viernes, 29 de agosto de 2014

El árbitro y su función educadora

http://psico-deportes.blogspot.com/2014/08/el-arbitro-y-su-funcion-educadora_28.html 
Una de las funciones educativas del deporte, es lograr que el niño aprenda el gobierno de sus pulsiones o instintos naturales, el conocimiento de sus límites, lo que se puede y lo que no, lo que está permitido, y lo que está fuera de sus reglas. El deporte forma parte de la educación y de la cultura, y una de sus funciones, es lograr que  el deportista controle sus conductas por medio del aprendizaje, y la puesta en juego de las normas del reglamento. Esos límites, son los que brindan una identidad y define al jugador como persona haciéndose respetar, y al mismo tiempo, respetando al compañero, y al rival que está a su lado. El gran peligro, reside en ver en los límites sólo el aspecto empobrecedor de lo que nos quitan, y nos prohíben.

El deporte es descarga de agresividad, de puro impulso bajo la pulsión de dominio. El  jugar con libertad absoluta, ya no sería un deporte, sino una guerra de todos contra todos. Es así que se instala la ley, la norma, el reglamento, imponiéndose por medio de la representación del árbitro. Su ley, funciona como una imposición externa, que el jugador debe cumplir si no quiere ser penalizado, expulsado, para luego ser reintegrado de nuevo en lo social, por medio de la interiorización de la ley moral. No es el árbitro el que expulsa a un jugador, sino que suele ser el propio jugador, el que se auto-expulsa por el número de faltas cometidas, pero es bien conocido, que la culpa siempre la tiene el otro.

No hay educación sin una adecuada dosis de frustración, cuando un jugador no puede tolerar la falta, el límite y la ley, es una persona acostumbrada a conseguir lo que quiere, bajo el reinado del puro placer, donde aquello de la realidad que molesta es negado. Así como se aprende habilidades físico-técnicas, también se debe aprender a tolerar situaciones, donde no siempre se consigue lo que se quiere, a respetar y a ayudar al otro, por más que ese otro, sea el rival. Poder  enfrentar momentos de fracaso y de pérdida, ya que supone la reducción del deseo, el desarrollo de la capacidad de espera, junto con la esperanza de saber que lo esperado está allí afuera, para ser disfrutado,  luego del sacrificio y el esfuerzo por lo luchado.

Lic Julia Alvarez Iguña
j.iguna@hotmail.com 

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