In Juego y deporte
Toda competencia presupone una cierta clasificación y reconocimiento para los mejores. En una justa deportiva se gana o se pierde, y saber sobrellevar el resultado dependerá de los objetivos en juego.
Aquellos basados solamente en el resultado no serán todo lo beneficioso que uno espera, ya que alejará el juego, lo lúdico y creativo, del presente. Más allá de todo esfuerzo, no se puede certificar ni garantizar el triunfo. Ganar o perder forma parte del deporte y de toda competición, y sólo uno se alzará con la soñada copa.
Si salimos a jugar solamente por el reconocimiento, por alcanzar ese deseo y esa satisfacción tan grande e inmediata como es un campeonato, seguramente nos vamos a sentir muy mal al no alcanzarlo. “Jugar” es mucho más que coronarse campeón.
Las expectativas muy altas, desmedidas, generan frustración, inhibiendo al jugador en su coordinación y flexibilidad física y mental. Este sentimiento de fracaso va unido a la autovalía de cada uno y ser un perdedor es una de las más caras heridas narcisistas masculinas. Es un dolor emocional que golpea al jugador en su identidad. En un mundo exitista, ¿quién quiere ser un perdedor?
Un buen equipo sale a la cancha a demostrar quién es, a poner en juego los objetivos alcanzados y la superación obtenida a lo largo de todo el año. En ese crecimiento y progresión alcanzados partido a partido, mas allá de todo dolor y de toda pérdida, creyendo en lo realizado con esfuerzo y sacrificio, remarcando lo obtenido porque se han preparado para este momento, sabiendo que pueden ir por más ya que confían en ellos mismos, es donde está la clave para recorrer un camino nuevo.
De esa manera se obtiene la satisfacción de saber que se ha dado todo lo posible, más allá del resultado. Se puede perder, pero la autoestima no tambalea, la derrota se convierte en una zozobra momentánea y, por lo tanto, no será tan dura. He visto a muchos jugadores llorar luego de una aplastante derrota, pero ¿qué ganamos con esa actitud? Lo pasado, pasado está, fue. Luego, en algunos meses se debe recomenzar una nueva pre-temporada con aires nuevos para próximas batallas. Todo dependerá de con qué motivación entremos a la cancha, cuáles son las metas del equipo, sin perderse en la palabra resultado evaluación, control, examen, test.
llegamos a las finales del año en varios deportes y hemos visto partidos definitorios donde la actitud reinante era el nerviosismo. Juego apurado, descoordinación, incertidumbre al patear a los palos o salidas importantes, pelotas torcidas en los lines, penales, putts errados, salidas fuera de limites, etc.
No nos olvidemos que la falta de confianza y el apuro por la recuperación del tiempo perdido ante alguna falta, se traducen en caída de la atención, aumento de ansiedad e inseguridad, donde un error obliga a otro posterior en una cadena infinita de responsabilidades. El cuerpo sigue en la cancha pero la mente se va del juego.
Esto es lo que nos demuestra que la diferencia entre ganar o perder no sólo está en quien tenga las mejores aptitudes y habilidades físicas sino, además, en quien maneje mejor la presión y las emociones durante la competencia.
¿Quién es el mejor cuando los equipos se encuentran en similitud de capacidades?Creo que estamos de acuerdo que pasa un 50% en la mayor fortaleza mental o, según la jerga deportiva, en el que “juegue con más cabeza”.
Si tenés ganas de ganar el campeonato por el que tanto te has esforzado, andá y jugate en tu deseo, olvídando el espectáculo. La atención no debe permanecer ni un segundo afuera de los límites de la cancha, como asimismo los abucheos o murmullos del público no te deben sacar de tu juego. Muchas jugadas no van a salir, y el público, una de las mayores presiones, está ahí, comentando, apoyando o criticando, murmurando ante jugadas perdidas. Forman parte del show.
Pero la realidad es que ustedes no juegan para ellos, juegan para ustedes. No desperdicien esa oportunidad. El que va a levantar la copa será el equipo, no los de afuera. Fuera de la cancha todo es muy fácil, y nunca faltará algún comentario de más. Siempre buscamos un reconocimiento, el tema es el peso que pueda tener éste y cómo lo manejamos.
En muchos momentos el equipo contrario tratará continuamente de desconcentrarte. Si entrás en su juego y perdés la confianza, el otro la retoma como instrumento de poder, ya que gran parte del poder del otro es tu propia debilidad. El poder se da y se quita. Es una cuestión de quien lo sabe manejar mejor, y no dando oportunidades al rival en su obtención. Un equipo viene ganando, se confía y se relaja, el rival nos pasa por encima. El equipo se desorganiza ansiosamente en la posibilidad de recuperación del tanto, comete errores, penales injustificados y pierde él solito.
Entre los grandes obstáculos mentales en el juego está la posibilidad del derrumbe luego de un error, preocupándose por un pobre desempeño. Los grandes campeones, muchos de ellos los vemos diariamente por televisión, como Roger Federer o Tiger Woods, no sienten ese miedo paralizante ni se autodestruyen por sus errores, ya que saben manejar mejor esas emociones que el rival que tienen enfrente.
Es increíble la manera tan certera como se hablan antes de una definición. Tiger Woods suele decir ante un putt sumamente difícil, el que puede definir un campeonato: “Este tiro es tan fácil que hasta lo puede meter mi mamá”. Eso alivia la mente, se centra en el juego, piensa en abstracto, se relajan los músculos y el resultado es el visto por todos nosotros.
Ante un tiro a los palos, o cualquier otro definitorio, ¿podrías pensar lo mismo?
Espero que estos párrafos te sirvan para poder demostrar todo lo que valés, y que ningún obstáculo exterior de juego quite tu atención de tu objetivo.
¿Qué es lo que se busca en estas finales tan competitivas? ¿Narcisismo y reconocimiento del ego, o autorreconocimiento, autorrealización y la sensación de la tarea bien cumplida?
El éxito de un equipo es un recorrido y éste es el camino mismo. Se recorre jugada a jugada, partido a partido. Se construye en cada entrenamiento, en cada adversidad compartida y superada en equipo.
¿Cómo te pensás en cada partido? ¿Qué título le pondrías a cada competencia? ¿Cuáles son los pensamientos que representan cada una de tus fortalezas y que te encaminan en el sendero de tu éxito personal? No dudes, confíá en ellos.
Antes de entrar a la cancha pensá cuáles son los pensamientos que más te molestan, analizalos, retiralos de escena y que no molesten. Este simple principio mental también es una manera de saberte respetar.
Si no recordás el título de este artículo te lo vuelvo a transcribir: “Ganar o perder, ésa es la cuestión”; obviamente rememoro a Shakespeare cuando nos sentencia:“Ser o no ser, ésa es la cuestión”. Pensalo.
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