martes, 4 de febrero de 2014

¿Cómo ocurren los movimientos sociales?

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El octavo capítulo del libro de Charles Duhigg, “El Poder del Hábito” explica el proceso por el cual un nuevo paradigma o idea puede volverse una realidad social.

Quizás lo más interesante es lo que el autor plantea sobre el rol del líder de un movimiento, y como es a través de los hábitos que se forja una identidad.


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EL PODER DEL HÁBITO (Charles Duhigg)

La Iglesia de Saddleback y el Boicot de Autobuses de Montgomery: ¿Cómo ocurren los movimientos sociales?

Rosa Parks y el boicot de los autobuses de Montgomery se volvieron el epicentro de la campaña por los derechos civiles en EE.UU. no sólo por el acto individual de desafío de Rosa Parks, sino también por los patrones sociales. Los hábitos sociales son esos comportamientos que ocurren irreflexivamente a lo largo de decenas, cientos o miles de personas, y que son difíciles de distinguir cuando emergen, pero que contienen un poder que puede cambiar el mundo. Los hábitos sociales son los que llenan las calles de protestantes que pueden no conocerse entre sí, que quizás marchan por motivos diferentes, pero que están moviéndose todos en la misma dirección. Los hábitos sociales son la razón por la que algunas iniciativas se vuelven movimientos de cambio mundial, mientras que otras no logran despegar. Y la razón por la cual los hábitos sociales tienen tal influencia es porque a la raíz de muchos movimientos – sea barrial o mundial -  hay un proceso de tres pasos.
Un movimiento social comienza por los hábitos sociales de amistad, y los lazos fuertes que existen entre conocidos cercanos.

El movimiento crece por los hábitos de una comunidad, y los lazos débiles que mantienen la unión de barrios y clanes.
Y un movimiento perdura porque sus líderes dan a los participantes nuevos hábitos que crean una nueva identidad y una sensación de ser dueños del movimiento.

Sólo cuando se cumplen las tres partes de este proceso el movimiento puede auto-propulsarse y llegar a la masa crítica.

Existe un instinto natural dentro de la amistad, una simpatía que te hace querer pelear por (o defender a) alguien que querés, cuando ese alguien es tratado injustamente. Por lo general no tenés problema en ignorar los dolores de extraños, pero cuando insultan a un amigo, tu indignación llega al nivel suficiente para sobreponerse a la inercia que generalmente hace a las protestas difíciles de organizar. Este es el poder de los lazos fuertes.

Pequeños grupos de protesta aparecen cada día alrededor del mundo, y casi todos rápidamente se disuelven. Nadie tiene suficientes amigos para cambiar el mundo.

Es por esto que el segundo aspecto de los hábitos sociales de los movimientos es tan importante. El boicot de los autobuses de Montgomery se volvió una acción que abarcó a toda la sociedad porque la sensación de obligación que mantenía unida a la comunidad negra fue activada en seguida que los muchos y variados amigos de Rosa Parks comenzaron a promover su causa. Personas que casi no conocían a Rosa Parks decidieron participar por la acción de la “presión de los pares” – una influencia conocida como “el poder de los lazos débiles” – que hacía difícil el evitar unirse a la protesta.

Hay estudios que confirman que, a la hora de conseguir trabajo, tus los lazos débiles son más importantes que los fuertes. Por lo general, la mayoría de tus amigos se te parecen y compartís con ellos círculos y redes sociales y actividades. Por otra parte, tus conocidos (lazos débiles) – esas personas con las que rara vez te encontrás – son los que te pueden pasar información de otras redes sociales a las que no pertenecés.

El poder de los lazos débiles explica cómo una protesta puede expandirse de un grupo de amigos a un movimiento social más extenso. Convencer a miles de personas de perseguir el mismo objetivo – especialmente cuando ese objetivo implica privarse de algo o pasar reales penurias – es muy difícil. A la mayoría de las personas no les importa tanto la última atrocidad mundial como para privarse de sus comodidades por largo tiempo… a no ser que la víctima sea un familiar o amigo cercano. Es por eso que los activistas utilizan una herramienta para hacer parecer “obligatoria” a su protesta, incluso cuando al grupo que quieren movilizar no quiereparticipar necesariamente. Esta herramienta es una forma de persuasión increíblemente efectiva, es esa sensación de obligación que los barrios y comunidades se imponen entre sí; en otras palabras: “la presión de los pares”.

La “presión de los pares” – y otros hábitos sociales que fomentan la conformidad con las expectativas dentro del grupo – no es necesariamente un único patrón consistente, sino más bien decenas de hábitos individuales que en última instancia hacen que todos nos movamos en la misma dirección. Los hábitos de “presión de los pares” generalmente se expanden por medio de los lazos débiles y toman su autoridad a través de la expectativa comunitaria. 

Si ignorás los patrones esperados de tu comunidad corrés el riesgo de perder tu posición social, y con ello ponés en riesgo también tu acceso a muchos de los beneficios sociales que vienen con tu calidad de miembro aceptado de la comunidad.

En los patios de recreo escolares la “presión de los pares” es algo peligroso. En la vida adulta, es la forma en la que se hacen los negocios y se auto-organizan las comunidades.
La “presión de los pares”, por sí sola, no es suficiente para sostener un movimiento indefinidamente en el tiempo. Pero cuando los lazos fuertes de la amistad se juntan con los lazos débiles de la presión de los pares, crean un impulso increíble para el movimiento. Sólo entonces puede comenzar un cambio social abarcativo. Pero para que ese cambio se mantenga en el tiempo, los líderes del movimiento tienen que lograr pasar la dirección y guía del cambio a las manos de sus seguidores, y esto ocurre en gran parte al inculcarles nuevos hábitos. Es así que se activa la tercer parte de la fórmula, y el movimiento se vuelve una fuerza auto-perpetuante.

El objetivo de un líder de un movimiento debe ser permear la trama entera de la población, o al menos partes de ella lo suficientemente grandes de forma de que la vida del individuo no se destruya por unirse al movimiento. Sólo el líder que logra que sus seguidores puedan adherirse a los principios de su movimiento en sus relaciones sociales normales tiene la chance de llegar a las multitudes.

El líder de un movimiento deber hablarle a sus potenciales seguidores en su “propio lenguaje”, crear espacios de reunión donde los seguidores se puedan encontrar con sus amigos, evitar alienarlos con estímulos sensoriales que sean demasiado ajenos, y dar los mensajes complejos o muy profundos en metáforas digeribles para todos. Las lecciones deben ser fáciles de comprender, enfocadas en problemas reales y diarios del grupo, y aplicables inmediatamente a sus vidas diarias.

Lo más importante es que el líder debe intentar adherir al movimiento a grupos de personas, en vez de a individuos, de forma que los hábitos sociales de la comunidad estimulen la participación, en vez de detraer de ella.

Para habituar los principios propios del movimiento se los debe partir en pedacitos manejables. Si tratás de asustar a la gente a seguir tus principios, quizás lo logres por un rato, pero pronto perderás su interés y respeto. La única manera de lograr que la gente se haga responsable por su maduración en el camino que proponés es enseñándole hábitos basados en los principios. Una vez que esto ocurre, tus seguidores se vuelven auto-dependientes y seguirán los principios que proponés no porque tú los llevaste hasta allí, sino porque es parte de su identidad.

La Iglesia de Saddleback ha logrado transformar la participación en la congregación de una decisión a un hábito, al apelar a los hábitos sociales ya existentes dentro de su comunidad. Cada miembro no es sólo parte de una gran congregación, sino que también está asignado a un grupo pequeño que se junta semanalmente. La participación en la gran congregación le recuerda al individuo las razones por las cuales es parte de ese movimiento en primer lugar, y el grupo pequeño de íntimos amigos le ayudan a enfocarse en cómo aplicar las enseñanzas a su vida diaria.

El fenómeno de la Iglesia de Saddleback funcionó invirtiendo el orden del boicot de autobuses de Montgomery. La gente se siente atraída por la iglesia por un sentido de comunidad y los lazos débiles que una congregación ofrece. Una vez dentro de la congregación, los individuos son llevados a unirse a un grupo pequeño de vecinos, una situación que le permite forjar lazos fuertes y cercanos, donde la fe se vuelve un aspecto de su experiencia social y vida cotidiana. Pero transformar a la Iglesia en un movimiento auto-perpetuante requirió algo más que la combinación de lazos fuertes y débiles. El padre Warren necesitó enseñarle a sus feligreses hábitos que los hacían vivir según la fe, no porque se sentían obligados por sus lazos, sino porque cada miembro se siente y define como un “hombre de fe”.

Este es el tercer aspecto de cómo los hábitos sociales impulsan los movimientos. Para que una idea se expanda más allá de su comunidad tiene que volverse autopropulsiva. La forma más segura de que esto ocurra es darle a la gente nuevos hábitos que les ayudan a descifrar por si mismos cómo vivir desde el nuevo paradigma, y esos nuevos hábitos se vuelven una nueva identidad.

Si como líder le enseñas a tus seguidores a vivir con hábitos basados en los principios de tu movimiento, van a actuar acorde a esos principios sin requerir tu constante guía y monitoreo. Como líder no puedes guiar en persona a cada pequeño grupo de tu movimiento; lo que sí puedes hacer es darles nuevos hábitos de forma que cuando se junte el grupo, el instinto de sus miembros sea actuar como miembros de un movimiento y discutir aspectos del movimiento.
Una vez que, como líder, les has dado nuevos hábitos a los miembros de tu movimiento, la responsabilidad por crecer y evolucionar como miembros del mismo ya no está con el líder, está con cada integrante. Tú les has dado la receta, ya no los tienes que guiar porque se guían a sí mismos. Estos hábitos se vuelven una nueva identidad para cada miembro, y, en a partir de eso momento, el líder lo único que tiene que hacer es apoyar a los miembros y quitarse del medio.

Un movimiento es una saga; para que funcione, la identidad de todos debe cambiar. Sólo entonces si el líder desaparece el movimiento no perece.

Los movimientos sociales no emergen porque de repente todos deciden al mismo tiempo mirar en una misma dirección. Los movimientos sociales dependen de patrones sociales que comienzan como los hábitos de amistad, crecen por medio de los hábitos de las comunidades, y se sostienen por nuevos hábitos que cambiar la auto-definición de los participantes.

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Esquema básico del capítulo:

·        Los movimientos sociales nacen por los hábitos sociales de amistad.
·        Los movimientos sociales crecen por los hábitos sociales de las comunidades (presión de los pares).
·        Los movimientos sociales se instalan y perduran cuando emergen hábitos en los participantes que les forjan una nueva identidad.

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Una propuesta para esta semana.

OBSERVAR:
·        ¿De qué movimientos sos parte? Quizás no te das cuenta pero todos somos parte de algún paradigma de vida que nos define. ¿De qué cosas estás tan convencido que no se te ocurriría vivir de otra manera?

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