21
por otra sin entender lo importante. Antes
los emprendedores no podían hacer nada sin
seguir religiosamente los pasos de un business plan…
y ahora no eres emprendedor si no eres adepto de una
de las nuevas religiones: que si lean startup, que si design thinking, que si modelos de negocio… absurdo.
Alguno pensará que el que se ha vuelto loco soy yo, dado que muchas de esas filosofías
(lean startup, customer development…) representan buena parte de mi forma de trabajar… pero
no, no me he vuelto loco, sino todo lo contrario. Quiero apelar a ese olvidado sentido
común que nos hace distinguir entre lo que es moda y lo que realmente aporta valor.
Quiero apelar a tu criterio.
Porque cada vez me encuentro con más emprendedores que, como todo nuevo converso,
abjura de su antigua religión y sigue devotamente todos y cada uno de los pasos de la
nueva sin siquiera soñar el cuestionarla. Son personas que han sustituido la práctica de
los a menudo perversos planes de negocio por la de lean startup, por ejemplo… y aunque es
un cambio absolutamente beneficioso, no han entendido la base: la clave es que no
hay respuestas en tu despacho, ni en tu libro de lean startup ni en el de generación modelos
de negocio. Sólo hay preguntas que tiene que contestar tu mercado, y la única forma de llegar
a él es con trabajo duro y arriesgándote.
Cada proyecto es único, y por tanto cada una de estas filosofías tiene algunos
elementos absolutamente positivos y otros que son absurdos para TU proyecto… porque
es imposible hacer metodologías que sean perfectas en todos los casos. Que al
final debemos “quedarnos con la música y no con la letra”, con los principios que subyacen
en dichas filosofías.
Es natural que, en momentos de absoluta incertidumbre como los que preceden al nacimiento
de una startup busquemos una guía, un camino que nos ayude a encontrar nuestro sitio en
el mercado… pero desgraciadamente no hay mapas detallados. Solo guías para construirte
tus propios mapas… y raramente encontrarás la verdad en una sola de las guías. Léelas
todas, interiorízalas, pásalas por el filtro de tu propia experiencia y sentido común, y
sólo entonces aplícalas… pero no como un operario descerebrado que sigue una lista de
pasos guiado por una fe ciega, sino entendiendo los “qué” y los “por qué” y no obsesionándote
con los“cómo”. Con una sana dosis de escepticismo.
Utiliza tu sentido común, quédate con lo que a ti te valga… y desecha el resto.
Y no te escudes en la metodología. Antiguamente los emprendedores se escondían tras el
business plan, dedicándole semanas o incluso meses a algo que, más allá de la necesaria
reflexión era una excusa para retrasar el terrorífico momento, el de confrontar su idea
con el mundo real. Y ahora sucede algo similar, miles de microexperimentos para validar todas
y cada una de las hipótesis del modelo de negocio, por nimias que estas sean… todo con tal
de no lanzarse. Pues eso no es Lean Startup. Eso es miedo, es algo natural con lo que vamos
a tener que convivir… así que mejor acostúmbrate a él.
Si os habéis dado cuenta, yo no suelo hablar mucho de ellas, ya que no sigo ninguna al 100%.
He creado mi propia metodología cogiendo lo que me parece práctico de cada una (y
hay muchísimas más que las 3 imperantes) y desechando lo que veo poco aplicable, y sobre
todo tamizando el resultado a través de mi experiencia y sentido común… y aún así en
cada nuevo proyecto tengo que reenfocarla y evolucionarla.
Y es que en mi experiencia en todas y cada una de las “biblias” hay muchas grandes ideas
y verdades, pero también planteamientos que o son muy específico para un
sector (intentaaplicar lean startup tal cual en el sector de la biotecnología), apropiados sólo
para determinados mercados (B2B p.ej.) o incluso válidos para realidades diferentes
(como las de USA).
De vez en cuando me encuentro algún zelote, algún converso radical que me acusa de
herejía ante sus dioses, los creadores de esas metodologías y me intenta
lapidar (¡metafóricamente, de momento!)… cuando la mayoría de esos “gurús” precisamente por
lo que se han distinguido es por cuestionar las verdades establecidas, la forma tradicional
de hacer las cosas y buscar su propio camino. Extraño.
Así que da un paso atrás, aplica una buena dosis de sentido común y cuestiona lo que
realmente tiene sentido en tu proyecto y lo que no. Sé escéptico con todos los que
hablamos sobre lo que hay que hacer y lo que no, empezando conmigo. No nos hagas
caso a pies juntillas, filtra lo que a ti te sirve de lo que no, experimenta y quédate con lo
que valga… y sobre todo, sal al mercado, al mundo real y ponlo en práctica. Porque las
tonterías y teorías esotéricas no suelen sobrevivir al contacto con la dura realidad.