viernes, 29 de agosto de 2014

Lo efímero

http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20140828/54414441532/lo-efimero.html 
El gusto por lo efímero es un ejemplo de esa ambigüedad respecto al tiempo que antes mencionaba. Efímero significa etimológicamente "lo que dura un día", se ha tomado como sinónimo de "fugacidad" y, puesto que la vida se nos escapa, ha adquirido un tono pesimista y angustiado. La poesía de Quevedo lo expresa dramáticamente: "Ayer se fue, mañana no ha llegado/, hoy se está yendo sin parar un punto; soy un fue, y un será, y un es cansado". Hay un miedo explicable a la finitud, a la muerte, al paso inclemente del tiempo. Todos podríamos decir como Nietzsche: "¡ Oh eternidad, yo te amo!".
Pero, al mismo tiempo, disfrutamos con lo efímero, de la misma manera que –obsesionados por lo útil– de repente sentimos fascinación por lo inútil. El escalador sube a la cima para después bajar. El místico Angelus Silesius cantó la belleza de la inutilidad en un famoso verso: "La rosa es sin porqué. Florece porque florece". El ser humano también es despilfarrador y lujoso. Los antropólogos conocen bien la ceremonia del 'potlatch', propia de algunas tribus. El modo de demostrar la riqueza era regalándola o destruyéndola. Hay, en todo ello, un anhelo de liberación. Riéndome de la finitud. Frente a lo serio, lo solemne, lo profundo, lo permanente, lo coherente, glorifica lo lúdico, lo superficial, lo efímero, lo frívolo, lo incoherente. "¡Viva la bagatela!", gritaba Ramón Gómez de la Serna. Pero el placer ingenioso tampoco tiene grandes pretensiones. Prefiere un placer efímero, como el del cigarrillo. Lo dijo con su cinismo de niño perverso Oscar Wilde: "Un cigarrillo es el modelo perfecto del perfecto placer. Es exquisito y le deja a uno insatisfecho. ¿Qué más se puede desear?"
Pero el ser humano es contradictorio. Necesita el freno y el acelerador. Si no está excitado, se aburre; si está demasiado excitado, se angustia. Lo efímero nos libera y lo efímero nos desespera. Por eso procuramos conservarlo. La fotografía consigue captar el instante. El fonógrafo conservar la voz. El cine mantiene la ligereza del baile. Como la inteligencia humana encuentra soluciones para casi todo, ha logrado unir lo efímero con lo permanente, en el 'eternal now', el instante eterno, del que hablan místicos, poetas y maestros zen. No se distiende en el tiempo, porque dejaría de ser efímero, sino que profundiza en el tiempo. A esa profundidad la llamamos intensidad. Otro día les hablaré de ella.


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