viernes, 1 de enero de 2016

Steve Jobs, según William Shakespeare

http://www.lavanguardia.com/cine/20151231/301121176051/steve-jobs-william-shakespeare.html
  • El guion de Aaron Sorkin convierte la biografía de Jobs en una pieza teatral en tres actos bajo la batuta de Danny Boyle
Steve Jobs, según William Shakespeare
Los Angeles 
La condición de adaptación oficial del libro Steve Jobs, de Walter Isaacson, biografía autorizada pero no supervisada por el fallecido rey Midas de Apple – Isaacson hizo más de cuarenta entrevistas a Jobs y otras muchas a un centenar de amigos y familiares– crea un equívoco porque lo que ha hecho el guionista Aaron Sorkin – La red social (2010), Oscar al mejor guion, Algunos hombres buenos (1992), El ala oeste de la Casa Blanca (1999-2006)...– ha sido usar el libro como mero apoyo documental para construir un artefacto teatral. Dividido en tres actos, narrados en tiempo real, en las bambalinas de sendas presentaciones de productos del gigante de la informática (1984, 1988 y 1998), Steve Jobs, dirigida por Danny Boyle, es lo más cerca que Sorkin ha estado de aquel cuyo talento marcó su temprana vocación de escritor: William Sha­kespeare. Danny Boyle, responsable deTrainspotting (1996), 28 días después... (2002), Sunshine (2007) y Slumdog Millionaire (2008), Oscar y Globo de Oro al mejor director, describe el filme en esos términos: “Si bien la película está basada en hechos reales, no es un documental, es una interpretación o, mejor aún, una aproximaciónshakespeariana al personaje”. Los acontecimientos a los que alude “son reales, pero Sorkin ha quitado todo lo que interfiere, para concentrarse en la persona”. Boyle menciona, por ejemplo, que “obviamente entre 1988 y 1998 Jobs tenía una esposa y una familia pero Aaron Sorkin eligió ignorarlo porque le interesaba más explorar la relación con su primera hija”.
La pluma de Sorkin a cuyo servicio se pone aquí la cámara de Boyle busca lanzar una mirada sobre los aspectos más controvertidos de un personaje en cuyo ascenso, caída y resurrección empresariales se acumulan enemistades e incomprensiones para las que la película no aporta respuestas. “La gente como Jobs se vuelve más poderosa que todos los bancos, más poderosa que todas las compañías petroleras, más poderosa que todas las compañías farmacéuticas... Pero a Aaron Sorkin le interesa descubrir otras cosas a través de la especulación. Por eso digo que el personaje que interpreta Michael Fassbender es una versión de Steve Jobs”, prosigue el cineasta inglés. Fassbender, candidato al Globo de Oro por su trabajo en la película, pugnaba con la conocida imagen de Steve Jobs, pero, a diferencia de lo visto en biopics recientes, huyó de la imitación, según explica Boyle: “Es obvio que se trata de una figura muy reconocible y de quien se ha escrito mucho. Además, Jobs era un gran creador de mitos sobre sí mismo, fue un gran vendedor, un excelente intérprete y revolucionó el lanzamiento de nuevos productos y otra media docena de industrias. Por eso la nuestra no es la versión definitiva de Jobs, aunque la interpretación que hace Michael es muy poderosa, especialmente en el tercer acto. Mientras rodábamos, todos en el plató le mirábamos conmocionados, no podíamos creer lo que ocurría ante nuestros ojos, era algo verdaderamente importante. Algo le ocurrió a Michael durante el rodaje del tercer acto y de pronto se transformó en nuestra versión de Steve Jobs”. Danny Boyle confiesa que había intentado trabajar antes con Michael Fassbender, pero no pudo ser, así que trató de que interpretara este protagonista singular, dueño absoluto de la función. “Hay un aspecto en el que Michael es parecido a Steve Jobs: su inflexibilidad. Puedes verlo en cada personaje, su feroz concentración en la verdad, en la calidad que quiere aportar a su papel y la forma en que se relaja cuando lo interpreta. Yo nunca había visto algo así antes. Y no es uno de esos actores que necesiten un silencio total, a su alrededor para poder trabajar”.
El director quedó muy complacido con la creación de Michael Fassbender, pero más aún con su modo de trabajar un personaje tan locuaz y al mismo tiempo tan esquivo como el Jobs que dibuja Sorkin: “El suyo es un proceso asombroso como actor. Este era un papel tremendamente exigente para él, y uno de los aspectos que me sorprendieron de su trabajo fue la preparación con la que llegó al plató. Nunca tuve la sensación de que se hubiese memorizado lo que necesitaba para el papel a pesar de que la cantidad de parlamentos que tenía era enorme. Era casi como hacer un Shakespeare, por lo que es obvio que tuvo que aprenderse sus textos en algún momento. Sin embargo, mi sensación era que no los había memorizado, sino que los había absorbido”. Y Boyle describe el proceso de conversión de Fassbender en su personaje con elocuente asombro: “En el primer acto de la película puedes ver su batalla, su enojo mientras intenta dar forma a su Steve Jobs. Creo que ese era el momento en que Michael trataba de apoderarse del papel. Es una bestia enorme que él trata de domeñar, de hacerla suya. Luego, en el segundo acto, crea una ilusión. Solíamos decir en el rodaje que en él había un río subterráneo lleno de intenciones, pero la gente no podía llegar a comprenderlas cabalmente, de ahí que sea una ilusión. Michael es muy astuto, eso se nota en esa sección, pero luego, en el tercer acto, es cuando él llega al verdadero conocimiento”. Y es entonces cuando el espectador avezado repara en que, tal vez bajo la asombrosa efigie cincelada por Sorkin lata un ominoso y redentor autorretrato.

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