Nacho Muñoz
Tener confianza en una persona supone suspender cualquier atisbo de incertidumbre sobre su conducta,
de modo que la expectativa sobre su comportamiento futuro es que va a
ser siempre favorable a unas prioridades e intereses compartidos entre
ambos. La desconfianza, por su parte, encarna esa sensación de ansiedad
que genera la falta de credibilidad en la otra persona, junto con las
demostraciones (en forma de comportamientos concretos, comentarios,
etc.) de esa ausencia de confianza.
La confianza, o desconfianza, entre personas que comparten techo corporativo (o proyecto profesional el-que-sea)
no es un estado que se alcanza así como así. Tampoco representa un
estado binario (o se tiene confianza o se tiene desconfianza), sino que
hay matizaciones que hace que pueda identificarse una tipología de relaciones interesantes:
- Desconfianza destructiva
Si la confianza es tan importante en una
relación personal en ámbitos profesionales es por algo muy sencillo: la
desconfianza puede ser un factor crítico para la ruptura de cualquier
tipo de relación personal… y profesional. El que otros muestren
sospechas por algo que vamos a realizar y para lo que nos sentimos
preparados nos genera desconcierto. Sancionamos a los que no son
generosos y no nos conceden libertad para poder demostrar nuestras
capacidades, sobre todo allí donde tenemos confianza (esta vez interna)
en que podemos alcanzar buenos resultados. La desconfianza destructiva
es aquella que genera un desencanto porque, aquí más que nunca, la duda
ofende.
–> Desconfianza destructiva recíproca:
Las relaciones basadas en la desconfianza destructiva tienden a la
enemistad eterna, al distanciamiento y al conflicto entre las partes.
- Desconfianza constructiva
Supone no conceder credibilidad a la
otra persona en aquello en lo que la otra persona no es suficientemente
competente. La desconfianza es constructiva porque la otra persona es
consciente de su incompetencia… y lo reconoce. Hay una puesta en común
de este hecho y se trabaja conjuntamente para construir soluciones que
puedan atajar el asunto. El problema viene cuando la persona pasa de ser
incompetente a ser competente, la desconfianza persiste… y se vuelve
destructiva.
–> Desconfianza constructiva recíproca:
Por muy constructiva que sea, la desconfianza pasa factura. Genera un
tipo de relación perniciosa, la típica entre jefe y empleado, porque se
ejerce una dirección intrusiva por el superior que elimina la autonomía y
libertad necesarias para emprender con confianza (en sí mismo) lo que
tenga que emprender el subordinado (suena mal, pero es así).
- Confianza generosa
Supone una voluntad
decidida por no vacilar, ni inquietarse y, por lo tanto, no controlar a
la otra parte, a pesar de no disponer de demostraciones consistentes que
justifiquen esta forma de actuar. Se trata de ser generoso y mostrar
una actitud confiada hacia el otro, ya que esta actitud genera una
sensación amable en ese otro, quien identifica dicha cercanía como una
forma de reconocimiento para responder a unas expectativas determinadas.
La confianza generosa es una señal que emite una de las partes a la
otra, explicando sin palabras que pretende construir una “buena
relación” con ella y que, si los hechos lo demuestran y no se tuerce
nada por el camino, podrán llegar a tener una relación de confianza más
genuina. Todo ello, a pesar de no tenerlas todas consigo, a pesar de no
saber si la otra parte va a responder a esas expectativas puestas al
descubierto.
–> Confianza generosa recíproca:
Es el tipo de confianza más común cuando dos personas se juntan para
emprender algo, pero no se conocen mucho. El el tipo de confianza
deseable cuando se trabaja con objetivos compartidos, mientras se va
construyendo otro tipo de confianza más genuina.
- Confianza genuina
Es el resultado de múltiples
interacciones, experiencias y conversaciones que van conformando la
credibilidad del uno para el otro. Cuando la confianza llega por la
fuerza de estas interacciones, podemos hablar de una confianza más
profunda, resultado de una evidencia que consigue aplacar cualquier
atisbo de incertidumbre o miedo sobre la otra persona. La situación
ideal dentro de los equipos de trabajo es que las personas que lo
conforman tengan una relación recíproca de confianza genuina basada en
los ámbitos de especialidad y conocimiento de cada uno de ellos.
–> Confianza genuina recíproca: Aparecen
una serie de valores como la integridad, la veracidad, la justicia o la
lealtad que mantienen viva la relación. Se es íntegro, sincero, justo y
leal de manera mutua porque, por convicción, hay que actuar así. El
vínculo va mucho más allá de los intereses iniciales, porque hay un
feeling consolidado… y se nota. Llegar a estados de confianza genuina y
recíproca implica trabajarse el no trabajo, supone
la voluntad de crear algo más que una excusa para juntarse… se busca
compartir más allá de lo meramente pragmático. Juntarnos en la salud y
en la enfermedad, saber que lo vamos a pasar bien, pero que vendrán
momentos en el que la cosa no estará para sonrisas. Y también en las
duras confío en que vamos a salir adelante de la mejor forma posible.
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