Estudios revelan que el nivel socioeconómico familiar y la educación de los padres están correlacionados con la estructura del cerebro en regiones críticas para el desarrollo del lenguaje, funciones ejecutivas y memoria.
El desarrollo de nuestros cerebros, así como del individuo en general, está determinado por factores tanto genéticos como ambientales, siendo nuestras experiencias las que dan forma a este desarrollo. Hoy en día existe bastante consenso en que las experiencias iniciales son muy importantes para el desarrollo del cerebro y se han encontrado correlatos entre habilidades cognitivas y el nivel socioeconómico del niño o adolescente. En efecto, el estatus socioeconómico, caracterizado por la educación, ocupación, e ingreso de los padres, está asociado con experiencias claves para el desarrollo cognitivo de los niños y jóvenes.
Estudios han encontrado relaciones entre la inteligencia y parámetros estructurales como el grosor de la corteza cerebral. Por ejemplo, a la edad de 10 años, los niños más inteligentes tienen cortezas más delgadas. Estos estudios sugieren que si el estatus socioeconómico modela algunas habilidades cognitivas, entonces también habría un correlato entre el estatus socioeconómico y la estructura del cerebro. Por lo tanto, la pregunta es: ¿Existen estos correlatos estructurales?
Científicos de distintas regiones de Estados Unidos, recopilaron datos de 1099 personas en periodos de desarrollo de entre 3 y 20 años, obtenidos de un estudio pediátrico de imágenes, neurocognición y genética (PING) y las correlacionaron con la superficie de regiones cerebrales que son importantes para tareas cognitivas, poniendo énfasis en el estatus socioeconómico de los padres y refinando sus modelos de asociación tomando en cuenta parámetros como la edad, el sexo y el origen genético de las personas.
Se encontró que el ingreso familiar estaba relacionado con el área superficial total del cerebro. Esta relación implica que, personas jóvenes cuya familia es más pobre, tienden a poseer una superficie del cerebro menor. Además, dicha relación fue del tipo logarítmica, lo que quiere decir que por ejemplo, para una familia con un ingreso muy bajo, un determinado ingreso adicional tendría un correlato mucho más favorable sobre el desarrollo del cerebro, que si se aumenta el ingreso en la misma medida a un grupo familiar más adinerado.
Por otro lado, la educación de los padres también fue correlacionada con la superficie del cerebro en regiones importantes para el lenguaje, lectura y habilidades espaciales. Además, se encontró que el volumen del hipocampo, una región del cerebro importante para la memoria, está ligado a la educación de los padres. Este efecto nuevamente es más acentuado en la porción baja del espectro, es decir, con un año extra de educación de los padres, se obtendría un mayor efecto favorable en el volumen hipocampal de los jóvenes que se desarrollan en su entorno.
Si bien, estas correlaciones pueden ser más complejas que las arrojadas por este estudio, los autores explican que en estas regiones, las asociaciones entre la educación de los padres y el área superficial del cerebro de los niños pueden explicarse por la habilidad de padres más educados de ganar mayores sueldos y por lo tanto tendrían la posibilidad de comprar más alimentos nutritivos, proveer un entorno del hogar cognitivamente más estimulante y acceder a un mejor cuidado de los niños o a un entorno más seguro, con más oportunidades para la actividad física y menos exposición a la polución ambiental y al estrés tóxico.
¿Qué hacer al respecto?
Los autores señalan que dado que la maduración de regiones del cerebro responsables de funciones cognitivas superiores continúa durante toda la infancia y adolescencia, la ventana temporal es amplia para generar una plasticidad dependiente de experiencias. Pero esto, ¿qué significa? Esto sugiere que un refuerzo educativo y socioeconómico destinado a las familias más pobres y con menor educación, tendría importantes efectos niveladores con respecto al desarrollo del cerebro de los niños y jóvenes, haciendo que el desarrollo del cerebro de niños más pobres y con menos educación sea similar al de jóvenes cuya familia cuenta con un mayor ingreso económico y/o mejor educación.
En este sentido, este tipo de estudios nos invita a preguntarnos a nivel país si existen políticas que apunten a solucionar esta problemática. ¿Qué ocurre con las personas que aunque quisieran desempeñarse en una actividad específica tanto en el ámbito personal como social o laboral, han tenido pocas oportunidades de llevarlas a cabo porque sus capacidades cognitivas le permiten apuntar mucho más bajo que sus aspiraciones?. Este estudio se suma a otros que han demostrado la asociación entre estatus socioeconómico y capacidad cognitiva. Es importante tomar en cuenta este tipo de estudios y actuar en forma acorde para que así, los esfuerzos de los organismos encargados contribuyan a que los jóvenes y niños en desarrollo tengan un mejor y equitativo rendimiento a futuro, disminuyendo así la brecha presente en nuestra sociedad.
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