Así es como hacemos desde los siglos de los siglos: copiar y modificar, copiar y copiar, copiar e innovar. Está claro que hay dos formas de aprender a hacer las cosas y que copiar, o lo que es lo mismo, aprender de la experiencia ajena, tiene unas grandísimas ventajas, una indiscutible y otras más en solfa. La ventaja indiscutible es que los resultados haciendo eso mismo están probados, se saben, son predecibles. Las otras ventajas son acortar tiempos, disgustos y garantizarte cierto éxito. ¿Discutibles? Ya lo he dicho.
El encuentro prometía mucho y así como yo lo pensé, lo debió de pensar una gran mayoría que se concentró el 2 de julio en el Salón de Actos de FUNDESEM para presenciar la ponencia de 3 personajes que bien podrían calificarse de “mejores”: Francisco Alcaide Hernández (Paco para los amigos), autor del libro que da nombre a este post; Alfredo Bataller, empresario de ejemplo; y el entrenador muy querido por los cuerpos y mentes de quien lo trata, Octavio Pérez.
Pero vaya, todo eso no hubiera estado a la altura de nuestras expectativas sin la soberbia actuación deBegoña Gozálbes. No sólo fue el hilo conductor entre ponente y ponente, sino que demostró tablas a la hora de presentarse ante un escenario como el que estábamos. De pie, con aplomo, moviéndose para regalarnos su mirada y sonrisa, empezó el discurso por el que llevo tachando a muchos ponentes con una cruz en esa casilla cuando no lo hacen: empezó agradeciendo al público su asistencia. Pero no se queda en la anécdota de cómo lo hizo (poniendo en pie a todo el auditorio), a renglón seguido (por aquello de que consultaba sus notas con total ausencia de impostura) nos despierta la curiosidad contándonos anécdotas del prota de la tarde, Paco, para destacar uno de sus mayores rasgos: la generosidad. Y lo ejemplificó cuando en la presentación de su propio libro, ni comienza el turno de ponencias, ni lo concluye.
Es a Alfredo Bataller al que le toca exponer… ¿qué nos va a contar éste? pensé nada más arrancar a hablar con voz tenue, calmada y algo monótona desde su sillón de invitado. Pues nos dejó sorprendidos con su filosofía personal y de empresa de lo que un Manager es, tiene y hace: es un líder, tiene un equipo y gestiona talentos. Punto, lo demás, contar anécdotas y desarrollar esta sublime idea que encierra muchos manuales. Vaya, salí deseosa de hospedarme en alguno de sus establecimientos donde después de ser calificados por sus huéspedes como edificios bonitos en entornos envidiables y decidir que tenían un problema, ahora salen todos contentos porque expresan que lo mejor es el equipo humano. Hombre, todo ayudará porque en un edificio cochambroso y en las afueras de las grandes ciudades, ya pueden venir los discípulos del mismísimo Dalai Lama…
Por fin nos atiborra de grandes ideas, claves concentradas, sentido del humor y razones de perogrullo nunca puestas en práctica, un Paco Alcaide llano, directo y ameno. Se presenta como gran amante de las clasificaciones de gente y hace su apuesta: gente que te facilita la vida y gente que te la complica. Se decanta por el primer grupo en un inicio, pero de su exposición colijo que no llegaría hasta sus últimas consecuencias. Tómese como muestra algunos de los rasgos que caracteriza a las personas de éxito que cita en su libro: tienen clarísimo lo que quieren, son personas de acción, repetitivas, pacientes, que siguen adelante pase lo que pase, que buscan la mejora continua… ¿Te imaginas estar al lado de ellos? Un calvario, tú, no creo que sean de las que te facilitan la vida, ni de lejos. Y a ellos mismo creo más bien que se la complican, y acertadamente, mucho.
Y como fue él el que lo citó, ¡ah, se sienteee! voy a poder citar a Dios. Sí, habló de Rafa Nada, al que puso como ejemplo de hombre de éxito, y del que recordó que el día que ganó su primer merecido título, dijo: “Todavía a día de hoy me sigue pareciendo excesivo lo que mi tío Toni me exigía de pequeño”. Vamos, que se la complicó bien… Toma nota, si quieres estar entre los mejores, te tienes que complicar la vida mucho, pero ¿qué sería la vida sin ciertas maravillosas complicaciones?
Me encantó todo lo que dijo Paco y cómo lo condensaba, era como hacerte un curso de desarrollo personal en una píldora suave y agridulce. Eso sí, directa al riego sanguíneo. Y cuando terminó levantando aplausos, me acordé de las palabras de Enrico Ahrens minutos antes de la charla cuando le hablaba de algo que me rondaba y me dijo: GO FOR IT. Vaya, eso lo resume todo…
Cuando le tocó el turno a Octavio Pérez, yo seguía pensando en esas palabras (go for it, go for it) y reconozco que me ausenté por momentos, pero no sé cómo aterricé de nuevo justo para escuchar a Begoña proclamar en voz alta: “Yo quería a una persona como Octavio en mi vida” Contemplando su sonrisa y naturalidad, la afirmación parecía obvia. Pero Begoña no se detuvo ahí: “Tiene por costumbre hacer seguimiento a sus clientes y si no lo haces ¿qué le cuentas por las noches?”Un tenue murmullo de voces femeninas hacía presagiar que no se quedaría escuchando su eco al otro lado del audífono, pero como seguidamente contó la última resucitación que había hecho a un hombre adelgazándolo y apuntándolo a mil diabólicas pruebas, ahí quedo el murmullo.
Y para terminar el acto, que como bien recordó Paco, un libro, al igual que una tesis (y yo apostillo, y como una ponencia) no se acaba, se termina, de nuevo Begoña tuvo el ingenio de cerrar tal como empezó: agradeciendo al público su asistencia. Sin duda, todo iba enlazado con el título…
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