miércoles, 23 de diciembre de 2015

Fortaleza mental

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Para incentivar el cambio hay que llamar la atención con propuestas sugestivas, que el cerebro cree soluciones sin que le sean impuestas. No existe segunda oportunidad para la primera impresión. El momento crucial para entender es interno. Para lograrlo la idea debe ser presentada en un formato original y frecuente para que evite repetir el pasado. La fortaleza de la mente aumenta cuando hay pasión por una meta.
Hay una fuerza muy poderosa que en el mundo se conoce como empowerment. Es un poder interior con el cual se nace. Esta fuerza emprendedora significa tomar conciencia y asumir la actitud necesaria para superar los obstáculos. El poder inteligente es un querer con eficacia y el principal bloqueo es no saber lo que se quiere. Por eso la principal inteligencia es conocerse a sí mismo, la misión en la vida y los métodos para realizarla. Lo métodos son la mayor riqueza del hombre.
La resiliencia en física es la característica del caucho o el resorte, de estirarse, contraerse y  recobrar su forma. Cuando la arenilla penetra  en  la ostra, ésta segrega una sustancia y la convierte en perla. En el hombre resiliencia  es salir de la adversidad. El resiliente es el que comprende  lo que le pasa,  descubre sus fortalezas, cree en un futuro mejor, construye redes de apoyo, acepta metas desafiantes, confía en alcanzarlas, usa  sus recursos y tiene una estrategia. La ostra hace de la intrusa una parte de sí, la adapta a su  naturaleza. Una ostra que no fue herida no produce perlas.
La capacidad de esforzarse para alcanzar metas no es una cuestión genética. La experiencia y el esfuerzo son indispensables pero no se trata de una habilidad. La fuerza de la voluntad surge del compromiso claro con un propósito bien definido. Creer que uno nació inteligente implica no valorar el aprendizaje. Por el contrario los que aman y se comprometen con su misión valoran más lo que hacen que el resultado. El potencial cerebral es desconocido; por lo tanto, es imposible preverlo y lo mejor es someterlo a desafíos. El éxito es hacer todo para mejorar y aprender, y que el fracaso sea una alarma que motiva para volver a intentarlo. El esfuerzo es necesario para dominar una habilidad y el éxito de otros debe ser inspirador. Henry Ford dijo: “Si piensas que puedes o piensas que no puedes – tienes razón.” Las creencias influyen en los resultados que se logran.
Crossfit mental: cómo aprenden los innovadores. Los que están en la cima de la creatividad y la innovación precisan mantenerse actualizados y motivados. Están siempre reaprendiendo a aprender. El crossfit mental es una disciplina que nació en los gimnasios para combatir los efectos negativos de la rutina. Parte del supuesto de que los humanos se hablan a sí mismos todo el tiempo y algunas veces lo hacen en voz alta.
Hacerlo antes, durante el y después de un entrenamiento, conscientemente, prepara y capacita el modo de pensar para desarrollar hábitos positivos de rendimiento mental. El mayor obstáculo es la mente. El diálogo interno puede inhibir el rendimiento cuando los pensamientos negativos aparecen. Si esto sucede el cuerpo comienza a sentir la fatiga. Por lo tanto, los atletas tienen que prepararse para luchar activamente y responder a cada pensamiento negativo con una refutación positiva: ¿Por qué estoy aquí hoy? ¿Qué espero lograr? ¿Cómo voy a hacer de esto una experiencia agradable?
La mente dirige al cuerpo. El crossfit la estimula con principios: No vivas en tu zona de confort, no temas al fracaso. Convierte tus debilidades en fortalezas, no hagas solamente tus ejercicios favoritos o no tendrás un buen balance general.
El crossfit se basa en el incremento de las capacidades físicas más reconocidas en el deporte: resistencia cardiorrespiratoria, muscular, fuerza, flexibilidad, potencia, velocidad, coordinación, agilidad, equilibrio y precisión. Incluye ejercicios de creatividad y resolución de problemas. Estas habilidades se extrapolan a las capacidades cognitivas. Proponen un ‘trabajo en equipo’ entre varios músculos (en un gimnasio tradicional se suele trabajar con uno solo). Y la capacidad de combinar es clave en el portafolio de habilidades de quienes trabajan en el mundo de las ideas.
La rutina es el enemigo. Se trata de que los entrenamientos sean cortos e intensos. Se parece mucho a la lista de tareas del día, que al principio parecen imposibles pero que al final se logran con concentración, técnica, curiosidad y ansias de superación. Se le presta menos atención a la adquisición de conocimiento demasiado puntual, porque caduca muy rápido. Contra la velocidad actual se intenta adquirir maestría, y eso requiere disciplina. Hay que practicar y aplicar lo aprendido, algo fundamental para la innovación. La diferencia entre los conocimientos que caducan y adquirir la maestría parte de saber la perfección nunca se alcanza, que uno es aprendiz de por vida. Hay que medir y tener feedback todo el tiempo. La neuroplasticidad. Es la capacidad de reformular los circuitos neuronales a lo largo de la vida. Para que los cambios funcionen deben estar muy bien planificados, para superar “la cordillera de la frustración que surge luego de las primeras horas”, y alcanzar a gozar la nueva habilidad y se adquiera una determinada velocidad crucero, clave para que el hábito se consolide y no se abandone. Primero hay percibir el momento que estamos viviendo y aceptarlo (y hasta disfrutarlo), porque lo más típico sería aferrarse a lo conocido. Hay que poseer una personalidad abierta al cambio, ser naturalmente curioso y humilde, para reconocer que nunca se sabe todo y que hay que aprender todo el tiempo y adaptarse.
Para innovar hay que reunirse siempre con gente interesante sin ningún objetivo en particular; leer y escribir algo que algún día será un artículo o un libro. Y en cada proyecto probar una técnica nueva para obtener ideas frescas. Lo que es bueno para el cuerpo es bueno para la mente:
Velocidad. Los tiempos de los procesos académicos tradicionales muchas veces llegan tarde. Los contenidos de hace 6 meses ya son viejos
Variedad. Se terminó la etapa de una carrera, una maestría o doctorado y trabajar con ese título hasta jubilarse. Hoy el entorno exige un aprendizaje permanente, que para volverse un hábito tiene que ser divertido, y para entretener tiene que ser variado.
Intensidad y compromiso. La agenda diaria a menudo hace que el espacio de aprendizaje sea lo primero que se relega. Hay que evitarlo comprometiendo un tiempo semanal, y sostenerlo a toda costa, tanto en el ejercicio mental como en el ejercicio físico
Uso de tecnología. Escuchar un podcast durante un viaje largo en auto o mientras se hace deporte; o usar herramientas digitales para interactuar con personas en búsqueda similares conocimientos, entre otras prácticas, hacen que este proceso sea más productivo
Aplicabilidad. Experimentar con lo que se aprende en la rutina diaria ayuda a fijar los conocimientos y a crear nuevas conexiones. La “funcionalidad”, el usar varias habilidades cognitivas (o músculos) a la vez es el nuevo mantra.
En tiempos en que se augura el fin del empleo es muy fascinante resaltar el papel de la innovación.
Neurorigidez. Es la tendencia natural a usar conexiones pre cableadas, es decir, memorias. Pero sin hacer nuevas conexiones, no se aprende. Rigidez es procesar los mismos pensamientos, realizar las mismas acciones, así no es posible esperar que ocurra algo distinto.
Einstein definió la locura como el deseo de querer progresar pero seguir haciendo lo mismo.
La mente es el cerebro en movimiento, un producto de la actividad cerebral. El lóbulo frontal del cerebro es la base de la voluntad y del aprendizaje. Cuando el lóbulo frontal se concentra en un pensamiento, este es más real que todo lo demás,  porque se conecta con todos los rincones del cerebro y puede acallar a las demás partes. Así se puede modificar la conducta y combinar estas redes para crear ideas.
Esta práctica mental (denominada Fábrica de ideas) imagina en quién uno desea convertirse, practica una acción antes de hacerla, supone una habilidad como adquirida, reproduce un suceso a voluntad y al hacerlo, consigue que se formen nuevos circuitos. Al principio las otras neuronas dicen: empieza mañana. Al persistir, el nuevo pensamiento se hace más fuerte. El proceso repetido con una férrea intención, tarde o temprano se convertirá en una señal  y el circuito va a tener que cambiar.
Sólo hay una cantidad fija del factor N de neurocrecimiento en el cerebro y la conexión intensificada comienza a robarla a las otras conexiones y se van despegando las sensaciones negativas. Hay ahora una sola orden dirigida hacia el cuerpo. Podemos creer y crear el futuro sin experimentarlo porque lo pensado ya está mapeado. Ahora el cerebro no es un registro del pasado, sino una ruta hacia el porvenir. El ambiente en el que se vive es una extensión de la mente. Cambiando la mente la vida cambia.
Lo innato y lo adquirido. Los lóbulos frontales completan su maduración con la mayoría de edad. La forma de ver y actuar en el mundo, los proyectos, el desarrollo personal, dependen de ellos. Son los pilares de la neuromodelación consciente que dan el poder de planear el destino, como una vía de escape al condicionamiento que los genes imponen. Permiten seguir o cambiar lo que ya no se desea, o crear nuevas redes para que los proyectos puedan concretarse. Los ejercicios físicos preservan la salud cardiovascular, los cognitivos preservan la mental. Usamos más el hemisferio izquierdo que automatiza las respuestas, eso que llamamos experiencia. El que aprende lo nuevo es el derecho y lo delega en el izquierdo que así adquiere la capacidad para reconocer. Si por rutina o comodidad perdemos la curiosidad el cerebro se detiene. Desarrollo no es cuánto crecimos o cuánto tenemos, sino lo que hacemos con eso. La gimnasia mental  neuróbica relaciona conocimiento, imaginación y actividad.
Concentrar la energía en el cambio. Cotejar lo nuevo con lo viejo activa la corteza frontal. El hábito exige menos, por la comodidad que brinda al repetirse. La resistencia al cambio proviene de evitar el esfuerzo intelectual. La zona frontal se conecta con el circuito del temor, un cambio importante se lleva la energía. Para evitar que triunfe la rutina hay que generar nuevas rutas. La Neuroplasticidad permite auto formatearse.
Para incentivar el cambio hay que llamar la atención con propuestas sugestivas, que el cerebro cree soluciones sin que le sean impuestas. No existe segunda oportunidad para la primera impresión. El momento crucial para entender es interno. Para lograrlo la idea debe ser presentada en un formato original y frecuente para que evite repetir el pasado. La fortaleza de la mente aumenta cuando hay pasión por una meta.
Neuroeducación. La inteligencia apuesta por un mundo mejor. Hasta hace poco se creía que era sinónimo de coeficiente intelectual. Cicerón adoptó el término para referirse a la capacidad intelectual.  En el siglo xx se postuló la existencia de inteligencias múltiples. Goleman  popularizó la inteligencia emocional que es propia de quién sabe administrar sentimientos propios y ajenos, tiene motivación, confianza, creatividad, perseverancia y control de los impulsos. La voluntad ordena, moviliza e invita a sostener un proyecto personal, el verdadero sentido de la vida.
En este amplio espectro de lo que se considera ser inteligente, se puede identificar un coeficiente racional y lógico (CI) en convergencia con otros. La definición de inteligencia varía desde la flexibilidad  para generar  ideas, resolver problemas o adaptarse a situaciones nuevas. Algunos miden el pensamiento abstracto; otros la habilidad para aprender. Spearman a principios de siglo propuso la existencia del factor G o inteligencia general que permite tener éxito en tareas cognitivas. Thomson dijo que la aptitud única es una colección de habilidades que Gardner llamó  inteligencias múltiples, habilidades que difieren de la “inteligencia general”. El humor, la sensibilidad, la ironía y la creatividad no integraban los tests clásicos. Se puede ser  inteligente sin demasiada educación formal. La “inteligencia fluida” resuelve problemas, con cierta independencia del conocimiento.
Hay que descorrer el velo que impide conectarse con la vocación, lo que los griegos llamaban “conócete a ti mismo”. Muchos se desvían y surge la insatisfacción. Ir contra natura afecta la salud física y mentalLa inteligencia vocacional es la madre de las inteligencias complementarias.
El lóbulo frontal derecho crea las ideas, el izquierdo analiza, encuentra errores, fija prioridades, elige las mejores soluciones. El lóbulo posterior basal izquierdo es sensorialse especializa en secuencias, rutinas, reglas, es objetivo y poco emocional, trabaja con las cosas como son. El posterior derecho o sentimental coordina lo que ve con lo que siente creando la armonía y la paz, privilegiando a las personas.
Cada persona tiene un tipo dominante, el error es desviarlo, no ser auténtico, acomodarse. Sin embargo el que no hace lo que le gusta puede acomodar la percepción para que le guste lo que hace. Usar la brújula interior es 100 veces más efectivo que entrenarse para hacer lo que disgusta. El ideal es combinar las fortalezas y compensar debilidades asociándose con cerebros complementarios. Es la esencia del trabajo en equipo. Descubrirse a sí mismo es una tarea compleja porque el sistema educativo da prioridad a la socialización y hace perder potencia. Un sujeto insatisfecho perjudica al tejido social. La educación al tratar a todos por igual no desarrolla al genio que llevamos dentro. Los equipos de alta performance nuclean diversidad y competencia. Reúnen al inventor de las ideas, al innovador que las produce, al estabilizador que genera la rutina y al armonizador que las conecta con el mercado. El neuroliderazgo aplica la neurociencia a las dos caras de la inteligencia emocional, la inteligencia personal y la social. Como el futuro no existe, podemos inventarlo. Para crear redes neuronales, como rutas efectivas hacia el éxito conviene recordar a Séneca que decía “No existen vientos favorables para el que no sabe a dónde quiere llegar”.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem, mail de contacto, horaciokrell@ilvem.com

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