- VÍCTOR GONZÁLEZ KOWAL
- Periodista.
Un flujo de imágenes a veces mezclado con sonidos u olores; también con sensaciones extrañas al mismo tiempo familiares y desconocidas, nos visitan cada noche mientras dormimos para convertirnos en protagonistas de una épica que aflora con mensajes que nos sugieren, encantan, espantan, o en el mejor de los casos, nos ayudan a tomar decisiones acerca de nuestros asuntos.
Sano ejercicio resulta anotar tales experiencias, registrarlas en la memoria, analizar sus alcances; entender su lenguaje puede ser tan o más importante que lavarse los dientes o depilarse, puesto que en las mañanas, generalmente, al abrir los ojos es saberse con un mail por abrir con información de carácter estratégico.
Así como nos alimentamos, que lo hacemos en forma automática, casi en el absoluto mecánico de satisfacer una máquina, todos los días y a determinadas horas; atender esta realidad que representa cerca del 30 por ciento de nuestras vidas, nos permitirá asociarnos a una capacidad de aceptar una realidad distinta que subyace en nuestras vidas, dispuesta a sorprendernos en la medida que nos atrevamos a conocerla.
El dibujante de comic, Carlos Carvajal, de Coquimbo, comentó lo siguiente respecto a vivir la paradoja de estar más despierto para entender lo que pasa cuando estamos durmiendo : ” … sueños que en su momento y luego de segundos de despertar me ofrecen una gran alternativa de dibujar y llevarlas al formato comic , sin embargo a pesar de ser buenas historias a mi parecer dentro del sueño mismo, mi retención onírica es demasiado breve y a los segundos de despertar, me olvido de que trataban , quedándome sólo con la sensación que lo que soñaba daba para un buen guion …”.
Querámoslo o no, aunque no los recordemos, los sueños ocurren en nuestras vidas, son constituyentes de un material primitivo, denso, viscoso, que brota desde lo más profundo de nuestro ser psíquico, con carácter transformador si uno osa en inmiscuirse en esta suerte de inframundo que permanece jeroglífico al entender racional.
Se dice en la jerga de la tradición iniciática que cuando el aprendiz está preparado es cuando aparece el maestro. Entonces cuando nos atrevamos a penetrar y ver de qué trata la algarabía que ocurre cuando bajamos la cortina, para disponernos a descansar, estaremos preparados para la llegada de la enseñanza y/o el mensaje.
Una brújula para las vicisitudes que la vida nos ofrece en cada momento y lugar.
Para la mayoría de nosotros, la experiencia onírica es el resultado de un conjunto residual de imágenes capturadas en el día recién vivido, sumadas a las emociones, los aprendizajes, el pasado y el futuro.
En este sentido, ¿Qué pasa cuando se sueña y en ese sueño aparece un familiar ya fallecido surtiendo cierta información que resulta trascendental para una toma de decisiones? De dónde sacamos la explicación para tan puntual experiencia?. Por ejemplo, Susana, secretaria de una oficina municipal, soñó con sus padres, ellos ya no pertenecen a la tierra, en el sueño ella se veía amarilla como los Simpson, la mamá la retaba por tener ese color de piel, mientras el padre le decía que se calmara que no era para tanto. Una semana después en la consulta con el acupunturista que la está tratando por una serie de dolencias, éste le comentó que el color de su piel era uno de los signos por los cuales él se orientó para preparar la terapia que necesita para recuperarse.
La tecnología ofrece una plétora de oportunidades para obtener datos que nos ayudan al trabajo, sin embargo de toda la información que disponemos, sólo un fragmento resulta útil para el objetivo que tenemos en mente. Sucede lo mismo con los sueños donde nos vemos navegando por un mar de situaciones inconexas, absurdas, revueltas, pero que si nos mantenemos firmes en la embarcación, tendremos puerto a la vista y un aporte al conocimiento sobre el si mismo.
Algunas claves para leer este jeroglífico, que nos asalta noche a noche, entendiéndonos dentro de un habitar la vida que todo informa, todo se procesa en forma simbólica, es conversar los sueños con las personas con las cuales se comparte el viaje de la vida. Resulta ser un efectivo sistema de autocuidado, porque de aquel compartir se pueden ajustar las conclusiones y explicaciones que se necesitan para entender qué sucede con nosotros.
El propósito de este artículo tiene la misión de crear una reflexión en torno a los sueños y su utilidad, en el contexto de resultar llave para abrir puertas hacia la prosperidad de los proyectos vitales de cada uno; sabemos que para una mayoría aún es materia de misterio, incluyendo la psicología, pese a los grandes aportes de Freud y Jung, en estructurar, según sus divergentes metodologías, un sistema que busque explicarlos.
Esta experiencia del soñar, entender lo soñado, aplicarlos a la vida material nos ayudará a multiplicar la capacidad de examinarnos a nosotros mismos en el sentido de ser mejores seres humanos, más felices, más resueltos, pero conscientes de que, al fin y al cabo, queramoslo o no, podemos ser los dueños de todo lo que hacemos, ya lo decía Mahatma Gandhi: “Realmente soy un soñador práctico; mis sueños no son bagatelas en el aire. Lo que yo quiero es convertir mis sueños en realidad”. O como lo plantea el poeta Sergio Badilla en su poema, dedicado a Gonzalo Rojas, Segundo Evangelio: ” Despreciar el abismo era aspirar a una perpetua penitencia hacinarse en una choza de los más altos mogotes o cobijarse en una cueva de forajidos de la costa”.
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