Robert Kiyosaki, autor del bestseller
“Padre rico, padre pobre”, sugiere cuatro fuentes para obtener
ingresos: Empleo. Autoempleo, ser Dueño o Inversor. Si el sistema
formal educa para ser dependiente es difícil convertirse en inversor.
Las claves del autoemprendedor son: aprender a aprender y a emprender, a
desarrollar la autoestima, aplicar la destrucción creativa, activar
el empowerment o poder interior, el marketing personal, etc.
Alvin Toffler, autor de “La tercera
ola” agrandó la receta: crear algo, una herencia, donación, regalos,
préstamos, casarse con un rico, asistencia social. El dinero no debe
encarcelar a la imaginación. La iglesia creó el diezmo, el corrupto el
retorno, el excluido la moneda social: canjes, bancos de tiempo y
alianzas, donde el trabajo es el dinero.
Con el sudor de la frente
La
mayoría recurre al empleo y lo mantiene por miedo a quedarse sin
ingresos. Esto creó la mentalidad de empleado, atenta al día en que se
cobra el sueldo, a si la liquidación es correcta, a esperar
instrucciones sobre lo que tienen que hacer y a que, si no hay nada que
hacer, entonces no hacer nada. Basta con ver su agenda para entender
que es lo que es porque hace lo que hace y por lo que no hace.
Quien tiene mentalidad de empleado no comparte información por temor a
que quieran serrucharle el piso y si llega a un cargo se atornilla y se
encadena a él para mantenerlo.
Son pocos los que buscan cómo cambiar de empleo o una idea sencilla de
negocios que genere similares ingresos dedicando menos tiempo. Trabajo
no es lo mismo que empleo, se puede trabajar sin relación de
dependencia. El empleo rebaja la creatividad porque estimula la
comodidad. Einstein definió la locura como querer progresar y seguir
haciendo lo mismo. La personalidad creativa tiene un estado de
insatisfacción permanente, necesita experimentar la sensación de
desafío. Aflora en situaciones de crisis cuando se perdió la comodidad
del sueldo, del aguinaldo y de las vacaciones.
Ideas para dejar o mejorar la relación de dependencia
Como sugiere Toffler uno puede hacerse
prosumidor, consumidor y productor del producto, comprarlo para uno
mismo o en cantidad y revender el excedente. Otra opción es canjear lo
propio por lo que se precisa o aliarse estratégicamente para concretar
negocios y ampliar los alcances de la actividad. Tener ideas que
resuelvan problemas. Adquirir tecnologías que aceleren los procesos.
Cambiar de trabajo por otro que insuma menos tiempo. Conseguir un
trabajo cerca de casa. Gestionar una indemnización laboral por los años
de servicio, etc.
Hacerse el bobo. Un bobo era el
hazmerreír de la feria. Los turistas le daban siempre a elegir entre
dos monedas y optaba por la de menor valor. Un turista le preguntó si
no se daba cuenta que elegía siempre la de menor valor. Sí, contestó el
bobo, pero por hacer eso ya recibí 5000 monedas y de elegir la otra
nadie más me daría la opción.
Franquicia o negocio propio
El fee de ingreso que cobra el
franquiciante descarta al inversor común, y la variedad de ofertas
suele producir parálisis por exceso de análisis. La franquicia tiene
riesgos específicos. En Argentina no hay ley de Franquicias y se rigen
por la ley común, hay que estudiar las trabas a la importación, los
impuestos y la inflación que traba la rentabilidad. La opción es el
negocio propio, más creativo y menos standard. Un formato alternativo es
la franquicia social. Algunos franquician sus bienes o servicios entre
sus empleados o profesionales externos que no cuentan con recursos
para comprarla. Se trata de aprovechar la capacidad del individuo para
generar resultados, compensando su falta de capital financiero con el
aporte de activos intangibles (conocimientos, actitud emprendedora,
experiencia, capital intelectual y social).
Un tiempo para cambiar
El tiempo pasa y la falta de progreso genera un futuro peligroso al
momento de jubilarse. Basta con observar la situación de los que al
fallar al planear planearon fracasar, por la magra jubilación que les
otorga el sistema previsional. Dos ideas parásitas acosan por izquierda
y por derecha: hacer lo que me gusta y que me vaya mal y carecer de
medios para subsistir o quedarme donde estoy y seguir sufriendo toda la
vida.
Bill
Gates tuvo el número mágico de 10 mil horas de práctica para volverse
bueno. Fue a una escuela secundaria con computadoras cuando pocas
tenían Internet. Gates era brillante, pero la cultura emprendedora lo
ayudó más que la Universidad que lo aburría.
En
Asia predomina la cultura del esfuerzo. Los chicos estudian más que
los occidentales. Su herencia cultural de trabajo duro deriva del
cultivo de arroz. Según el proverbio chino: Nadie que se levanta antes
del amanecer 360 días al año deja de hacer a su familia rica. En
Argentina, las largas vacaciones son parte de la cultura. Los países
asiáticos que figuran en los 1ros puestos mundiales en educación son
también los mejores en economía.
Empowerment
Es el poder interior, una fuerza variable que se bloquea sin una
actitud positiva hacia la vida del trabajo y que se nota en haber
dejado de aprender. Aprender a ser, aprender a aprender, aprender a
hacer y a convivir. Si dejamos de aprender, el progreso se estanca. Poder
inteligente es querer con eficacia, el que hace lo que le gusta tiene
éxito. Si le suma método lo conseguirá, como dijo Nietzche los métodos
son la riqueza del hombre.
Al advertir que lo valioso es dedicar el tiempo a
vivir intensamente, y que para eso hace falta un cambio, la
visualización creativa del futuro deseado se impone con tal fuerza que
promueve la decisión de lograr la independencia para actuar en
concordancia con el deseo.
Se empieza averiguando cómo hicieron los que lo
lograron y haciendo pequeñas pruebas, hasta encontrar el puerto deseado
y el camino hacia la calidad de vida. Como dijo Séneca no existen
vientos favorables para el que no sabe a dónde quiere llegar.
Es importante redefinir la identidad, aprender a
ser. El sistema educativo en lugar de incentivar el deseo de aprender
promueve el deber, la obligación de estudiar lo que no gusta, así
promueve la mentalidad de empleado. Los verdaderos maestros enseñan que
a lo que se le presta atención se vuelve interesante. Lo que no entra
en la percepción no existe. La sociedad de consumo otorga un radar para
imitar a ricos y famosos, como base del éxito. Debería entregar una
brújula para aprender a conocerse a sí mismo.
Los jóvenes son clientes de la sociedad de
consumo, más consumistas todavía que los adultos. Creen que su
identidad la otorga el consumo. Cuando van a la escuela, se comportan
con los profesores como si fueran clientes. Pero la cultura no es un
bien de consumo. Un cliente sólo tiene en cuenta sus deseos. La escuela
no se dirige al deseo, sino a sus necesidades. Si el docente se
interesa por el alumno, eso lleva a la reciprocidad. También es
necesario el respeto de la autoridad y el juego de roles.
La realidad está ahí pero lo que vale es la percepción
Las cosas se ven distintas según el cristal con que se miran. Lo que para uno es oportunidad para otro es amenaza.
2
vendedores de zapatillas fueron a África a vender sus productos. Uno
halló a todos descalzos y mandó un telegrama a su jefe: regreso de
inmediato, aquí nadie usa zapatillas. El otro envió este telegrama: Me
quedo. Perspectivas fabulosas. No tenemos competencia. Ford dijo que
siempre tenemos razón: si creemos que nos irá bien o que nos irá mal.
Pensar en positivo es la ley de que se cosecha lo que se siembra. Hay
que tener conciencia de misión, saber lo que se quiere, concentrarse en
la meta y observar. La visión es la imagen de la meta. Sin la visión
la misión es intrascendente sin la misión la visión es ciega.
*El doctor Horacio Krell es el
director de Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre métodos para
optimizar la inteligencia. Su mail de contacto es horaciokrell@ilvem.com
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