A principios de la década de 1970, un jovencísimo George Lucas diseñaba un guión que tenía como trasfondo sus inquietudes espirituales: de la mística artúrica al taoísmo pasando por la filosofía zen.
Basó la trama parcialmente en “La fortaleza escondida”, un filme clásico de Akira Kurosawa. La influencia japonesa está también presente en el manejo de espadas por parte de los protagonistas, aunque la sabiduría samurái no se limita a las artes marciales. Dos maestros inolvidables, Obi-Wan Kenobi y Yoda, enseñan al joven Luke los orientales secretos de la Fuerza. El caballero Jedi interpretado por Alec Guinness describe así su esencia:
“La Fuerza es aquello que le da su poder al Jedi. Es un campo de energía creado por todas las cosas vivas. Nos rodea y nos penetra. Mantiene la galaxia unida.”
En otro momento de la película, el mismo Obi-Wan Kenobi afirma: “En mi experiencia no hay tal cosa como la suerte”.
¿A qué se refería con esto último? A que probablemente eso que llamamos suerte o azar no es más que una función de parámetros desconocidos. Dicho de otro modo, igual que el caballero Jedi toma el control de la Fuerza, también opta por convocar el coraje, la responsabilidad, la humildad, el compromiso, la generosidad o la defensa de la vida y la dignidad y otras virtudes para transformar la realidad y sembrar posibilidades frente al marasmo o la ignominia.
El otro maestro de la película, el entrañable Yoda, advierte asimismo al aprendiz de Jedi sobre las emociones negativas: “ira, miedo, agresión, el lado oscuro de la Fuerza son” y señala como principal culpable de ese abismo al miedo, que “es el sendero al lado oscuro; el miedo lleva a la ira, la ira es odiar, odiar es sufrir”.
Sabias lecciones en una película que marcó un hito en el cine de entretenimiento. Ahora que la economía y la política parecen haber caído en el lado oscuro, se necesitan más que nunca caballeros Jedi que, con la inteligencia y la bondad como armas, extraigan lo mejor de los demás.
A todos los que buscamos la luz y el fin del sufrimiento causado por la codicia y la irresponsabilidad humana, que la fuerza nos acompañe.
Álex Rovira y Francesc Miralles
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