COMPETIR CON LA MENTE
La mente es la casa de las creencias que promueven los pensamientos que conducen a las acciones que emprendemos.
La mente es lo que desarrolla y dirige la estrategia.
La mente provee una imagen e instruye al cuerpo en los movimientos necesarios para actuar.
La mente es el observador que hace las decisiones acerca de la clase de autodiálogo que utilizamos cuando actuamos.
La mente controla nuestra fisiología.
La mente se hace cargo del control emocional.
La mente es la locomotora que conduce al tren!
El espejo del pueblo. En un día de elecciones se veían en la pantalla: Ayer falleció la persona que impedía
tu crecimiento, debes concurrir al velorio antes que puedas votar. A nadie le gustó perder el domingo pero
sintieron curiosidad por saber quién era ese que impedía el crecimiento del país. La agitación fue grande y
las fuerzas de seguridad organizaron la fila en el velorio. Cerca del medio día la excitación crecía. Qué bueno
que el infeliz murió, decían. Uno a uno miraron al difunto y tragaban saliva. Se quedaban un rato en silencio,
como si les hubieran tocado lo más profundo de su alma. En el fondo del ataúd había un espejo donde se
veían a sí mismos y una leyenda que decía: Sólo existe una persona capaz de limitar tu crecimiento: ¡ERES
TU MISMO! El mundo es un espejo que devuelve tus actos. Tu vida no cambia si tu gobierno o tu jefe
cambian, si tus amigos cambian, si tus padres cambian, si tu pareja cambia. Tu vida cambia si tú cambias.
Eres el único que puede hacer una revolución en tu vida. Eres el que puede perjudicar tu vida, y la única
persona que se puede ayudar a sí mismo. Tú eres el responsable de tu vida. La manera en que vives tu vida
es lo que hace la diferencia. Tu cerebro crea tu futuro, invierte en él. Dijo Franklin saca el dinero de tus
bolsillos para llenar tu mente. En ese caso la mente se encargará de reponer con creces tu inversión.
Anclarse al espejo. El anclaje es una técnica diseñada para acceder a nuestros mejores recursos o a los
estados deseados en el momento en el cual los necesitamos. El reflejo condicionado es una forma de
reacción común que, por ejemplo, ante una comida apetitosa, nos hace salivar o con sólo hablar de comida,
que se nos haga agua la boca.
Pavlov, médico ruso, observó que su perro al oír los pasos de quien le traía la comida comenzaba a salivar.
Se preguntó si otro estímulo, como el sonido de una campana, podría también provocarla. Varios días
repitió la secuencia: sonido de la campana-presentación de la comida, el perro comenzó a salivar al
escuchar el sonido de la campana, aunque no hubiera comida.
Muchas conductas se aprenden por condicionamiento, al descubrir que nuestros actos tienen
consecuencias positivas o negativas, somos capaces de anticiparlas y modelar nuestra conducta. Sabemos
que si no aprobamos la materia, sentiremos insatisfacción y aunque nuestra tendencia natural nos aleja del
estudio, modificamos la conducta para lograr resultados satisfactorios.
Anclarse a los mejores momentos. Podemos como Pavlov condicionarnos para mejorar nuestro
rendimiento. Se trata de cambiar sentimientos negativos mediante un estímulo previamente seleccionado y
practicado para generarlo. Ejemplo: para estimular a un grupo en una fiesta patria el himno o la bandera
suelen ser los estímulos necesarios para provocar la intensidad requerida.
En la vida el anclaje se instala muchas veces por azar o impuesto desde afuera, por la costumbre, la
publicidad o los políticos. Lo mejor que podemos hacer es desterrar los anclajes negativos y retener o
generar los positivos. La técnica del anclaje consiste en observar o provocar el estado deseado, asociarlo
a un estímulo, que una vez memorizado permitirá reproducirlo cuando se lo requiera.
En el punto culminante en el que la intensidad del estado es máxima, se presenta el estímulo exclusivo, y
se lo repite tantas veces como sea necesario. Por último se lo pone a prueba.
Ejercicio de anclaje: recuerda o crea usted un estado deseado, en su punto de máxima intensidad
intercala el estímulo, repítelo hasta que queden perfectamente asociados, repásalo, ponlo a prueba en
situaciones diarias. Un mismo anclaje puede utilizarse en diversas situaciones, por el principio de que el
éxito llama al éxito. Instalar estados es parecido a instalar un software para la computadora.
Para calibrar o modificar un estado es fundamental considerar todos los aspectos, mirada, voz, sensaciones
internas, postura, respiración, color de la piel, postura, etc. Al colapasar o comparar imágenes se logra
eliminar las negativas, porque el cerebro asume por lo general el ángulo positivo.
Ejemplo: Crear o transferir al puño derecho la imagen positiva, luego al izquierdo la negativa. Luego iguala
vertiendo el contenido del derecho sobre el otro, y siente luego el cambio provocado.
La etapas del anclaje. Primero: Recuerda un momento en que actuaste de un modo excepcional y que
te gustaría repetir en una situación nueva. Segundo: Revive con todos los sentidos la experiencia hasta
sentirla intensamente. Esto implica ver, escuchar, sentir, en plenitud. Tercero: Busca un lugar en tu cuerpo
donde guardar esa experiencia, por ejemplo en la oreja derecha.
Cuarto: Pon un dedo sobre la oreja derecha para instalar el ancla. Con los ojos cerrados debes percibir la
experiencia en un estado de concentración durante algunos segundos. Quinto: Control de calidad.
Comprueba si al colocar el dedo en la oreja se reproduce la experiencia, en caso contrario debes calibrar
hasta lograrlo. Sexto: Un ancla exitosa es el comienzo, se pueden sumar muchos más recursos para
tenerlos disponibles cuando la situación lo requiera.
Aprender a anclarse a los mejores momentos y a las mejores respuestas es aprender a obtener los
recursos de una batería interna que se recarga con cada experiencia. Aprender a usar el cerebro es
mucho mejor que dejarlo en piloto automático porque le podemos dar una dirección. Como dijo Séneca:
no existen vientos favorables para el que no sabe a qué puerto quiere llegar.
No mires por el espejo retrovisor. Crea el espejo del futuro mediante un diálogo apreciativo que produzca
tsunamis de esperanza en tu mente como les ocurre a todos los que creen en el cambio.
Europa devaluó los símbolos que la cohesionaban, pero Latinoamérica todavía es capaz de creer en la
buena fe y en el compromiso con la palabra. Para liderar a otros y para liderarse a uno mismo el verbo es
tu arma de trabajo. Con la confianza puedes terminar con la inhibición, lo negativo y el resentimiento.
Confianza que, sin mucho asidero al principio, se consolida luego con los resultados al conocer la causa
de tu sufrimiento. La resiliencia te evitará caer en la depresión, es la capacidad de creer que lo que no te
mata te fortalece, cuando la guía un líder santo.
Los hugonotes creían que la hostia era el símbolo del cuerpo de Cristo. Los católicos que el pan era su
cuerpo. Libraron una guerra inútil: es lo que en el pensamiento hace cuerpo, enciende la pasión y las ganas
de vivir. No cambies nunca la hostia por un alfajor, dijo Francisco, el nuevo papa: Cuando el dulce de leche
se derrite hay un cochinero en las iglesias. Palabras como ejemplo y no como relato. Creer y crear afirman
lo mismo en la primera persona del singular. Dicen “Yo creo”.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem.
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