“Nuestro mayor objetivo es obligarnos a empezar siempre nuestro trabajo creativo en una página en blanco, no aprovecharnos de los éxitos del pasado y retarnos a nosotros mismos”.
-Guy Laliberté
-Guy Laliberté
Si hubieras sido uno de los padres de Guy Laliberté en 1983, probablemente habrías estado un poco preocupado por tu hijo de 23 años.
El franco-canadiense Laliberté abandonó la universidad después del instituto y se fue a Europa durante un año. Se mantuvo precariamente como intérprete de acordeón obusker, término británico para el artista callejero. Cuando llegó a Londres tenía menos de mil dólares en el bolsillo, y para conservarlos, pasaba las noches durmiendo sobre un banco en Hyde Park.
Laliberté no hablaba muy bien el inglés y pronto se mudó a París. Allí convivió con otros artistas callejeros, que le enseñaron a hacer malabares, caminar sobre un cable y “escupir fuego”, probablemente uno de los actos más peligrosos del circo callejero. Escupir fuego se convirtió en la especialidad de Laliberté para atraer al público. Educado en una extensa familia de clase media encabezada por un padre ejecutivo, Laliberté siempre pensó que quería ir a la universidad, pero cuando regresó a casa de Europa, en lugar de eso se unió a un colectivo sin ánimo de lucro de acróbatas llamado Le Club des Talions Haunts (El Club de los Tacones Altos). Pasó los siguientes veranos viviendo en un hostal para jóvenes mientras ayudaba a organizar festivales callejeros de los Tacones Altos en la pequeña localidad turística de Quebec Baie-Saint-Paul. El dinero y las posesiones nunca parecieron demasiado importantes para Laliberté. Cada invierno se gastaba todo lo que había ahorrado escapándose a las playas de Florida y Hawái.
A comienzos de 1983, el gobierno de Quebec anunció planes para la celebración del 450 aniversario de la provincia, que tendría lugar el verano siguiente. Se destinaría dinero para las festividades que exhibirían el talento local de Quebec, y los Tacones Altos recibieron un millón seiscientos mil dólares para un circo itinerante que visitaría catorce ciudades de todo Quebec durante dos semanas. Laliberté lideró la planificación, incluso inventó el nombre: Le Grand Tour du Cirque du Soleil.
El circo itinerante fue un caos que flirteó a menudo con el desastre. La nueva carpa de actuaciones era casi imposible de instalar. Un día se derrumbó en una tormenta durante un preestreno para la prensa. Las condiciones laborales de los artistas eran muy pobres, sin embargo el espectáculo del Cirque du Soleil, ganó por derecho propio las alabanzas de parte de la prensa y del público a lo largo de todo Quebec.
Laliberté tomó de facto el cargo de productor ejecutivo e insistió al equipo creativo para que hiciera los espectáculos más largos, teatrales y visualmente espléndidos. Aunque el público fue creciendo también lo hizo la deuda. Laliberté parecía decidio a gasta lo que no ganaban. Fue a Francia y trajo una gigantesca carpa nueva. Durante casi tres años, la dirección fiscal incluía la devolución de cheques, pleitos con los prestamistas y súplicas de ayuda al gobierno.
Entonces Laliberté embarbó en 1987 al Cirque en la apertura del Festival de Arte de los Ángeles. Las finanzas eran tan precarias en ese momento que algunos de los artistas más importantes del elenco abandonaron porque les pareció una decisión imprudente en ese momento. Pero el Cirque se convirtió rápidamente en la sensación del festival. Las treinta actuaciones tuvieron lleno absoluto y los asientos de 19 dólares fueron ofrecidos en reventa por 200. Elton John y Francis Ford Coppola estaban entre las celebridades que se contaban como seguidores. Jane Fonda dijo que vio el espectáculo siete veces durante su gira de dos semanas. La compañía regresó a Quebec con un millón y medio de dólares: sus problemas monetarios eran cosa del pasado. En cinco años, las actuaciones del Cirque estaban de gira por Europa y Asia. Los siguientes 20 años, el Cirque du Soleil creció hasta ser una de las marcas de entretenimiento más grandes y rentables del mundo. En la actualidad, Laliberté lidera un equipo de 3 mil personas instaladas en las ultramodernas oficinas centrales y centros de entrenamiento en Montreal. Su equipo coordina 6 espectáculos diferentes que funcionan todo el año en Las Vegas, otro en Disney World y 9 compañías que actúan por todo el mundo. Los 800 millones de beneficios anuales por venta de entradas al Cirque se equiparan a la taquilla de todos los teatros de Broadway juntos.
#AbrazoEmprendedor
Emprendiendo
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