domingo, 23 de marzo de 2014

“Tal vez hay algo que tienes miedo a decir, a alguien a quien tengas miedo de amar, o algún lugar al que tengas miedo a ir. Te va a doler. Te va a doler porque te importa” . W.Grayson.

http://principiodeuncomienzo.wordpress.com/2014/03/23/sal-del-armario/ 

No hace falta ser homosexual, para vivir en un armario. Todos vivimos en alguno, durante algún momento de nuestra vida.
Unos viven en un armario que en algún momento, se abrirá la puerta y saldrán de él para siempre. Pero otros, harán lo posible para que nunca pase eso.
Yo reconozco que viví durante muchos años en uno de ellos. No quería abrir la puerta, ni dejaba que nadie entrara en él. Aún dentro de él, no sabía cómo era donde me encontraba. Vivía en él, en plena oscuridad.
Me daba miedo abrir la puerta. Eso significaba que me conocerían de verdad, mis pensamientos, mis sentimientos, tal como era yo. Aunque yo mismo no sabía ni como era de verdad.
Cuando alguien intentaba abrir la puerta, le cerraba rápidamente. Pero llegó el momento en el que los cimientos de dicho armario empezaron a resquebrajarse. Había que abrir la puerta o la estructura creada durante tanto tiempo, se me caería encima y yo con ella.
Abrí la puerta y a día de hoy, doy gracias por ello. Gracias al giro de pomo, he conseguido muchas cosas impensables hasta ese día.
Pero hay armario grandes y pequeños.  Depende de lo que intentes tapar de ti.
El armario grande, puede mostrarte abiertamente como eres. Gritar a los 4 vientos quién eres de verdad, tu orientación sexual o decirle a esa persona que te tiene tan loco, que la quieres.
Pero día a día, abrimos o mantenemos cerrados pequeños armarios.
Abrir o no el armario depende de una conversación. Una conversación que sabemos que tenemos que tener, pero que nos da un miedo atroz.
Miedo a decir a nuestro hermano que nos hemos sentido heridos por algún comentario suyo, una conversación con tu amiga dándole tu visión del camino que está llevando su vida, o simplemente decir a tu compañero de trabajo que no te quite tu bolígrafo de la suerte.
Sabemos que tenemos que mantener esa conversación, pero tenemos miedo. Miedo a cómo se lo podrá tomar, a las consecuencias.
Aún tras haber salido del armario en el que me encontraba, que tendría que haberme quitado el miedo a decir lo que siento en cada momento, siento que aún tengo que seguir abriendo armarios, conversaciones que me dan miedo empezar.
Surge el momento en el que tendríamos que comenzar a girar el pomo de la puerta, pero nos bloqueamos. No articulamos palabra, nuestras mandíbulas se tensan. Es un quiero pero no puedo.
Pasa la oportunidad. No nos subimos a ella por miedo. Seguimos escondiendo lo que queremos decir, lo que sentimos.
Nos volvemos a casa, cabreados. Nos decimos a nosotros mismos la conversación que nos hubiera gustado tener. “ Si, sé que me hubiera respondido de esta manera y yo le hubiera dicho de buenas maneras, que estaba en lo incorrecto.. Le haría ver que yo tengo razón… Me iría girándome, orgulloso de lo que he hecho… Por fin se lo habré dicho…”
Despierta, no has tenido valor de decirlo, déjate de sueños. Despierta. La vida no se resuelve en sueños, lo hace en la realidad.
Sabemos que vamos a tener la conversación más difícil de toda nuestra vida. Pero te doy un consejo, se honesto, por favor.
Siempre me acordaré de dos aperturas de armario en mi vida. Una cuando dije a mi familia y amigos, que escribía y cuando le dije a una persona importante en mi vida, lo que sentía por ella. No me acuerdo como lo dije, pero lo dije.  Cuando acabé, me sentía desnudo, lo reconozco, pero me sentía feliz, tranquilo. Me había mostrado tal como era yo. Necesitaba hacerlo.
¿Qué paso en ambas situaciones? En una me rechazo ella, si, paso eso. Pero la tengo a mi lado como una de las personas más importantes de mi vida. ¿En la otra?  Desde ese día, se fue la máscara que llevaba desde hacía muchos años. Mi vida desde ese día ,fue otra.
Dejemos de comparar la situación de decir que amas a una persona no es lo mismo que decir a tus padres que has suspendido alguna asignatura. Todo es difícil. Y el nivel de dificultad lo pones tú, lo pones con tu mente.
Yo reconozco que vivo en 2 armarios actualmente. Sí, tengo miedo a abrir las puertas. Sé que cuando las abra me esperaran dos oportunidades con las que siempre había soñado, y ahí las tengo, esperándome. Pero tengo miedo, lo reconozco. Sé que no puedo vivir toda mi vida en estos armarios, porque luego me arrepentiré. Y ya hace tiempo firmé un contrato conmigo mismo, que nunca volvería a pasar esa sensación.
Ya no iba a dejarme guiar por el miedo. Y así va a ser.
 Pensamos que no vamos a poder decirlo. Pensamos que será imposible. Pero tienes que seguir, no abandonar. Tienes que hacerlo por ti. No quieres decepcionar a nadie. Sientes que quizá, tras tu anuncio, tu mundo de un giro radical. Tienes miedo, pero tienes que hacerlo. El armario te oprime.
salir del armario¿Cómo salí de mis armarios?
Siendo yo mismo. No seas otra persona. Muéstrate como eres. Deja que hable tu corazón, por favor. No lo restrinjas.
Y no te vayas por las ramas. “Cariño, te quiero, ya no quiero ser tu amigo, quiero ser algo más que eso”. Claro, directo y conciso. Déjate de empezar de hablar del color de las nube o que San Valentín ha ido a tu casa a hacerte una  visita. La quieres y punto.
Y sobre todo, fuera armaduras y fuera todo. Sé tú. Olvídate de que antes de saber su respuesta te dirá que NO, porque según ella no eres su tipo o piensas que no tienes la suficiente experiencia para el reto. FUERA CHORRADAS.
Muéstrate tal como eres. A algunos le gustaran, a otros no. Otros te intentaran hundir, otros te elevaran. Pero harás una cosa que nunca habías hecho. Ir con la cabeza alta y el corazón al descubierto.
La caja dónde estás viviendo, no es un buen sitio para hacerlo. Tienes fuera de ella, una vida llena de emociones, situaciones que están esperándote a que las vivas. ¿Te las quieres perder?
Por favor, se valiente. Muéstrate siempre como eres, quítate esa mascara y deja tu corazón al descubierto. A quien le guste bien, y a quien no, ya sabrá él sólo el camino de vuelta.
¿En qué armario crees que estás viviendo? ¿Quién impide que gires el pomo y salgas de él? ¿Qué te da miedo decir o mostrar? ¿Por qué? ¿Salimos del armario?

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