La esperanza es la expectativa de alcanzar una meta o solucionar un conflicto y, obviamente, está muy ligada a la autoconfianza. O sea, a la capacidad percibida para acometer desafíos y superarlos. Sin cierto grado de ella nadie se aventuraría a exponerse a riesgo alguno. Por ello la esperanza es una más de esas emociones positivas que influyen en el rendimiento deportivo y de las que venimos hablando en anteriores artículos: entusiasmo, orgullo, alegría, fluidez, etc. que combinan con el planteamiento de objetivos y los modos de alcanzarlos.
La esperanza no es exactamente lo mismo que el mero pensamiento positivo o el optimismo, aunque tienen nexos en común: hace visualizar sucesos positivos ocurriendo, es motivadora y suele darse en situaciones difíciles o en entornos de gran incertidumbre. Pero según cómo la ven algunospsicólogos actuales, el "combustible extra" de la esperanza cuenta con un ingrediente más: ladeterminación para seguir contra toda dificultad una ruta y alcanzar los planes que nos hayamos propuesto, incluso en situaciones al límite.
Obviamente las distracciones, la inacción, el derrotismo, la búsqueda de culpables, esperar que otros solucionen nuestros problemas, son estorbos para la esperanza y para el trabajo constructivo que ésta estimula a acometer. Por desgracia, todas estas actitudes neuróticas están demasiado presentes en nuestra sociedad, y encima resultan una jugosa fuente de beneficios para una parte de ella, que vive de alentar conflictos en vez de arreglarlos.
Nadie va a solucionar mis propios problemas y tampoco nadie debería minar nuestra confianza en solucionarlos. Seguramente nos basta con usar un poco la memoria para descubrir decenas de ocasiones en las que hemos salido airosos las situaciones complicadas más diversas… Pensando en esto, y en la relación entre la antigua acepción espiritual de la esperanza y su nueva definición psicológica, me viene a la cabeza lo que decía jocosamente el genial Cassius Clay: "…Para ganar combates hay que tener una fe sólida, y yo tengo mucha fe: yo creo mucho en mí mismo".
Carolo © 2012
*N. del A.: La esperanza y la felicidad han sido concebidas tradicionalmente como conceptos demasiado "blandos" en psicología y en la ciencia deportiva. Hoy, sin embargo, son reconocidas como campo de investigación. Véase, por ejemplo, aparte de los enlaces señalados arriba y enanteriores artículos, Inglehart, R. (1990); Myers, D. y Diener, E. (1995); Parduci, A. (1995); Veenhoven, R. ( 1998 ); Seligman, M.E.P. y Gillham, J.E.(2000); Seligman, M. E. P., Steen, T., Park, N. y Peterson, C. (2005).
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