El Congreso declaró 2012 como el Año de la Neurociencia en España, una propuesta de la
Sociedad Española de Neurociencia, cuyo presidente, Juan Lerma, ha explicado a Efe que uno de sus objetivos es que esta disciplina salga a la calle y hacer partícipe a la sociedad de los avances científicos acaecidos en torno al cerebro. Además, ha continuado, servirá para hacer ver a los políticos que la neurociencia tiene "buen nivel en nuestro país", lo que es "una oportunidad que no se debe desaprovechar".
Para ello hay programados decenas de actos y actividades en diversas ciudades, muchos de los cuales coincidirán con la semana del conocimiento del cerebro, una campaña mundial que cada año se celebra en marzo (este año comienza el día 12 y termina el 18).
El principal, un congreso internacional en Barcelona en julio de la
Federación Europea de Sociedades de Neurociencias, con el que se espera reunir entre 7.000 y 8.000 expertos de todo el mundo.
Además, habrá actividades en otras ciudades, en las que la relación entre neurociencia y literatura, la música o la magia, la memoria y las enfermedades neurodegenerativas serán algunos de los temas a debatir en las múltiples jornadas que se van a celebrar.
En CaixaForum Palma, por ejemplo, los expertos hablarán de cómo el cerebro procesa y experimenta la música, de memoria y del alzhéimer; en Toledo, en la Biblioteca de Castilla La Mancha, del aceite de oliva y sus prestaciones para el sistema nervioso y de robótica; y en Madrid, en la Complutense, de magia y neurociencia.
La neurociencia moderna surge en España a finales del siglo XIX, de la mano de la teoría neuronal de Santiago Ramón y Cajal. Desde entonces, un conjunto de disciplinas -filosofía, biofísica, bioquímica, biología celular y molecular o psicología- se han ido integrando bajo el término de neurociencia, cuya investigación proporciona medios para combatir, además, enfermedades cerebrales.
Para Lerma, el cerebro es el órgano que "nos hace ser como somos, que nos hace sufrir o gozar", y "entendiendo nuestro cerebro llegaremos a entendernos como especie, saber por qué nos comportamos de una u otra manera o a unos nos gusta Mozart y no Stravinski". Además, "solo entendiendo cómo funciona estaremos en posición de diseñar terapias que prevengan o curen las enfermedades cerebrales y aliviar el dolor de las familias que tienen esa mala experiencia".
Según el también director del Instituto de Neurociencias de Alicante, España tiene "excelentes" neurocientíficos, pero "ha llegado el momento de dimensionar este sistema", lo que, ha remachado, "no se puede hacer a coste cero".
En cuanto a los recortes en ciencia y si éstos van a afectar a esta disciplina, Lerma ha dicho que dada la cantidad -743 millones de euros- se teme "lo peor"; "podemos asistir a una diáspora tan dañina que bien pudiera retrotraernos a los años preconstitucionales". Por su parte, el investigador del
Instituto de Salud Carlos III, Manuel Martín-Loeches, ha relatado que todo está en el cerebro. "No solo nos ayudaría a entender qué somos y de dónde venimos, sino a dónde podemos ir", ha dicho para resaltar la importancia de conocerlo en profundidad. Para este científico, los avances de Cajal fueron "impresionantes" para su época, y desde entonces hasta ahora han surgido una serie de tecnologías que permiten estudiar el cerebro humano vivo y realizando cualquier actividad mental.
Francisco José Rubia, miembro de la
Real Academia Nacional de Medicina, ha recalcado que, entre otros, la neurociencia trabaja para revelar "los misterios de la consciencia, libertad o espiritualidad", temas que cuando puedan entenderse implicarán un profundo cambio en la forma de pensar del ser humano.
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