Piense global pero actúe localmente, ¡igual que sus clientes!
NUEVAS EXIGENCIAS EN LOS MERCADOS
En las clases pasadas hemos visto las exigencias ambientales y cómo cumplirlas, en un contexto nacional. Pero estas demandas no provienen solo de nuestro país.La globalización de los mercados y de los problemas ambientales hacen que toda empresa esté expuesta a estos requerimientos. También los consumidores hacen efectivas sus exigencias ambientales a través de sus decisiones de compra.
La globalización de los mercados ha hecho que las demandas de una región se hagan sentir en otra que puede estar distante geográfica, pero no comercialmente.
A través del comercio se transfieren los estándares de la región compradora, generalmente más exigentes, al país productor, lo que hace que muchas firmas que quieren participar en mercados globales tengan que adaptar su comportamiento al mercado más exigente.
La globalización de los problemas ambientales también ayuda a este fenómeno. En el pasado, los impactos de una actividad o servicio se hacían sentir local o regionalmente.
Las empresas podían “esconder los problemas debajo de la alfombra”. Pero hoy la naturaleza global de problemas como el cambio climático y el adelgazamiento de la capa de ozono no lo permiten.
NO IMPORTA DÓNDE SE EMITA
No importa dónde se emitan los gases de efecto invernadero ni las sustancias destructoras de la capa de ozono, sus impactos afectan a todo el planeta. Y eso lo saben los consumidores de países con mayor ingreso que compran nuestros productos, y que consecuentemente exigen productos con menor impacto ambiental.El carácter global también extiende las exigencias ambientales más allá de la industria en que se desempeña una firma. Efectivamente, cualquier producto o servicio requiere de insumos (materias primas, energía, otros productos o servicios) tanto para su fabricación como para su operación. Además, después de cumplir su vida útil, los productos deben disponerse en forma adecuada.
Esto implica que un producto o servicio no solo tiene un impacto directo, sino que muchos impactos en diferentes etapas de la vida del producto, de sus insumos y de sus desechos. El “Ciclo de vida” de un producto es un concepto especialmente útil que produce una conexión entre industrias y productos aparentemente desconectados.
Por ejemplo, un automóvil producido en México puede tener un alternador fabricado en China con conductores de cobre chileno producido usando energía eléctrica proveniente de gas natural importado desde Indonesia y maquinaria con acero producido en Suecia, ¡y así suma y sigue!
Si el automóvil estuviera destinado a un mercado exigente, como el europeo, hasta las plantas generadoras de electricidad del norte chileno se podrían ver afectadas.
Esto puede parecer lejano, pero hoy es una realidad en muchos mercados. Por ejemplo, las grandes cadenas de supermercados europeos calculan la “huella de carbono” de los productos que ofrecen para la venta.
Un consumidor puede entonces elegir entre una botella de vino francés o una de vino chileno, considerando no solo su precio y calidad, sino también la cantidad de CO2 emitido durante el cultivo de la uva, la producción del vino, y el transporte hasta su destino final (incluyendo por supuesto las emisiones asociadas a la botella, etiqueta, corcho, oficinas centrales, etc.).
El desempeño ambiental se ha convertido en un nuevo atributo del vino, ¡y de muchos otros productos!
Los fenómenos de globalización como la creciente interconexión de los mercados de productos finales y de los insumos, y la naturaleza global de los problemas ambientales más apremiantes, hacen que cualquier acción que tenga algún impacto ambiental, por más local que parezca, tenga consecuencias globales.
Y en un mundo en que la información es cada vez más abundante, tarde o temprano llegará a oídos del regulador o de los consumidores. Aunque esto se puede ver como una carga sobre las empresas, en realidad ofrece ventajas competitivas para aquellas compañías que toman en serio el cuidado del medio ambiente.
Transparentar el impacto ambiental de un producto o servicio produce una competencia más justa, evitando por una parte el dumping ambiental y, por otra, permitiendo a las empresas competir no solo por precio y calidad, sino también por su compromiso con el cuidado del medio ambiente. Y en eso ¡las empresas chilenas pueden ser campeonas!
ANÁLISIS DEL CICLO DE VIDA
En la actualidad se aplican diferentes metodologías para estimar el impacto de un proceso o una actividad en el medio ambiente.Los más conocidos son la huella de carbono, la cual estima el impacto ambiental a través de la cuantificación de las emisiones de gases efecto invernadero; la huella hídrica que cuantifica el impacto según la cantidad de agua que se utiliza para producir un bien o servicio, y la huella ecológica, la cual representa el área equivalente de tierra productiva necesaria para producir un bien o servicio.
En el último tiempo se ha desarrollado fuertemente un instrumento de gestión ambiental que engloba todas las metodologías recién descritas y que va aún más allá. Es el llamado “Análisis de ciclo de vida” de un producto, actividad o servicio.
Este tipo de análisis nació del reconocimiento de que un producto no solo emite contaminantes (como el CO2) o consume recursos (como el agua) durante su operación, sino que en toda su vida: producción, operación y disposición final.
Además, durante su vida el producto utiliza otros insumos (materiales, químicos, energéticos etc.), que a su vez también tienen impactos ambientales tanto en su proceso de elaboración como en su momento de disposición final.
El análisis de ciclo de vida, en palabras simples, busca estimar todos los impactos ambientales a lo largo de la vida del producto, cuantificando así el impacto desde su “cuna” (utilización de recursos naturales) hasta su “tumba” (consumo y disposición final).
Cuantificar el impacto ambiental a través de este tipo de metodologías no solo sirve para comparar correctamente los efectos entre distintas actividades y productos sino que también permite identificar en qué etapas de la vida del producto se utiliza la mayor cantidad de recursos o se emite la mayor cantidad de contaminantes, determinando donde es más efectivo implementar mejoras o innovaciones a los procesos existentes.
Esto último tiene que verse como una oportunidad para las compañías ya que también puede traer consigo beneficios económicos y grandes oportunidades de innovación.
NUEVO PROGRAMA HUELLACHILE
En línea con las últimas tendencias, el Ministerio de Medio Ambiente está trabajando en la implementación de un Programa Nacional de Gestión del Carbono, llamado HuellaChile.Este programa buscará animar a las instituciones, tanto privadas como públicas, a realizar una gestión activa de las emisiones de gases efecto invernadero y a comprometerse a un proceso de mejora continua que incluye la medición, verificación y mitigación de sus emisiones de carbono.
¿Cómo las animará? Generará un reconocimiento a aquellas instituciones que han demostrado una gestión apropiada de su huella de carbono entregando sellos que las distingan. Existirán sellos que identifiquen a aquellas instituciones que han cuantificado su huella de carbono, a las que la han reducido y neutralizado y, por último, habrá un sello de excelencia que considera además criterios cualitativos en la gestión del carbono.
La motivación entonces para las instituciones es cada vez más grande, esta vez incentivada no solo por los consumidores directos, sino que también por la autoridad.
¡Hasta el próximo viernes, última clase!
El profesor ayudante de este curso es el ingeniero civil industrial Cristóbal de la Maza.
El análisis de ciclo de vida busca estimar todos los impactos ambientales a lo largo de la vida del producto, cuantificando así el impacto desde su “cuna” (utilización de recursos naturales) hasta su “tumba” (consumo y disposición final).
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