Nuestro paisano se echó las manos a la cabeza y le previno ante la crisis y falta de trabajo. El jovencito caribeño no lo veía igual. No podía comprenderlo. Su razonamiento era aplastante: son los españoles en crisis quienes vienen de turismo a Dominicana, y no a la inversa. En efecto, así es.
Aquel joven estaba dispuesto a dejarlo todo a cambio de un incierto futuro. Seguramente así es porque poco tiene que perder. Sin embargo, nosotros no estamos dispuestos a renunciar nada. O casi nada. Tenemos demasiado miedo a perder. Y cuando ese temor nos puede… nada hay que hacer.
Comprometerse es tomar partido. Decidir es renunciar. No es posible nadar y guardar la ropa. O sí, pero hemos de tomar conciencia de que con esa actitud no se llega lejos. A veces, no se llega ni cerca. No se llega, se retrocede.
.- ¿Cuál es tu palabra favorita?
Déjame que tome dos: humildad y coraje. La mezcla es explosiva. Cuando ambas confluyen en una misma persona, su acción es indestructible. Poderosa e imparable. El coraje es la virtud que proclamo en mi libro “Vértigo”. Se necesita mucho coraje para tomar decisiones que cambien las cosas. Ahora bien, no sólo es cuestión de empeño y fuerza. No todo vale.
Cambiar las cosas con valentía e inteligencia necesita también la humildad de quien está abierto a aprender y a escuchar. Arrogancia y soberbia sobran.
.- ¿Qué y quienes te motivan en tu día a día?
Mi mujer y mis hijas. Mi madre y el resto de mi familia. Mis amigos. ISAVIA entera. Mis clientes. Mis lectores. España. Europa. El modelo de sociedad que queremos construir y legar a las futuras generaciones. No quisiera que esta lista muera en lo pequeño. Cuanto más grande, mejor.
Aunque lo más grande toma sentido en lo más pequeño. Lo cercano nos hace humanos. Lo que yo quiero es estar motivado. Vivir con intensidad cada instante. Aquí y ahora. “Carpe diem”. Supongo que transito por una de las etapas más bonitas de mi vida, y quiero saborearla.
.- Una reflexión para los lectores del blog
Hay esperanza. Depende de ti. De nosotros. De todos. Yes, we can. Yes, we want. Yes, we must. Ponte en marcha. No se llora cuando el lamento deja paso a la acción. ¡Atrévete y actúa!
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