Hace un par de días y en el “Mindfulness Summit”, escuché una entrevista que me pareció por demás interesante. Si bien los conceptos en cuestión y su importancia van mucho más allá de del deporte, estoy convencido de que esto es algo de lo primero que deben empezar a trabajar los atletas no solo en pos de su rendimiento sino de su bienestar.
“Yo no soy mi mente, yo no soy mis pensamientos”declaró Lori Deschene, autora de varios libros sobre atención plena (mindfulness), al hablar de los beneficios que ella personalmente ha observado en su vida tras varios años de involucrase en el entrenamiento mental.
Para Deschene, el desarrollo de la consciencia plena nos permite observar que las historias (pensamientos) vienen y van naturalmente a lo largo del día [de un partido, competencia y/o entrenamiento], pero a través de esta práctica podemos decidir si las seguimos o no.
En el mismo orden de ideas y al ir comprendiendo que la mayoría del tiempo nosotros no seleccionamos los pensamientos que llegan a nuestra mente, podemos poco a poco frenar los juicios hacía los mismos, mover nuestra atención de estos o cambiarlos por algo más conducente.
Como resultado de lo anterior, entonces también empieza a desarrollarse la habilidad de soltar el control de los pensamientos que nos remiten a un resultado (tengo que ganar, si no gano soy un perdedor, el resultado es lo más importante, etc.) y quetraen consigo una importante cuota de presión para los deportistas, así como los pensamientos relacionados con lo que otras personas (entrenadores, padres de familia, compañeros, amigos, etc.) pueden “pensar” sobre nuestro desempeño. Y “pensar” va entre comillas porque muchas veces nuestra mente llega a ser mucho más drástica o incluso a generar ficción sobre esos presuntos juicios de los demás.
Así mismo, en la reflexión, conocimiento y capacidad de ir entendiendo y aplicando esto, un atleta puede darse cuenta que él o ella “no es sus peores errores [actuaciones o competencias]” como muchas veces la mente nos lo hace creer ante la inmediatez e inercia de ciertos estímulos (Ejemplo: vengo de enfrentar varias competencias con un buen desempeño pero en la última simplemente no tuve un buen día y aun así pienso que no hay avance, que no sirvo para esto o que nunca voy a llegar a concretar mis metas, entre otras ideas).
Finalmente, para ir reflexionado y estimulando esta habilidad, te invito a realizar el siguiente ejercicio en el documento anexo a esta entrada.
Para acceder al ejercicio e imprimirlo da clic aquí.
“Yo no soy mi mente, yo no soy mis pensamientos” Entender lo anterior nos libera de quedar atrapados en la reactividad emocional y nos ayuda a cultivar auto-perdón y auto-compasión.
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