lunes, 10 de febrero de 2014

Todos somos genios

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Vuelvo a la carga  con el tema de la singularidad individual que complementa lo que comentaba hace un par de semanas sobre la complejidad.

Para Hecht el cambio viene dado por permitir que cada alumno desarrolle sus mejores competencias individuales y las complete con aquellos conocimientos necesarios para alcanzar la excelencia en un entorno organizado en red en la que se comparte el conocimiento y se complementan las necesidades formativas. Porque todo niño es un genio en algún aspecto de su vida.Hace unos días redescubrí en La Contra de La Vanguardia la figura de Yaakov Hecht que es un pedagogo israelí que preconiza un nuevo modelo educativo basado en potenciar lo puntos fuertes individuales que el mismo llama educación a medida o educación democrática. Elmodelo de educación piramidal, que es el que todos conocemos, de un educador por cada, pongamos, veinticinco alumnos que imparte un programa común y homogéneo para cada uno de ellos está desfasado y su obsolescencia viene dada por perjudicar la eclosión del talento individual y cortar a todos los individuos por el mismo rasero dando como resultado personas mediocres, del montón, excepto, como siempre honrosas excepciones.
En definitiva es un modelo educativo basado en la marca personal. El mismo modelo de pensamiento y de organización se puede trasladar al mundo de la empresa.
Si lo que se pretende es conseguir un entorno en el que prime la creatividad y la innovación, la organización en red en la que el conocimiento se comparte y en la que cada individuo interactúa y coopera en función de sus habilidades y sus talentos parece ser más adecuada que la organización piramidal en la que prima más la lucha por subir peldaños que la creación de valor.
Y esto nos lleva a una nueva lectura del cambio de paradigma porque si en una primera versión hablamos del paso de empleados a agentes libres ahora pasamos de la gestión de recursos humanos a la coordinación de marcas personales, vaya quizás no tan nueva porque Andrés Pérez Ortega hace años que lo viene repitiendo.
De todos modos dejar de gestionar “recursos” para coordinar talento a través de la aportación única de valor individual no es una opción baladí y tiene otras consecuencias. Una de ellas es la transformación del modelo de adquisición de competencias profesionales ya que la formación basada en programas colectivos puede perder interés. Imaginemos un entorno en el que cada profesional puede adquirir su formación a través de los mejores profesores construyendo un curriculum a medida dependiendo de sus motivaciones personales, de sus gustos y de sus aptitudes y que permite valorar lo que cada uno sabe por encima del programa formativo, léase título, a través del cual lo ha adquirido. Actualmente los MOOC, los cursos abiertos, masivos y on line, permiten formarse con los mejores y a la carta por lo que quizás no estamos tan lejos como en un primer momento se puede pensar.
Al final los individuos singulares y complejos , mujeres y hombres con una marca personal potente, impulsan la creación de valor en las empresas y en los países y son más felices porque pueden desarrollar aquellas acciones que les permiten alcanzar su plenitud como personas.
La marca personal de los colaboradores potencia la marca corporativa y la marca personal de los ciudadanos impulsa la marca de cada país. Gestionar marcas personales es optar por un mundo mejor porque cada uno de nosotros somos geniales en algún aspecto de nuestra vida y lo importante es detectarlo y que tengamos la oportunidad de desarrollarlo.

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