sábado, 7 de enero de 2012

Siéntate a mirar el paisaje: preocuparse es inútil y cansa

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Siéntate a mirar el paisaje: preocuparse es inútil y cansa
Disfrutar del paisaje con calma es uno de los mayores placeres de la vida. (Corbis)
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Tenemos la información necesaria para sacar adelante nuestros proyectos y sabemos lo que tenemos que hacer. Pero no lo hacemos, sobre todo porque pretendemos alcanzar los objetivos pero no cambiamos nuestras actitudes. Ayer presentamos seis pequeños consejos que nos ayudarán a alcanzar nuestras metas. Hoy aportamos los seis restantes.
7.- Si quieres nuevos resultados, cambia de métodos.
"La verdadera locura está en pensar que haciendo siempre lo mismo obtendremos diferentes resultados", apuntó Albert Einstein en una ocasión, y podemos considerar que el científico tenía cierta experiencia en lo referente a estos temas. Muchas veces terminamos dándonos de bruces con los mismos problemas en nuestra vida diaria, pensando que la mera persistencia terminará dando resultando tarde o temprano, por mera cuestión de estadística. Pero quizá lo que falle sea nuestro método. Si tomamos siempre la misma ruta, llegaremos al mismo sitio; si tomamos otra, podremos encontrarnos por el camino algo con lo que no habíamos contado. La penicilina fue descubierta por casualidad por Alexander Fleming, tras reparar en un moho azul-verdoso que se había creado en una de sus placas Petri, mientras investigaba la gripe. Muchas veces, los desvíos secundarios pueden ser más provechosos que las grandes autopistas.
8.- Si no eres capaz de alcanzar el éxito, que sea el éxito el que te alcance a ti.
Todos consideramos que debemos a aspirar a lo más alto, de tal forma que muchas veces, lo mejor nunca es suficiente. Por lo general, nuestro medidor del éxito es económico, puesto que a él van asociados otros elementos (nivel de vida, triunfo laboral, autonomía personal) que suelen formar parte de todo aquello que identificamos como esencial para la realización vital. Sin embargo, esta visión implica dos problemas. Por un lado, que esperamos demasiado de la vida, y no siempre es posible alcanzar el estatus social que pretendemos: es una mera cuestión de estadística, pues no todos podemos triunfar de la misma forma. Por otro, más importante aún, es que debemos medir el éxito bajo nuestro propio criterio, y no bajo el de los demás, pues es la única forma de encontrarnos satisfechos con el mismo. En el célebre discurso pronunciado en la Universidad de Stanford, el recientemente fallecido Steve Jobs aconsejaba a los alumnos que "vuestro tiempo es tan limitado que no debéis malgastarlo viviendo la vida de los demás". Diógenes de Sinope no tenía como máxima ambición aconsejar a Alejandro Magno, sino que este se apartase para poder disfrutar del sol. Pocos cínicos (en su acepción filosófica) se han sentido fracasados.
9.- Las explicaciones más sencillas suelen ser las acertadas.
Guillermo de Ockham explicó a comienzos del siglo XIV un principio por el que se sigue rigiendo gran parte de la metodología científica: la explicación más simple y suficiente es la más probable, aunque no necesariamente la verdadera. Ockham se habría llevado las manos a la cabeza de conocer las alambicadas teorías de la conspiración que muchas personas utilizan en su vida diaria. Por lo general, acertaremos si intentamos explicar de la forma más sencilla las actitudes de los demás y si descartamos los pensamientos que nos sumergen en situaciones paralizantes ante las que no podemos hacer nada ("los compañeros me tienen manía", "todo el mundo está aliado en mi contra", "el sistema está preparado para que no pueda evolucionar laboralmente").
10.- Siéntate a observar el paisaje.
La diferencia entre un hombre de éxito y uno mediocre es la iniciativa y voluntad del primero. Pero la diferencia entre un hombre de éxito y el que consigue cambiar el mundo es que este último se ha sentado un rato a pensar. C. Robert Gloninger señala en Feeling Good. The Science of Well-Being que el autodespertar, que él relaciona con contemplativos trascendentalistas americanos como Henry David Thoreau o Ralph Waldo Emerson, es una condición esencial para tener ideas completamente nuevas. "El pensamiento creativo implica saltos intuitivos que se facilitan en los estados superiores de la autoconciencia", señala Gloninger. "La creatividad no es causal. Los grandes descubrimientos están caracterizados por una imagen visual seguida de diversos flashes de inspiración en estados contemplativos". Los grandes avances no suelen producirse como consecuencia de otros anteriores, pues es su carácter completamente innovador lo que les caracteriza. Dedicar un pequeño porcentaje de tiempo al día a limpiar nuestra cabeza y entrenar nuestro cerebro puede ser el camino más corto para mantener nuestra intuición siempre alerta.
11.- Preocuparse es inútil y cansa.
Un estudio indicaba que un 30% de nuestras preocupaciones se dedica a eventos que ya han ocurrido, un 40 % a hechos que nunca ocurrirán, un 22% se refiere a dilemas triviales, un 4% a eventos reales que no podemos cambiar y tan sólo un 4% a circunstancias en las que está en nuestra mano cambiar algo. Es decir, más del 95% de nuestras preocupaciones son inútiles, y aun así, consumen nuestra energía. Otra investigación de la Universidad de Pennsylvania señalaba que un 15% de los estadounidenses pasan más de la mitad del día pensando en aquello que les puede ocurrir. Decía el entrenador y jugador holandés Johan Cruyff en su libro Mis jugadores y yo que existen ciertos delanteros que son imposibles de defender, que sea cual sea el defensor que les marque, siempre conseguirán zafarse de él. ¿La solución que proponía el holandés? "Sencilla: que no le defienda nadie. Con eso, conseguimos tener un hombre más en el centro del campo. No me gusta sacrificar a un hombre para tareas que no se pueden solucionar". Aplicado a nuestro día a día, ¿para qué gastar energías en preocuparse por aquello que no podemos cambiar? Nuestros recursos y tiempo son limitados, así que no debemos desperdiciarlos.
12.- Olvidar todo lo anterior en el momento que sea necesario.
Controlar el más mínimo detalle de nuestra vida nos puede llevar a ser excesivamente autoexigentes, obsesivos y frustrados. La clave de todos los pequeños detalles quizá no esté en cumplirlos a rajatabla con la rectitud autoimpuesta de un ermitaño, sino precisamente en saber cuándo podemos olvidarlos o permitirnos una pequeña tregua con nosotros mismos. Trastornos como la anorexia o la bulimia son comportamientos en ocasiones derivados de un excesivo autocontrol, generalmente cuando éste se identifica con restricción, y el alcoholismo o la drogadicción pueden surgir como válvula de escape en personalidades demasiado rectas. El autocastigo puede llevarnos a empeorar la situación en la que nos encontramos, y además, como señala el psicólogo conductista F. Kanfer, resulta poco útil para cambiar nuestro comportamiento, ya que no es ni metódico ni provechoso.


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