“Presta atención. Todo gira sobre la atención. La atención es vitalidad, te ayuda a conectar con los demás y te ilumina”, afirmaba la escritora estadounidense Susan Sontag.
Sin embargo, en realidad no se trata de una idea nueva. Desde hace miles de años, el budismo hacía referencia a la importancia de la atención plena como uno de los caminos que conducen a la sabiduría y al bienestar.
La atención plena es la capacidad para concentrarse tanto en el mundo como en nuestro universo interior, es la capacidad de estar plenamente presentesy centrados en el aquí y ahora. Dicho de esta forma, parece un concepto muy simple pero en realidad es una habilidad muy difícil de poner en práctica ya que todos prestamos atención hasta cierto punto.
Por ejemplo, si decides dar un paseo y concentrarte en el paisaje que te rodea, es probable que muy pronto tu mente se distraiga pensando en el futuro, recordando algún hecho del pasado o fantaseando. De hecho, nos sucede incluso mientras mantenemos una conversación y alguien nos recuerda alguna situación particular, en ese momento nuestra mente abandona la conversación y toma otro cauce.
En la vida cotidiana, la falta de atención se convierte en un problema crónico, aunque la mayoría de las personas no se da cuenta de ello ya que es “normal” comer mientras se ve la televisión o enviar mensajes mientras se pasa tiempo con la pareja, los amigos o la familia.
Los peligros que encierran las distracciones
La sociedad en la que vivimos gira a un ritmo vertiginoso y corremos en pos de ella, intentando adaptarnos. Sin embargo, en esa carrera hacia ninguna parte las distracciones nos invaden, haciendo que olvidemos disfrutar del camino. Cuando intentamos atender a cada nuevo estímulo que se nos presenta, perdemos la concentración y, sobre todo, dejamos de apreciar los detalles.
De esta forma, dejamos de saborear la vida, perdemos el rumbo y nos alejamos cada vez más de la felicidad. Por eso no es extraño que cada vez sean más frecuentes problemas como la depresión, la desesperanza y ladesmotivación. La incapacidad para concentrarse en el aquí y ahora, para poner en práctica la atención plena, también es una de las causas que subyacen a muchos de los problemas psicológicos.
Además, la falta de atención no solo daña nuestro desempeño y afecta nuestro bienestar psicológico sino que también nos impide conectar con las personas. Cuando estamos demasiado ocupados con otras cosas, cuando no nos centramos en cuidar y alimentar la relación, esta se deteriora y se hace superficial.
¿Cómo concentrarse? O el arte de aprender a comerse una naranja
1. Haz una pausa. Puede parecer un consejo extraño pero para mejorar la concentración, el primer paso consiste en dejar de prestar atención, tomar una pausa de la mayoría de los estímulos que te invaden permanentemente y estar a solas contigo mismo. De esta forma podrás volver a encontrar el focus.
2. Divide las actividades. La mayoría de las personas puede mantener su atención centrada en una tarea durante una media de 20 minutos. Debes encontrar el tiempo que puedes mantenerte verdaderamente concentrado y después, tomar un descanso. Así podrás recargar las baterías y volver a la actividad con nuevas energías. Plantéate pequeñas tareas en determinados bloques de tiempo, así también notarás que estás avanzando, lo cual es muy motivador y potenciará aún más la atención.
3. Utiliza el ambiente a tu favor. Hay personas que necesitan silencio para concentrarse, otras prefieren poner música de fondo e incluso hay quienes afirman que se concentran mejor en un bar lleno de gente que en casa. Se trata de que encuentres el entorno que potencia la concentración y que crees todas las condiciones necesarias para que te sientas a gusto.
4. Olvídate de la multitarea. Es probable que puedas hacer dos cosas a la vez y obtengas resultados discretos pero lo cierto es que de esta forma solo estarás sometiéndote a un esfuerzo y una tensión innecesarios. Además, hacer solo una cosa a la vez no solo te permitirá mejorar la concentración sino también obtener mejores resultados, terminar más rápido y disfrutar del camino.
5. Aprende a lidiar con las interrupciones. A lo largo del día, aparecen múltiples interrupciones que se convierten en verdaderos agujeros negros por los cuales no solo se escapa el tiempo sino también nuestra energía. En esos casos, aplica la regla de los 3 minutos. Si puedes hacer la tarea en poco tiempo, afróntala, caso contrario, anótala y sigue adelante. Recuerda que el peligro de las interrupciones radica en que afectan el ritmo de trabajo y después, será muy difícil volver a retomarlo.
6. Sumérgete en la naturaleza. Un paseo en un entorno natural puede potenciar nuestra memoria y atención. No obstante, para aprovechar estos beneficios es conveniente que aprendas a sumergirte en la naturaleza, sin la tecnología. Debes emprender el paseo con los ojos de un niño pequeño, atento a cada detalle y sonido, porque en cada vuelta del camino se esconde alguna maravilla por descubrir.
7. Respira. La respiración nos ayuda a sincronizar todas las funciones de nuestro organismo y potencia en extraordinaria medida la atención plena. Cuando respiras profundamente y te centras simplemente en los movimientos de inspiración y expiración, entras en contacto estrecho con tu “yo”, concientizas tu cuerpo. Por eso, cuando no encuentres la concentración, tómate unos minutos y respira.
8. Encuentra el estado de flujo. Puedes forzar tu atención hacia actividades que no te interesan pero a la larga, el periodo de tiempo por el que podrás concentrarte será escaso. Por eso, lo ideal es que encuentres el estado de flujo, una experiencia en la cual te ensimismas por completo en la actividad y te desconectas de las distracciones. La clave radica en proponerte más actividades motivadoras, cosas que realmente te interesen y te permitan crecer.
9. Elige sabiamente las distracciones. Nuestra mente se mantiene al tanto de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, pero eso no significa que todos los estímulos puedan convertirse en distracciones que desvirtúen nuestra atención. Por ejemplo, un ruido puede distraerte. Sin embargo, puedes decidir si el ruido te molesta o no. Si te enfadas por el ruido, entonces se convertirá en una distracción. Al contrario, si respiras y dices “escucho ruido pero no me molesta, retomo tranquilamente lo que estaba haciendo”, disminuirás considerablemente su efecto negativo sobre tu concentración.
10. Disfruta el aquí y ahora. Se trata de una habilidad que teníamos de niños pero que hemos perdido. Sin embargo, para mejorar la concentración y nuestro bienestar psicológico, es fundamental que aprendamos a focalizarnos en el momento presente. Imagina que tienes una naranja en la mano, puedes comerla mientras piensas en otras cosas, mientras hablas con alguien o mientras ves la televisión. Sin embargo, también puedes mirarla, apreciar su textura y su olor y comerla lentamente. La experiencia será completamente diferente.
Recuerda que la atención plena es una herramienta muy valiosa que nos ayuda a conocernos mejor y a conocer mejor el mundo y las personas que nos rodean. No dejes que las prisas y la vertiginosidad cotidiana te arrebaten esa capacidad.
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