Dolors Reig (dreig)
Si los médicos inventasen un indicador de salud general (está usted 140 puntos enfermo), nos recuerda Ramachandran, pensaríamos que es absurdo cuando sin embargo damos crédito a cosas como el IQ, el coeficiente de inteligencia, para algo tan complejo como la mente humana. Estoy totalmente de acuerdo con un enfoque mucho más amplio, vinculado a lasinteligencias múltiples de Gardner que a las únicas, pero no deja de parecerme interesante el tema que os traigo hoy.
Dedicó gran parte de su vida a demostrarlo Vigostski: el ambiente en el que se crece juega un rol importantísimo en la determinación del coeficiente intelectual de la gente, el tan renombrado IQ. Y lo recupera en nuestra época James Flynn, filósofo político y matemático cuando demuestra que las puntuaciones en IQ son mucho menos independientes de una genética estática de lo siempre se había pensado y que por contra, han evolucionado significativamente durante el último siglo, de generación en generación. El IQ general de la población, así, parece estar elevándose en 0.3 puntos cada año, tres puntos por década, de forma que podemos afirmar que los seres humanos somos progresivamente más inteligentes. Todo ello, comento a menudo en presentaciones, incluso durante la última década y “a pesar de” para algunos, de Internet.
Extraigo algunos datos de una entrevista reciente que ofrecía a The Guardian:
Las causas sociales de la desigualdad
Puede utilizarse el IQ para medir diferencias entre grupos pero solamente si el ambiente en el que se desenvuelven es comparable… en caso contrario estaríamos sesgando las conclusiones. Un buen ejemplo de ello está en las diferencias de género en relación al coeficiente intelectual: las mujeres en todo el mundo muestran coeficientes comparables a los de los hombres pero solamente en los países avanzados donde las oportunidades son similares para ambos sexos.
También en la Universidad ocurre en este sentido algo curioso y que podría interpretarse en un sentido negativo en cuanto a la igualdad de género si no lo pensamos desde la óptica de las teorías de Flynn: las mujeres puntúan 2 puntos de media más bajo que los hombres en tests de IQ entre universitarios. Ocurre, según Flynn porque en general las chicas logran mejores resultados académicos, lo cual explicaría que teniendo dos alumnos de secundaria, chico y chica, con un mismo IQ de 100, veríamos como solamente la chica lograría, gracias a su propio esfuerzo, entrar en la universidad.
Por algo similar, en base a la misma ética del esfuerzo, se produce una brecha de género también en el caso de los/as futuros profesionales en derecho, periodismo, etc., con mujeres alcanzando mejores resultados académicos en general y para cosas como la lectura y escritura que los hombres.
En definitiva la visión de Flynn resta importancia al carácter genético del IQ e invalida aproximaciones que utilizan diferencias en este indicador para determinar la inferioridad genética de determinados grupos, etnias, colectivos, etc….
Un buen ejemplo lo proporcionan las naciones en desarrollo, cuando de seis de ellas tenemos muchos datos sobre IQ que indican que están aumentando los niveles generales de inteligencia mucho más rápido de lo que estamos haciendo en Europa. Turquía, Brasil, Kenya están a punto de alcanzarnos en cuanto a IQ porque constituyen un entorno que lo favorece. Otros, como Sudán en guerra o una República Dominicana cuya infraestructura es barrida cada 10 años por huracanes, tsunamis o tornados, complican en gran medida el desarrollo de nada vinculado a la inteligencia.
Vejez y deterioro cognitivo
Otro buen ejemplo de cómo la inteligencia es determinada por lo que hacemos más que por cómo nacemos está en el denominado “Impuesto del brillante”. Supone que la gente más inteligente sufre mayor deterioro cognitivo después de los 65 y parece que se cumple para las habilidades verbales. Un cerebro brillante, nos dice Flynn, como un coche de alta competición es algo que requiere de mayor mantenimiento a una edad avanzada. O puede que siendo brillante se tengan puestos de trabajo de alta demanda cognitiva y que al desaparecercon la jubilación se pierda la ventaja que, de nuevo, un ambiente adecuado estaba proporcionando.
Otro interesantísimo estudio de la OECD ofrecía pistas acerca de cómo la memoria de trabajo sufría distintos deterioros por edad según la midiésemos en Francia, donde el 80% de la población se jubila entre los 55 y 65 años o Suecia, donde el 80% está todavía en el trabajo a esas edades. Parece que la pérdida era mucho mayor en Francia, lo que indicaría que ejercitar el cerebro a edades avanzadas sería importantísimo para mantenerlo en forma.
Hay un debate en curso sobre si no será la medida de la inteligencia la que también es dependiente del ambiente en que se mide, sobre si no estaremos entrando en una falacia de razonamiento circular al pensar que la inteligencia puede medirse de forma unívoca e independiente del contexto. No entraremos en él y reconoceremos que quizás sí aporte algo de moderación al incremento que destacábamos al comenzar, pero creo que en general el tema es como lo plantea Flynn. Como él mismo reconoce lo interesante no está en quedarse con la única idea de si nos estamos volviendo o no más inteligentes, sino en explorar la complejidad de lo que hoy todavía intentamos definir como inteligencia.
Sabéis cómo me gusta dejar cada post con un vídeo…. Si no habéis visto antes “Sight” os daréis cuenta de lo que, efecto Flynn y tecnologías mediante, podemos llegar a ser…
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