Una imagen común de “La Mente” para el consciente colectivo es la de un cerebro flotante que dispara descargas eléctricas que terminan por dar forma a alguna creación. El mensaje es, que dentro de esa masa incorpórea de tejido neural, está contenido todo lo que somos.
Es una imagen que puede generar miedo, pero es engañosa. Una idea mucho más radical es la que explica que el cerebro no puede convertirse en mente sin cuerpo, que las interacciones bilaterales entre la mente y el cuerpo son cruciales para el pensamiento y la salud; y el cerebro puede pensar parcialmente en términos de las acciones motrices que codifica para los músculos del cuerpo.
Hemos integrado el concepto del cerebro sin cuerpo debido a la tendencia académica a adorar el pensamiento abstracto. Si tenemos una visión más democrática de todo el cerebro, encontraríamos mucho más de sus procesos dedicados a la planificación y el control del movimiento que para la reflexión. Los analistas de deportes están en lo correcto cuando describen a las estrellas de fútbol como “genios” y lo mismo va para la danza. Su genio requiere energía cerebral masiva y un cuerpo magnífico, en ese caso tal vez uno mejor que el de Einstein.
El concepto de “cerebro-cuerpo” es comprometedor, ya que requiere que muchos científicos cambien su forma de pensar, esto porque ese enfoque permite interacciones de sentido común entre el cerebro y el cuerpo con las que la ciencia médica se siente incómoda, le da más sentido a los sentimientos que surgen al enamorarse y requiere un enfoque diferente para las personas que están tratando de crear máquinas con inteligencia similar a la humana. Y si, todo esto suena como una mera afirmación, pero hay muchas investigaciones interesantes que lo pueden respaldar.
Las interacciones entre la mente y el cuerpo resultan contundentes para la salud y el status social. Estudios célebres como el de Michael Marmot muestran que cuanto más abajo se encuentre alguien en la ley del más fuerte, es probable que tenga peor salud. Sólo podemos explicar una pequeña parte de la tendencia decadente de los países pobres en sus acceso a la salud, la alimentación y a mejores condiciones de vida. Para Marmot, la respuesta está en “el impacto sobre la cantidad de control que se tiene sobre las circunstancias de vida”. El mensaje importante aquí, es que el estado de la mente – la percepción del status – se traduce en un estado del cuerpo.
El efecto de los placebos en la salud nos da un mensaje similar. La confianza y la creencia se ven a menudo como algo negativo en la ciencia y el efecto placebo es rechazado como una especie de “pensamiento mágico” porque se basa en la fe del paciente. Pero la verdadera maravilla es que la fe puede funcionar. Los placebos pueden estimular la liberación de endorfinas que alivian el dolor y afectan las tasas de disparo neuronal en personas diagnosticadas con Mal de Parkinson.
El cuerpo-mente interactúa también en los sentimientos más íntimos de amor y vínculos afectivos. Esas interacciones han sido mejor exploradas en los ratones de campo en el que dos hormonas, la oxitocina y la vasopresina, son críticas. Las hormonas son liberadas como resultado de “los placeres táctiles amplificados del acoplamiento”, y hacen contacto con centros de placer en el cerebro que esencialmente vuelven “adictas” a las parejas sexuales.
Los seres humanos son, sin duda más cerebrales. Sin embargo, los scanneos cerebrales de personas enamoradas muestran mayor actividad donde hay un montón de oxitocina y receptores de vasopresina. Los niveles de oxitocina se elevan durante el orgasmo y aumentan la excitación sexual, como también lo hacen con el tacto y con masajes. La hormona también aumenta la sensación de que se puede confiar en los demás, que es parte esencial de las relaciones íntimas. En un caso reciente se realizó un “Juego de Inversión” donde muchos inversores confiaban todo su dinero a un desconocido después de dispararles con un spray de oxitocina.
Estas pequeñas historias demuestran la importancia de las interacciones de la mente, las señales hormonales del cerebro y el cuerpo. Esta idea ha sido llevada a un nivel más profundo en los estudios de Antonio Damasio, quien encuentra que las emociones, la intuición o “las corazonadas” son esenciales para la toma de decisiones. “No separamos la emoción de la cognición como las capas de un pastel”, dice Damasio, “La emoción está en el loop de la razón todo el tiempo”.
En efecto, la forma en la que el razonamiento está ligado a las acciones del cuerpo puede ser bastante contra-intutiva. Giacomo Rizzolatti descubrió las neuronas espejo en una parte del cerebro responsable de la planificación del movimiento de los monos. Estas células nerviosas se disparan cuando un mono realiza una acción (como recoger un cacahuate) y cuando el mono ve que alguien más hace exactamente lo mismo. En poco tiempo, sistemas similares se han encontrado en el cerebro humano también.
La sorprendente conclusión puede ser que cuando vemos a alguien hacer algo, las mismas partes de nuestro cerebro se activan “como si” lo hiciéramos nosotros mismos. Podemos saber lo que otros piensan y sienten, simulando lo que están haciendo dentro las áreas motoras de nuestros propios cerebros, lo cual también tiene un significado revolucionario para los estudios sobre la empatía.
El mecanismo fundamental que nos permite una comprensión directa de la mente de los demás no es un razonamiento conceptual sino simulación directa de los fenómenos observados a través del mecanismo del espejo. La comprensión directa de la mente de los demás es una habilidad especial que allana el camino para nuestros poderes únicos de imitación, que a su vez han permitido el desarrollo de la cultura.
Por otro lado, es interesante analizar los estudios de Alexander Lowen y sus hallazgos de procesos cognitivos y psicológicos que surgen en la bioenergética que es a la vez una forma de entender la personalidad humana en función de los procesos energéticos del cuerpo y una forma de psicoterapia en donde se analiza la relación que tiene la identificación con el cuerpo, como influye en nuestra capacidad de aprendizaje y de lidiar psicológicamente con las funciones básicas del cuerpo: respiración, movimientos, auto-expresión, sexualidad, sentimientos y emociones.
Si el cuerpo en su interacción con el cerebro y la planificación de acciones en el mundo son tan centrales para la mente humana, ¿En dónde deja esto las posibilidades de crear a un ser inteligente (mente sin cuerpo) dentro de una computadora? Tal vez la prueba de Turing será más difícil de lo que pensamos. Nosotros podemos construir computadoras que entiendan nuestro lenguaje, pero que no puedan decir nada significativo, por lo menos hasta que podamos darles “experiencias táctiles extendidas”. Para decirlo de otra manera, las computadoras nunca serán capaces de comprensión hasta que puedan tener sexo.
Imagen: Human Mind, Phillip Wong
Twitter del autor: Benjamin Malik/@BienMal_