Una investigación de la Universidad de Corea y la Universidad Técnica de Berlín, ha demostrado cómo controlar un exoesqueleto mediante una interfaz cerebral.
La idea parece más asociada a la ciencia ficción que a la realidad. Repetidas películas han mostrado exoesqueletos robóticos, -verdaderas monstruosidades, dirigidas de formas diversas. Seguramente la más sofisticada es el uso de una interfaz cerebral. Así, el usuario puede emitir comandos a la estructura robótica con el pensamiento. Este proceso, que en el cine o la literatura se puede ver o describir de forma tan fluida, en la realidad es complejo y aún dista mucho de ser ligero. Sin embargo, cada vez aparecen más experimentos que estudian las capacidades de las interfaces cerebrales.
Uno de los últimos ha sido el trabajo conjunto de la Universidad de Corea y de la Universidad Técnica de Berlín. Científicos de ambos centros han unido esfuerzos para desarrollar una interfaz cerebral capaz de dar órdenes a un exoesqueleto, de manera que el usuario podría –con su mente– mover las extensiones robóticas conectadas a sus piernas.
El objetivo de la investigación es profundizar en una solución para aquellos pacientes que sufren una lesión de médula o que padecen esclerosis lateral amiotrófica. El sistema ideado por los investigadores permitiría paliar las dificultades para conectar el cerebro con las extremidades, abriendo un nuevo circuito en el que las órdenes procedentes de las neuronas las recoge el exoesqueleto, que mueve las piernas o los brazos acompañados de su armadura robótica.
Los científicos han simplificado el control del exoesqueleto mediante una interfaz cerebral al máximo. El sistema consiste en un casco de electroencefalografía (EEG), que extrae instrucciones del cerebro del usuario cuando este mira un juego de LED. Hay cinco luces, cada una de las cuales significa una orden. Si el usuario se queda mirando fijamente a una de ellas, el exoesqueleto girará a la derecha, otra obligará a la estructura a girar a la izquierda, otra a sentarse y así sucesivamente.
A pesar de la aparente sencillez de las instrucciones, los creadores señalan queentre todas las señales neuronales es difícil discernir las que significan que el usuario está mirando fijamente una de las luces LED. Ajustar este aspecto ha sido un trabajo complejo pero ahora una persona que se monte en el exoesqueleto es capaz de aprender a usarlo en solo unos minutos.
El control de un exoesqueleto mediante una interfaz cerebral no es lo único de lo que son capaces estos sistemas de comunicación. Hay investigaciones que los han empleado para conducir coches y su uso se está barajando como una nueva forma de interacción con dispositivos electrónicos de consumo.
Imagen: Nixx Photography
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