domingo, 23 de febrero de 2014

Innovación a través de la simulación

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En su libro Makers, el emprendedor y editor de Wired Chris Anderson plantea que estamos ante una Tercera Revolución Industrial en la que el papel protagonista que antes tuvieron la máquina de vapor o la línea de montaje ahora está en manos del diseño asistido por ordenador (CAD) y de las impresoras 3D. Esto es, de la universalización de la tecnología que permite la fabricación. Una universalización que, al reducir las escalas (tanto de la tecnología como de su financiación, a través del crowdfunding), reduce también el coste del error.
Sobre el “error”, uno de los grandes inventores de la Historia, Thomas Alva Edison, solía decir que si de 1.000 intentos de fabricar una bombilla sólo acertaba en uno no había fracaso, sino que había avanzado porque ya conocía 999 formas de no fabricarla. Y entonces surge la pregunta… ¿y si fuéramos capaces de descartar las 999 formas fallidas antes de gastar nuestros materiales y nuestro tiempo en llevarlas a cabo? Ahí entra la otra pata de nuestra revolución industrial: los procesos de simulación.
Esta “economía de la simulación” ha tenido efecto ya incluso en ámbitos muy alejados de lo industrial: muchos analistas destacaron, tras la segunda victoria del Presidente Obama, lo absolutamente convencido que había estado su rival Mitt Romney de su victoria hasta la misma noche electoral. Al fin y al cabo, contaba con una estrategia electoral sólida y diseñada por los mejores. Pero su error había sido no contar con todas las estrategias, como hizo Obama: su equipo de hackers se pasó semanas enteras ejecutando 62.000 simulaciones electorales. Cuando terminaron, sólo tuvieron que quedarse con la mejor.
De igual modo, los procesos de simulación tienen su aplicación en el mundo del marketing. Los profesionales del sector suelen representar su labor como una ruta de decisiones que toma el consumidor cuando conoce el producto, se logra captar su interés y se le convence de pasar a la acción (comprar). Es una metáfora útil que, sin embargo, adolece de una sobre simplificación de los elementos implicados en el proceso de compra. Por eso, muchas compañías empiezan a apostar por las simulaciones de sus estrategias de marketing, para no apostarlo todo a “la Gran Idea” sin antes haber evaluado millones de “Qué Pasaría Si…”.
Como ya hemos dicho, el modelado 3D no es la única gran innovación de la actual revolución industrial: el “Modelado basado en agentes”, llevado a cabo por ordenador, ya permite evaluar cómo se mueven los consumidores en un supermercado, tomar decisiones sobre eficiencia energética o gestionar de la forma más eficiente al personal de combate de la Marina de EE UU.
Por todo ello, el futuro de la innovación está en los procesos de simulación: donde antes podíamos confiar en la prueba y error, lanzando nuestra idea al mercado (o a las instituciones, en caso de tratarse de políticas públicas) y evaluar a posteriori su desempeño, con el derroche de recursos que esto suponía, ahora podemos apostar por visualizar todas las posibilidades en la pantalla de nuestro ordenador antes de tomar una decisión. Seguirá sin ser infalible, pero optimizaremos notablemente nuestra innovación.
[Imagen extraída de Shutterstock]

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