“Que la risa os acompañe”. Así comienzan los talleres de Risoterapia de la Escuela de Risoterapia de Madrid. La coordinadora, Irene F. Megina, saluda (y despide) así a más de una decena de valientes que quieren liberar las tensiones y el estrés de la vida cotidiana y “conectar con el niño o niña interior”. Tras el saludo, toca “arrancar el motor” según expresa Irene y se refiere a que los visitantes comiencen, desde la tripa, a practicar una risa que muchos, confiesan, “tenían un poco olvidada”. Aunque al principio un poco tímidas, las carcajadas acaban inundando todo el local de la escuela situado en la calle Arenal.
Juegos, bailes, canciones, caricias, todo vale para arrancar la risa del vecino y conseguir así un “cambio en su actitud ante la vida”. “Viene mucha gente que está pasando una enfermedad”, confesaba Megina sobre las utilidades de esta terapia que busca poner en marcha cuerpo y mente. La risoterapia tiene un buen número de beneficios fisiológicos, mejora la capacidad circulatoria y respiratoria; neurológicos, con la generación de endorfinas y psíquicos, aliviando la ansiedad, el estrés y aumentando la confianza en uno mismo, entre otros.
Aseguraba un tal Sigmund Freud que la risa ayuda a liberar energía negativa y es que esta terapia también es cuestión de energías. Muchos de los 'pacientes' llegan al taller vacíos y esto les ayuda a llenarse de “vitalidad, alegría y felicidad”. Se trata de buscar una risa que parte de la felicidad no de la gracia que pueda hacer una situación. Y en los talleres hay y muchas. Tantas que todo el que los prueba siempre vuelve porque considera adictiva esta experiencia. “Un globo de cuidado”, decía uno de los chicos que había llegado recomendado por un amigo.
Hoy se celebra en todo 'el globo' el Día Mundial de la Risa. La Escuela de Risoterapia de Madrid ha querido salir a la calle para demostrar los beneficios de la risa a los viandantes. Unos beneficios que no han apreciado todos por igual y que, incluso, les ha supuesto algunas miradas un tanto despectivascuando se intentaba compartir carcajadas con un completo desconocido. “Muchas personas creían que nos reíamos de ellos y no que queríamos hacerlo con ellos”, comentaba Irene en plena locura de risoterapia en la calle Arenal de Madrid.
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