Como pocos filósofos, Friedrich Nietzsche no sólo es conocido por su filosofía también lo es por ser un gran escritor. Por eso su filosofía seduce tanto, con sus ráfagas, sus aforismos, su escritura llena de sangre/espíritu (un cóctel ideal para incendiar la mente de un joven). Siendo él mismo sujeto de la posesión dionisiaca que tanto celebró, transpira en lo mejor de su obra la embriaguez, el relámpago, la manía que viene del dios del vino y los misterios. Algunos críticos consideran que su estilo dado a sentencias breves revolucionó la afectada prosa filosófica alemana en la que abundan las oraciones de múltiples cláusulas. Las palabras son en Nietzsche un martillo fulminante, hoz y haz de significados enlazados. Como explica el mismo Nietzsche, la filosofía debe de intimar a la poesía sin nunca entregarse a ella, en un eterno roce y el filósofo no sólo debe construir su estilo a través del pensamiento lógico, también a través de lo que siente –en esto Nietzsche revela su dimensión artística y amplía su epistemología a la radiación de los sentidos que aprehenden y comunican el mundo de formas inaccesibles para la razón. Invita al lector aquí a participar en la filosofía como una experiencia y como una transformación y no sólo como una transferencia de información. Nunca inerte a la sensualidad, Nietzsche considera que la abstracción filosófica debe de ser cocinada a fuego lento, abriendo primero el paladar del lector, para en el momento climático propinar el zarpazo que consigue el entendimiento.
En un momento en el que estaba poseído por ese otro dios, Eros, Nietzsche esbozó diez reglas como un breve manual de estilo dirigido a la gran musa Lou Andreas Salomé (de quien también se enamoraron Freud y Rilke). Nietzsche no consiguió concretar su amor pero, probablemente intentando agenciarse su afecto, le consignó en 1882 un decálogo de estilo para escribir filosofía. Salomé más tarde publicó esta carta en su libro Friedrich Nietzsche in seinen Werken. Estas diez reglas pueden leerse como una serie de consejos para jóvenes interesados en la filosofía –como era el caso de Salomé. Agrego aquí un onceavo punto que no pertenece a esta carta, pero que me parece captura la quintaesencia de la pasión y la visión nietzscheana, además de ser una de las frases más memorables sobre lo que es la escritura para un escritor: metafísica de las letras que están vivas, escritura que es transubstanciación.
1. La vida es una necesidad primordial: un estilo debe estar vivo.
2. El estilo debe ser concebido tomando en cuenta a la persona específica con la que te quieres comunicar. (La ley de la relación mutua).
3. Primero, antes de escribir, uno debe determinar con precisión “qué se quiere decir y presentar”. La escritura debe ser sólo una imitación.
4. Como el escritor ignora los recursos que tiene el orador, deberá por lo general, hacer una presentación expresiva de su modelo. De cualquier manera, la presentación escrita de éste, siempre resultará más apagada que el modelo en sí mismo.
5. La riqueza de la vida se revela a través de la riqueza gestual. Uno debe aprender a considerar todo —la extensión y ritmo de las oraciones, los signos de puntuación, la selección de palabras, las pausas, la secuencia de los pensamientos—, como lo hacemos con los gestos.
6. ¡Te cuidado con la puntuación! Sólo las personas que tienen una respiración larga al hablar se merecen el punto. Para la mayoría, el punto es una afectación.
7. El estilo debe probar que uno cree en una idea. No solamente que uno la piensa, sino también que las siente.
8. Entre más abstracta es la idea que se quiere expresar, más importante es guiar los sentidos del lector hacia ella.
9. La estrategia de un buen escritor de prosa consiste en la elección de los medios que lo acerquen lo más posible a la poesía, sin nunca tocarla.
10. Privar al lector de las objeciones más obvias no es una manera eficaz, ni inteligente. Permitir que el lector pronuncie la quintaesencia de nuestra sabiduría es una mejor y más inteligente manera de hacerlo.
EXTRA:
11. De todo lo que está escrito, amo sólo lo que una persona ha escrito con su sangre. Escribe con sangre, y descubrirás que la sangre es espíritu.
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