COMPETIR CON LA MENTE
La mente es la casa de las creencias que promueven los pensamientos que conducen a las acciones que emprendemos.
La mente es lo que desarrolla y dirige la estrategia.
La mente provee una imagen e instruye al cuerpo en los movimientos necesarios para actuar.
La mente es el observador que hace las decisiones acerca de la clase de autodiálogo que utilizamos cuando actuamos.
La mente controla nuestra fisiología.
La mente se hace cargo del control emocional.
La mente es la locomotora que conduce al tren!
Los nuevos horizontes de la psicometría
Pretendimos durante mucho tiempo absolutizar el servicio de la psicometría sin considerar que la medición de facultades intelectuales o perfiles psicológicos no es suficiente para completar el ciclo educativo, para pronosticar ejecuciones o decidir acciones futuras. El diagnóstico es sólo un punto de partida, es la brújula de las acciones a seguir, pero sin una metodología efectiva no se llega a ningún destino. Este divorcio entre diagnóstico y metodología es uno de los principales generadores del desencanto educativo.
La medición del cociente intelectual (IQ) se popularizó en el mundo académico sobre todo para encontrar respuestas a los dilemas que presentaban los alumnos con problemas en el aprendizaje (no nacieron inteligentes?) o con resultados inferiores a los esperados. Tradicionalmente la luz que arrojaban los tests generaba otros cuestionamientos.
El IQ es alto, por qué entonces, los resultados académicos no siempre corresponden al potencial detectado?
El IQ es bajo, ¿no se tiene inteligencia?; es realmente válida la herramienta de medición? ¿mide un solo tipo de inteligencia o presenta alternativas de diferentes tipos intelectuales? ¿es posible incrementar el IQ para lograr un mejor rendimiento intelectual?
Actualmente varios autores han cuestionado fuertemente los postulados y métodos de las pruebas para medir el IQ. En 1947 el rumano judío Reuven Feuerstein propuso que era más importante medir los procesos de los que depende el funcionamiento de la inteligencia que el "quantum" intelectual.
Howard Gardner, investigador de Harvard, sugiere que existen varios tipos de inteligencia y se opone a los tests que miden tan escasas habilidades intelectuales, dejando muchas otras sin detectar. Los maestros afirman que se han liberado de la pedagogía de "una sola medida" y han recibido marcos de referencia que ayudan a desarrollar en sus alumnos las habilidades individuales.
Los nuevos horizontes diseñados por las corrientes de los factores específicos de inteligencia ofrecen oportunidades para la educación y desarrollo del recurso inagotable instalado en la mente humana.
IQ-Habilidades
Cociente intelectual Habilidades intelectuales
1. Objetivo: medir el quantum intelectual 1. Objetivo: definir el tipo de inteligencia
2. Foco: factor intelectual general 2. Foco: Factores intelectuales específicos
3. Implicación: capacidad estática 3. Implicación: capacidades sujetas a desarrollo
4. Test: pronóstico 4. Test: diagnóstico
5.Ventaja: medición cuantitativa 5. Ventaja: transferencia al aprendizaje diferencial
Un camino más allá del IQ
“El ser humano puede ser modificado. Si tú no crees esto, tus logros serán muy limitados”.
Reuven Feuerstein
En la psicología cognoscitiva han existido dos corrientes diferentes enfocadas a interpretar y medir la inteligencia:
1. la de los factores generales de la inteligencia y
2. la de los factores específicos.
A la primera pertenecen los autores que postulan el IQ o CI (cociente intelectual), abanderados por Alfred Binet;
En la segunda se suscriben Thurstone, Cattell, Guilford y seguidores. Existen grandes diferencias entres estos dos enfoques, algunas de las cuales con irreconciliables.
La corriente del IQ considera a la inteligencia como un recurso general para comprender y solucionar problemas, mesurable por un valor unitario; normalmente su pregunta clave es: "¿cuánta inteligencia tienes?", a cuya pregunta respondía con un número. Este enfoque cuantitativo tendía a proporcionar una aparente objetividad y seguridad para establecer pronósticos con respecto a las personas. Si su cociente intelectual era elevado, se podría predecir una conducta "inteligente" y una capacidad general para resolver los problemas que enfrentara. Las pruebas de IQ fueron diseñadas para predecir si una persona podía aprender con la suficiente rapidez con la que avanzan las personas "normales".
Tras este planteamiento estaban algunas implicaciones: el "quantum" intelectual es innato, inalterable, inafectable; esta suposición generaba actitudes deterministas, rígidas y cerraba el horizonte a la educación, pues no proponía formas de estimulación, ni metodología para el óptimo manejo del recurso intelectual. También estaba implícita la uniformidad intelectual, pues no proporcionaba posibilidades de diferenciación ni aportaba elementos de habilidad o deficiencia; simplemente era un número que promediaba las riquezas y habilidades intelectuales generales, sin permitir un diagnóstico diferencial claro. En este enfoque se implicaba una fuerte tendencia al pronóstico: un IQ bajo significaba imposibilidad futura para funcionar en forma intelectualmente, independientemente de la estimulación que se recibiera.
Algunas publicaciones recientes han despertado enormes controversias en USA por la relación planteada entre el IQ y la raza y aducen que hay características sociales (delincuencia, pobreza) que son imposibles de modificar, dada su dependencia de un bajo IQ; las connotaciones racistas y deterministas son ofensivas y, además, improbables, pues tales poblaciones han sido tradicionalmente relegadas en la educación y en el desarrollo intelectual.
Las pruebas del IQ proporcionan una aproximación acerca del aprendizaje de una persona para leer y escuchar instrucciones verbales, característica observada básicamente en el éxito académico. Desgraciadamente esta postura generalizó el alcance de la inteligencia y descartó manifestaciones en otras áreas que quedaron consideradas como de nivel sub-inteligente, como, por ejemplo, el arte, la relación interpersonal, el desempeño corporal y de movimiento. Durante mucho tiempo consideramos que la única manifestación intelectual era la que estaba directamente relacionada con el aprendizaje académico tradicional y, de esta manera, hicimos un reduccionismo de la versátil y diferenciada capacidad intelectual.
¿Cuántas generaciones salieron- y siguen saliendo...- de las escuelas considerándose torpes y tontas porque no cabían en el estrecho marco de referencia intelectual propuesto por criterios rígidos y fatalistas? (Continuaré con el tema)
Por qué me estoy extendiendo en dar a conocer puntos de vista sobre un tema que cada vez es más determinante en el futuro de un ser humano?
Simplemente para compartir conceptos, teorías, aprendizajes, manifestaciones que los docentes e investigadores de muchos países están clarificando permanentemente y, de esta manera, ayudarnos a revisar paradigmas (ideas, pensamientos, creencias) que aún siguen limitando y bloqueando algunos aspectos de nuestra conducta. El tema de la inteligencia es un asunto político o debiera serlo, sin embargo, sigue en un plan secundario.
Otra aclaración: con esta información compartida no se busca tener la razón, porque no cabe. Y no solamente porque nadie ve realidades o verdades completas, sino porque hace mucho daño querer tener o imponer la razón.
En México fui despertado, hace 30 años, por brillantes educadores de este país, con argumentos pedagógicos y didácticos que me han permitido sostener opiniones y transmitir- teórica y practicamente- mi convencimiento en el desarrollo de las habilidades de pensamiento (inteligencia) y transformar a niños y jóvenes con metodología que sustituyan al 'échale ganas', 'hay que trabajar más duro´, pon más atención, apúrate, etc., con el compromiso de desafiar- aportando- posturas deterministas, reactivas y pesimistas que tanto daño hacen y siguen haciendo.
Reuven Feuerstein: Lo más importante no es enseñar idiomas, técnicas o métodos, sino enseñarle a la gente a cambiar. El nuevo paradigma es enseñar a cambiar la inteligencia.
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