¿Por qué no conseguimos ser felices, si leemos cada día en Facebook decenas de frases motivadoras, inspiradoras, que nos prometen un camino fácil precisamente para eso, para conseguir la felicidad?
Me atrae mucho la psicología, pero antes de que continuar debo decir que no tengo ninguna formación en ese ámbito. Me gusta leer a los que sí saben.
Y precisamente la reflexión que tengo últimamente en mente comenzó con un post, La tiranía de la felicidad, escrito por el psiquiatra Saulo Pérez Gil y la psicóloga Tais Pérez Domínguez. Muy muy recomendable. En él comentan por qué nos hemos vuelto adictos a las frases motivadoras, que hace unos años nos llegaban en vía email en un ppt con música relajante, y ahora vemos (y compartimos) maquetadas y compartidas como imágenes en Facebook.
El artículo parte del planteamiento de 3 teorías que explican la adicción, que podrían ser la respuesta a nuestro afán por compartir estos contenidos: elrefuerzo positivo (nos producen bienestar, placer), el refuerzo negativo (nos sirven para evitar la tristeza) y la sensibilización (cuantas más lees, más frases quieres leer para aliviar nuestra inquietud).
Algo similar planteaba Elsa Bonafonte aquí, en Mis apis por tus cookies: El efecto #quotesparatodo en Facebook. En este post apuntaba que “cada vez necesitamos más “mensajes pseudo-positivos” para poder afrontar nuestras tristes vidas. O no tan tristes, pero digamos, nuestra realidad. Es evidente que nada es tan bonito como nos lo quiere pintar MrWonderful, así que vivimos dentro de una de sus felices tazas de “Hoy es un buen día”. Como si necesitáramos leerlo cada mañana para convencernos de que hoy será un gran día“.
¿Por qué sentimos la necesidad de ser siempre felices? ¿Es eso bueno para nuestra mente? Volviendo a la publicación de Saulo y Tais Pérez,
Los llamados pensamientos positivos tratan de provocar emociones no reales ni espontáneas, emociones generadas por pensamientos enlatados, en un intento de acallar las emociones reales que el conflicto que nos acucia provoca, sin entender la causa de dicho sufrimiento.
Lo que me vino a la mente cuando leí este artículo es lo inconscientes que somos. Digo inconscientes porque consumimos continuamente estas frases, sin percatarnos de hasta qué punto nos afectan o qué consecuencias pueden tener sobre nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos. Pongamos un ejemplo.
“Busca lo que te apasiona en la vida y serás feliz”
Este consejo seguro que lo has oído o leído en más de una ocasión. Vuelve a leerlo, y piensa en lo que nos dice. Porque, como se pregunta Aitor Calero en el blog Un cafelito a las once, ¿realmente seguir tu pasión, hacer lo que nos gusta, nos lleva a disfrutar de nuestro trabajo y nuestra vida?
Creo que muchos consejos de este tipo (follow your dreams) hacen mucho más daño que bien, porque nos llevan a buscar en nuestra pasión, como esa pepita oculta que todavía no hemos descubierto y que una ver lograda, nos permitirá ser superfelices y trabajar en lo que nos gusta. (…) Por desgracia, es posible que nos pasemos media vida, o la vida entera buscando sin encontrar, y mientras tanto, habremos perdido un tiempo precioso para dedicar tiempo a algo y construir nuestra pasión. Tenemos que pasar del “sigue tu pasión” al “construye tu pasión”.
¿Desear la felicidad nos hace infelices?
En ese camino hacia la felicidad, muchas veces nos encontramos en la dirección contraria: nos sentimos infelices o incluso solos. Esto también tiene una explicación, según unas investigaciones y experimentos propuestos por Mauss en 2012, y que recoge Antonio Crego en este post: valorar y desear la felicidad intensamente puede tener consecuencias negativas, como el incremento de sentimientos de soledad. Se puede producir por dos circunstancias:
- Porque los que más la desean son más conscientes de la distancia que nos queda para conseguirla
- Porque, en nuestra cultura, la felicidad es una ganancia personal, una experiencia individual: al preocuparnos más por la felicidad nos podemos llegar a preocupar más por nosotros mismos y cada vez menos por los demás, lo que nos llevaría a distanciarnos de ellos.
Este segundo punto está de hecho relacionado con un estudio del que me hice eco aquí el pasado mes de agosto: Facebook nos hace sentir tristes (y envidiosos), que afirmaba que una de cada tres personas se sienten peor e insatisfechas con sus vidas después de acceder a Facebook. Porque solemos consultar las redes sociales (no toda la culpa va a ser de Facebook, ¿no?) cuando estamos a solas, y ver las actividades (¿postureos?) de nuestros amigos (¿amigos?) nos hace sentir cierta envidia.
Entonces ¿dónde podemos buscar la felicidad?
En primer lugar, en Google, donde nos encontraremos algo más de 19 millones de resultados
Bromas aparte, si nos remontamos a Epicuro, son 3 los ingredientes de la felicidad, 3 Aes:
- Amistad: entendida no como “conocido” o “contacto”, sino en el sentido más profundo, como vínculo entre dos personas. Decía Epicuro que mejor que pensar en qué vamos a comer o beber, pensemos en con quién vamos a compartir ese momento, porque alimentarse sin un amigo es para los leones y los lobos.
- Autonomía: independencia no sólo económica, sino también de las opiniones de los demás.
- Analizar lo que nos preocupa: reflexionar sobre lo que estamos viviendo, para tener claras nuestras necesidades, nuestros deseos y cómo vamos a intentar satisfacerlos, así como afrontar nuestros miedos.
Podéis profundizar más en esta teoría en este post de Psy’n'thesis
No me desees feliz año nuevo
Total, que con la llegada del nuevo año, hemos estado enviando y recibiendo cientos de mensajes deseándonos felicidad. Pero ¿qué nos estábamos deseando realmente? ¿Por qué parece que es obligatorio ser feliz?
En mi caso, de la cultura oriental me he traído un consejo: mejor que desear felicidad, desea serenidad. Desea tranquilidad, calma, momentos apacibles, pocos sobresaltos; desea a quienes te importan que se olviden de la autoexigencia y mitiguen poco a poco sus frustraciones y la ansiedad que parece sobresaltarnos en el momento más inesperado.
Lo dicho: no dejes que nadie te obligue a ser feliz.
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